Arráncame la vida -
Capítulo 19
Capítulo 19:
“Joven, con un gran futuro y negocio propio… ¿Por qué te fijaste en mi… hermana?” dijo Johan con los dientes apretados.
“Lorena es maravillosa… es dulce, gentil, noble… es tu hermana, la debes de conocer mucho mejor que yo y entender que tiene muchas cualidades que no cualquier mujer posee… menos en este nivel socioeconómico que parece crear princesas caprichosas, pero tu hermana es trabajadora y humilde, y pienso casarme con ella…”
“¿Con permiso de quién?”, preguntó Johan divertido.
“El único permiso que necesito es el de Lorena”, contestó Otto con el ceño fruncido.
“¿Piensas casarte con él, Lorena? ¿Eso es lo que quieres?”
Johan volteó hacia ella sin ocultar su molestia y celos.
“¿En serio?”
“Johan… eso es un tema que aún no decido y no tendrías por qué…”
“¿Lo harás? ¿Es el tipo de hombre que te gusta? Me imagino que sí, por algo dejaste a nuestra madre sola y enferma por irte a divertir con él”.
“¿Sabes qué? Sí, me gustan los hombres que no me quieran usar o que solo estén conmigo porque alguien más los obligó, me gustan los hombres que me vean como su prioridad y no como su trabajo… creo que no pido mucho”
Le respondió Lorena con los ojos enrojecidos, pero cuando notó que el pequeño Peter estaba asustado y triste, se contuvo.
“Vamos, Peter… Lorena está ocupada con su novio, no la tenemos que entretener”, dijo Johan tomando al niño de la cintura.
“¡No! ¡Nena!”, exclamó el pequeño aferrándose con más fuerza a ella.
“Por favor, deja que se quede esta noche… no lo he visto en mucho tiempo y me gustaría estar con él,” pidió Lorena con pesadas lágrimas sosteniéndose de sus pestañas.
“No eres su madre…”, dijo Johan en un susurro.
“Pero… lo quiero mucho y él me quiere y… no nos hemos visto, por favor, Johan…”
Después de un silencio que solo demostraba la molestia contenida de Johan y su falta de fuerza de voluntad para decirle que no a Lorena, por fin respondió.
“Pasaré por él en la mañana”, dijo cediendo ante las súplicas de esos ojos dorados y salió de la propiedad sin despedirse de nadie.
“Creo que mi cuñado es algo celoso”, expresó Otto confundido por su comportamiento.
“Es un hermano muy protector”
Agregó Natalie viendo fijamente a Lorena, temiendo por ella.
Esa noche Lorena se divirtió con el pequeño Peter.
Le horneó panquecitos rellenos de chocolate y jugaron hasta que el sueño venció al niño.
Lo durmió en su cama y se preguntó si el pequeño que crecía dentro de su vientre se parecería a su padre.
El corazón se le rompió pensando en Johan y su escándalo, tal vez Natalie tenía razón y lo mejor era aceptar a otro hombre.
Uno que no fuera tóxico ni hostil, uno que no pudiera dispararle el día que se cansara de ella. ¿No fue lo que hizo con Marianne?
…
“¡Lorena! ¡Mucho gusto!”, exclamó la hermana de Otto en cuanto recibió a Lorena en la enorme casa.
“Eres mucho más bonita de lo que Otto me platicó”.
“Gracias”, respondió Lorena apenada mientras Otto la abrazaba con cariño y besaba su frente.
“Por favor, pasa… es tu casa”, dijo la mujer complacida por conocer a su futura cuñada.
“Miley está muy emocionada con la idea de que te vuelvas parte de la familia… tenle paciencia…”, dijo Otto con una amplia sonrisa y tomó de la mano a Lorena.
El resto del día, Miley se mostró servicial y dulce, llenando de preguntas amistosas a Lorena y dándole un recorrido por la casa.
Era una mujer encantadora y Lorena se sentía agradecida por no encontrar a una rival en ella.
Parecía que los hermanos Legrand eran buenas personas.
Solo un par de días pasaron para que Lorena se decidiera a darle el sí a Otto.
Tenía miedo y no estaba muy segura de querer compartir el resto de su vida con él, pero era lo mejor.
‘Es dulce, me trata como su prioridad, me consciente y me acepta con mi bebé. ¿No es lo mejor para mí? ¿No me merezco un amor bonito y sincero? ¿No es lo correcto? ¡¿Entonces por qué me cuesta tanto?!’, pensaba con ese nudo en la garganta.
Cada pregunta se respondía con un solo nombre.
Johan.
El primer beso que había compartido con él, en la oscuridad de la residencia Sorrentino y rodeada de estrés y peligro, fue mágico.
Aunque solo fue una suave presión de los labios de Johan sobre los suyos, había desatado fuegos pirotécnicos dentro de su pecho.
En cambio, los besos que recibía de Otto, aunque eran dulces, no causaban nada, no aceleraban su corazón ni hacía que las mariposas en su estómago revolotearan ansiosas.
No pasó mucho tiempo cuando Otto y Lorena tuvieron que ir a la Residencia Gibrand a dar la noticia.
“¿Te casarás?”, preguntó Frida con los ojos bien abiertos y el silencio reinó en la casa.
Incluso los pequeños, Mateo y Benjamín, se quedaron callados.
“Esto es… sorprendente. ¿Cuánto tiempo llevan saliendo?”
“¡Ay, mamá! Como si tú hubieras salido mucho tiempo con mi padre antes de que se casaran”, dijo Carina divertida desde su asiento.
“No es lo mismo…”, respondió Frida viendo con el ceño fruncido a su hija.
Carina era cada vez más rebelde por no decir insoportable.
“Lo que hubo entre Román y yo fue amor a primera vista, o algo así… supongo”.
Todos guardaron silencio conteniendo sus risas, incluso Lorena tuvo que presionar sus manos contra su boca.
“El punto no es ese…”, dijo Román rompiendo el silencio.
“¿Estás segura, Lorena, de que esto es lo que quieres?”
“Sí, Señor Gibrand… lo he decidido… y me gustaría que fuera usted quien me entregara en el altar”, añadió Lorena viéndolo con ilusión.
“Será para mí un honor”, respondió Román con una sonrisa gentil.
Ver a Lorena sonreír era una dicha.
…
Después de una comida amena en la Residencia Gibrand, donde Otto se mostró agradable y se comportó de forma protectora con Lorena, Román aún no se decidía si fiarse del todo.
En cuanto los vio partir, no tardó en acercarse a Álvaro.
“Investígalo… La boda se acerca y no quiero que Lorena caiga en manos de un mal hombre, hay que desconfiar de cualquiera”, dijo Román viendo como el auto se alejaba de la residencia.
“Sí, señor… comenzaré de inmediato”, añadió Álvaro compartiendo la incertidumbre de su jefe.
“La boda será maravillosa, llena de opulencia y elegancia, ya verás…”, dijo Miley revisando un catálogo de decoraciones.
“Miley… tenemos que hablar… ya no quiero continuar con esto”, agregó Otto.
“¿De qué hablas? ¿Has decidido cancelar la boda?”, preguntó Miley levantándose del sillón.
“No, no me refiero a la boda. Sabes perfectamente de lo que hablo…”
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