Arráncame la vida -
Capítulo 18
Capítulo 18:
“Ah…”
Lorena se quedó desconcertada y comenzó a reír.
“¡Qué alivio! Yo tampoco me quiero casar. De hecho…”
Puso sus manos en su vientre sin diluir su sonrisa.
“Estoy embarazada… no querrías casarte conmigo, créeme”.
Ambos se vieron a los ojos, divertidos, como dos niños pequeños compartiendo su travesura.
De pronto a Otto se le ocurrió una idea que le susurró al oído a Lorena.
“Señora Fisher, me encantaría llevar a Lorena a cenar…”, dijo Otto asomándose al despacho de Natalie, con la delicada mano de Lorena aferrándose de su brazo.
“¿Qué? ¿En serio? ¡Claro!”, exclamó sorprendida y una sonrisa se dibujó en su rostro.
“¡Vayan!”
Lorena respondió a la sonrisa de Natalie antes de desaparecer de su vista.
Otto y ella fingirían una relación hasta que encontraran una mejor solución para deslindarse de la responsabilidad de casarse.
Por mientras, todos estarían felices con esa pequeña mentira piadosa.
Otto y Lorena se volvieron muy cercanos.
Todas las tardes, él iba a la casa para tomar el té o invitaba a salir a Lorena, llevándola a todo tipo de restaurantes y espectáculos.
Sin notarlo, esa treta que sostenían para engañar a quienes los querían ver casados, comenzó a tomar forma, por lo menos en el corazón de Otto, quien veía a Lorena con fascinación.
Ella era sencilla y humilde para ser la hija de Natalie y la heredera de Fisher Tech Innovations.
“Lore, mi hermana te quiere conocer…”, dijo Otto con media sonrisa, temiendo que ella se rehusara a la invitación.
“¡Claro!”, respondió como si nada mientras intentaba pescar un pequeño bombón dentro de su taza de chocolate.
“Lore… ¿Podrías ponerme atención?”, preguntó divertido y cuando esos ojos dorados se levantaron de su taza, se quedó sin aliento.
“Ella aún cree que nuestra relación es para terminar en matrimonio, pero… yo me arrepentí”.
“¿Cómo? “
Lorena ladeó la cabeza como un pequeño cachorro.
“Yo… quiero… tomarme esto en serio…”
Acercó su mano por la mesa, alcanzando la de Lorena.
“En estos pocos días que hemos compartido… creo que… ¡Cielos! ¡¿Por qué es tan difícil decirlo?!”
Otto estaba tan nervioso que comenzó a reír suavemente.
Nunca le había costado declarársele a una mujer, siempre eran ellas las que lo buscaban y él decidía si las aceptaba o no.
Pero esta vez las cosas eran diferentes.
Esta vez tenía miedo de ser rechazado.
“¿Creo… suponer… lo que quieres decir?”, dijo Lorena desconcertada y se levantó de la mesa presurosa.
“Yo, tengo que irme… y…”
“Lorena, espera…”
Otto la tomó de la mano, preocupado por haberla asustado.
“Sí, lo admito, me estoy enamorando de ti. ¿Es tan malo?”
Lorena vio la mano de Otto tomando la suya y su corazón se retorció.
“Sé que estás embarazada y me imagino que el padre de tu hijo sigue aún en tu corazón. Si rechazas a cualquier pretendiente no es por ti o por tu bebé… es por él, aún lo esperas… se nota”.
Lorena agachó el rostro y sintió ganas de llorar.
Johan llevaba tiempo sin presentarse en la casa, no había podido ver al pequeño Peter y le dolía pensar en sus palabras.
Ella solo había sido trabajo, el cual ya había terminado.
“También sé de la enfermedad de tu madre y cuanto anhela verte casada y formando una familia”.
Otto se acercó un poco más y tomó el rostro de Lorena con gentileza.
“Eres una chica increíble, muy diferente a las demás que he conocido… déjame intentarlo… dame la oportunidad de alcanzar tu corazón. Casémonos, Lorena, querré a ese niño como si fuera mío, lo juro”, le explicó él.
“Otto… Yo…”
Lorena se sentía mal.
No quería aceptar.
Pero, ¿Tenía sentido seguir esperando a Johan?
“Piénsalo… no quiero presionarte”.
…
“¡Abuelita!”, exclamó el pequeño Peter mientras corría por el jardín.
“¿Dónde está Nena?”
Sus balbuceos eran cortos y entendibles.
Natalie palideció en cuanto sintió la mirada inquisitiva de Johan.
“Salió, llegará más tarde”, contestó abrazando al pequeño.
“¿Salió? ¿A dónde fue?”, preguntó Johan con el ceño fruncido.
“A tomar un café… con alguien…”
“He escuchado de tus intentos por encontrarle un hombre… pensé que se resistiría más”.
“Johan… ella debe de avanzar y seguir adelante… no quieras cortarle las alas y atarla al infierno del que saliste”
“Ya te dije… no lo permitiré”, respondió Johan tranquilamente mientras se sentaba en una de las sillas del jardín.
“Ella nunca dejará de ser mía, solo es cuestión de tiempo”.
“¡Nena!”
De pronto exclamó el pequeño Peter en cuanto la puerta se abrió, mostrando a Lorena acompañada de Otto.
“¡Lorena! ¡Otto! ¡Creí que llegarían más tarde!”, exclamó Natalie llamando la atención de la pareja, mostrándose nerviosa.
“¡Peter!”, dijo Lorena al ver al niño y no dudó en correr hacia él para estrecharlo.
“¿Cómo está mi bebé hermoso?”
Mientras Lorena le hacía trompetillas a Peter, que no paraba de reír, Otto y Johan se veían con desconfianza y rivalidad.
“Otto, te presento a Johan, mi hijo”, respondió Natalie nerviosa.
“¿Hijo? ¿Eres el hermano de Lorena?”, preguntó Otto extendiendo su mano hacia él, pero antes de que Johan abriera la boca, Natalie intervino.
“¡Sí! Es su hermano mayor, El dueño de la empresa Raig…”
“¡Claro! Es un gran vino el que producen sus viñedos, Señor Johan”, dijo Otto asombrado.
“¿A qué te dedicas, Otto?”, preguntó Johan sin quitarle la mirada de encima.
“Soy contador… mi familia es dueña del despacho EliteCount. Somos quienes asesoramos a la mayoría de las empresas de la ciudad y del país, nuestros contadores trabajan para los mejores” contestó Otto con orgullo.
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