Arráncame la vida -
Capítulo 15
Capítulo 15:
“Las cosas van de maravilla entre ella y William, ya están planeando tener otro bebé”.
“¡¿Otro?!”, exclamó Lorena emocionada.
“¿No piensas presentarnos?”, preguntó Natalie viendo a Román con rencor y celos.
Lorena volteó emocionada hacia Natalie, tomándola por sorpresa, parecía una niña pequeña.
Corrió hacia su madre y la tomó de la mano con gentileza para ayudarle a acercarse.
“Mamá… él es el señor Román Gibrand y ella es su esposa Frida Gibrand… él es Álvaro, la mano derecha del Señor Gibrand y mi mejor amigo”, dijo Lorena emocionada y le vibró el corazón a Natalie, era la primera vez en todo ese tiempo que Lorena la llamaba mamá.
“¿Cómo me dijiste?”, preguntó con un nudo en la garganta.
“Mamá…”, repitió Lorena notando la emoción en los ojos de Natalie y la estrechó con cariño.
“Me es difícil aceptar que un hombre como usted haya acogido de manera sincera a mi pequeña…”
Natalie había pedido hablar en privado con Román.
No era el hombre frío y cruel del que había escuchado.
Sabía de la gente que sufría por estar en su camino y la forma tan hostil en la que trataba a sus empleados, pero ese día se había mostrado dulce y protector con Lorena, como si fuera un hombre completamente diferente.
“Supongo que estaba de buen humor y Lorena me causó simpatía. No niego que en aquel entonces no me interesaba ser su protector…”, respondió Román sentándose en el cómodo sofá de terciopelo dentro del despacho.
Cuando se había llevado a Lorena, solo pensó en ella como una barrera de seguridad.
Él se jactaba de no usar guardaespaldas, pero su chofer y su ayudante personal, Álvaro, nunca se separaban de él.
No tenía por qué temer de algún ataque, pues toda la servidumbre sabía cómo detener y someter a cualquier hombre o mujer armado.
Todos estaban capacitados para pelear y disparar en caso de ser necesario y nadie se esperaría que alguien tan vulnerable como Lorena fuera capaz de algo así.
“Pero Lorena es especial. Tiene un corazón noble y ha cuidado no solo de mi, sino también de mi familia. Lo ha dado todo sin pensarlo y sin que se lo pida. Su compromiso y fidelidad se ha convertido en cariño y respeto, y puedo decir que soy capaz de meter las manos al fuego por ella como si se tratara de mi propia hermana o incluso hija”.
“Lo noté… Lorena lo quiere mucho y es por lo que me he animado a acercarme a usted para pedirle que no la desampare cuando yo no esté”
Aunque la voz de Natalie se mantuvo firme y clara, sus ojos mostraron ese brillo singular por las ganas de llorar.
“Todo lo que obtuve de mi exmarido, deseo dárselo a ella”.
“Alfred Fisher… dueño de Fisher Tech Innovations, una empresa multimillonaria dedicada al desarrollo tecnológico… dejó todo a su esposa, la cual lo acompañó apenas un par de años antes de llegar a su lecho de muerte…”
“Por como lo dice pareciera que soy una cazafortunas…”, dijo Natalie con media sonrisa.
“Lamento admitir que tiene razón. Sus hijos no lo cuidaban ni veían por él, no fue difícil llegar a su corazón. Ahora deseo que todo lo que está a mi nombre termine en manos de Lorena y no solo eso, la fortuna de su padre también tiene que ser de ella”.
“¿El padre de Lorena?”
Román frunció el ceño.
“Alfonso Phai…”
“Dueño de GreenField Agro… saca su fortuna de la agronomía. Curiosa combinación, tecnología y cultivos. ¿Esa es la herencia que le quiere dar a Lorena?”
“Es inteligente, sabrá qué hacer”, dijo Natalie con media sonrisa.
“Pero para que eso pase, necesito arrancarle a la Señora Adelina Phai y a su hijo Estefan la empresa y todo lo que les queda”.
“Parece más un arranque de venganza que el deseo de darle una buena vida a Lorena…”
Agregó Román poniéndose de pie y acercándose a Natalie.
“Créame, yo sé de ese tema y creo que no vale la pena…”
Román vio por la ventana hacia el jardín.
Lorena platicaba animadamente con Frida mientras jugueteaba con Álvaro. Los inyectaba de alegría y calidez.
Era una luz que no deseaba ver apagada por venganzas.
“Si dejo esto así, la buscarán y la harán infeliz, tendrán recursos para atentar contra ella…”, dijo Natalie apretando los dientes.
“Si son inteligentes, no lo harán… pero si lo intentan, Lorena no estará sola”, dijo Román posando la mano sobre el hombro de Natalie.
“Mejor disfrute de su hija, ha pasado muchos años sin ella”.
Los días siguieron su curso.
Natalie desistió de continuar con su venganza y disfrutó de Lorena tal y como Román se lo recomendó, dándose cuenta de lo dulce y buena que era su hija.
Gwen había hecho un trabajo maravilloso criándola y Román no había corrompido la belleza de su corazón.
De vez en cuando la Familia Gibrand la visitaba y el jardín se llenaba de niños.
Por primera vez en mucho tiempo Natalie no se sentía sola y comprendió por qué Lorena amaba tanto a esa familia.
Otros días la visitaba Johan y el pequeño Peter que no se despegaba de Lorena en ningún momento.
El niño siempre había buscado una imagen materna y la había encontrado en ella.
“Hiciste lo correcto”, dijo Natalie con semblante pálido y tosiendo contra una servilleta. Las manchas de sangre eran cada vez más grandes.
“¿Lo correcto?”, preguntó Johan amargamente.
“Ella no tiene por qué volverse como tú…”
Agregó con tristeza.
“Es una buena chica y aunque me alegra que sepa defenderse, no está hecha para matar y robar, ella está hecha para hornear pastelillos y soñar despierta, para perderse viendo el cielo y bailar descalza en el césped… ella es luz y tú eres oscuridad…”
“Se te olvida que sin oscuridad no hay luz y viceversa…”, respondió Johan con el corazón dolido.
“Estoy consciente del esfuerzo que hiciste por demostrar que eres bueno para ella… quedarte con los viñedos de los Raig fue astuto y ahora la gente ha olvidado quién eras en verdad. Te ven como el respetable señor Goretti y tu firma está en cada botella, pero… tu corazón sigue siendo el mismo, Johan…”
“Tú me hiciste así y ahora me desprecias…”
“No te desprecio, porque gracias a ti pude llegar a Lorena… siempre serás mi pequeño Johan a quien adopté y el que me llenó de alegría cuando más sola me sentía, pero también estoy consciente de que no eres el adecuado para Lorena…”
“Me enseñaste a cuidar de ella, desde que era niño fue mi motivo en la vida, encontrarla y protegerla… y sabes que lo seguiré haciendo, pero… no me das tu bendición para poder pedir su corazón… ¿Quién puede ser tan cruel como para encargarle a un sediento que cuide de un manantial sin beber una sola gota?”
“Perdóname, Johan, pero las cosas no pueden ser de otra forma…”
“No anhelo tu muerte, pues te quiero como a una madre, pero cuando tú no estés… no habrá nada que me detenga…”, dijo Johan levantándose de su asiento y besando la frente de Natalie.
“Si crees que dejaré que encuentre el amor en alguien más que no sea yo, te equivocas…”
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