Amor verdadero -
Capítulo 9
Capítulo 9:
[¡Oh, discúlpame! No me dl cuenta de la hora ¡Te puedo escribir mañana?].
[¡Sí claro! ¿Podría ser después de las siete por favor?].
No esperó mi contestación, de inmediato me di cuenta de que se había desconectado, pero de cualquier manera me despedí de ella, por educación, ya leería mi mensaje cuando se volviera a conectar.
[Buenas noches, More, que pases una linda noche. Hablamos mañana].
Fueron unas cuantas líneas, pero esa mujer había logrado que me interesara saber más de ella, hablar con ella era fácil, no tenía que pensar en cada pregunta, la conversación fluía como si no fuéramos un par de desconocidos.
Releí la conversación un par de veces y sonreí al ver que mi último mensaje se había marcado como leído, lo cual me hizo pensar que ella también había vuelto a leer nuestros mensajes.
Me quedé dormido con una sonrisa en los labios, por primera vez desde que había salido de mi casa, no me atormentaba el recuerdo de Karina. Solo me quedaba la intriga de saber quién era Morelia Ortega.
…
Leí la conversación una y otra vez, me parecía increíble qué un total desconocido al que ni siquiera le había visto el rostro, ya que sus fotos de perfil podrían ser falsas y del cual ni siquiera había escuchado su voz; me causara tal confianza como para haberle expuesto detalles de mi vida privada.
Me pareció una locura, pero al mismo tiempo sentí la interacción con Adrián Morales incluso como algo terapéutico.
Él había logrado con solo unas líneas, sacarme de los pensamientos que me lastimaban.
Me llegó un mensaje de Peri diciéndome que ya estaba en casa para que no me preocupara.
No pude contener las ganas de contarle sobre mi conversación con aquel extraño, por supuesto le tome captura de pantalla a la conversación y se la mandé a mi amiga para que la leyera con sus propios ojos.
De inmediato mi teléfono sonó, ella quería los detalles de mi propia voz y no tener que estar leyendo los mensajes.
Peri era muy intuitiva y seguro quería escuchar el efecto que ese extraño, había generado en mí.
“Ay amiga ¡está genial! Seguro que le interesas”.
“No digas tonterías si solamente cruzamos unas cuantas líneas, es posible que el día de mañana ni siquiera se acuerde de hablar conmigo de nuevo”.
“Pues si no lo hace habrá perdido la oportunidad de conocer a una gran mujer como tú, bella inteligente y maravillosa”.
“Tú dices eso porque me quieres, pero si lo fuera, José no me hubiera cambiado por otra mujer”.
“Morelia Ortega te prohíbo qué te vuelvas a comparar con esa p$rra de baldío qué se metió con José, ni él ni ella valen la pena. Son tal para cual, tú vales mucho, eres una mujer extraordinaria y te aseguro que tarde o temprano el imbécil se va a arrepentir de haberte engañado de esa manera”.
En el fondo sabía que mi amiga tenía razón, pero después de ver a mi marido con su amante, mi autoestima se había caído al piso y por más que lo intentaba, no lograba levantarla.
Quizá fue eso lo que me llevo a tomar ese impulso de suscribirme a una red social de citas. Tal vez solo quería saber si yo todavía era capaz de gustarle a un hombre.
Si mi psicólogo me escuchara decir esas palabras seguramente tendría motivos para otras tantas sesiones de terapia y yo sabía que las necesitaba, pero me costaba mucho trabajo aceptar qué mi dignidad como mujer había sido pisoteada de tal manera, que incluso a veces yo misma dudaba de mi valor.
Manuel, mi psicólogo, me había recomendado meditar para sanar mis heridas emocionales. A mí siempre me había costado trabajo concentrarme en una meditación, pero desde que comencé a hacerlo, al menos conseguía dormir mejor.
Busqué en Yo%tube una meditación guiada qué me había funcionado las últimas noches. Elegí el volumen adecuado y coloqué el teléfono sobre mi mesa de noche.
Dejé caer mi cabeza en la almohada y cerré mis ojos, comencé a respirar de acuerdo con las indicaciones de la voz en mi móvil y por alguna extraña razón el rostro de un hombre apareció en mi mente.
Era alguien a quién yo no conocía, pero que estaba segura de que lo había visto en algún lugar.
Abrí los ojos y volví a revisar las imágenes del perfil de Adrián Morales, eran varias y en todas se veía diferente, cómo sí hubiera bajado de peso y sus fotografías fueran el antes y el después en el proceso.
En todas ellas su mirada reflejaba cierto brillo de satisfacción y orgullo. Y el hombre en mis sueños o en esa imagen que vino a mi cabeza durante la meditación, tenía la mirada triste y el rostro cansado como si hubiera algo que lo atormentaba.
“¿Quién eres Adrián Morales? ¿Y cómo te atreves a escabullirte en mis pensamientos de esa manera?”, pensé y repetí la meditación porque se había escapado mi concentración y la necesitaba para poder conciliar el sueño.
No sentí en qué momento me quedé dormida mientras Tuluza se acurrucaba a mi lado ronroneando para que la acariciara y yo me perdí en un sueño profundo.
Cuando abrí los ojos estaba todavía muy oscuro tomé el teléfono para ver qué hora era y ver sí faltaba mucho tiempo para el amanecer, ya que desde que había llegado a ese departamento no había podido dormir una sola noche completa.
Siempre me despertaba de madrugada y eso me tenía somnolienta la mayor parte del día y evitaba que lograra una buena concentración para mi trabajo.
Eran exactamente las 4:44 de la mañana.
Tuluza sintió de inmediato que yo estaba despierta y se acurruco junto a mi ronroneando para que la acariciara de nuevo, ya era como un ritual entre nosotras por la noche y por la mañana.
Comenzó a maullar para que le diera de comer y no me quedo más remedio que levantarme a atender a mi ama y señora o ya no me dejaría seguir durmiendo.
Era muy temprano y yo sentía que necesitaba dormir más, así que me volví a meter a la cama y con mucho trabajo concilié el sueño y volví a quedarme dormida.
Un mensaje de texto fue el que me despertó, esta vez lo abrí y mi corazón se paralizó, mi estómago se contrajo y un nudo se apoderó de mi garganta.
Era José para darme los buenos días y desearme éxito en mi trabajo y bendiciones en mi vida.
No sabía cómo era posible qué se atreviera a enviarme ese tipo de mensajes cuándo sabía todo el daño que me había hecho con sus mentiras.
Decidí bloquearlo para no seguir recibiendo sus mensajes que me confundían y alteraban mi paz interior.
Yo estaba luchando por dejarlo atrás y darle la vuelta a la página, pero con esos mensajes él siempre lograba inmiscuirse de nuevo en mis pensamientos.
El timbre en la puerta me trajo de regreso a la realidad de un sobresalto y corrí a abrir.
Era un servicio de mensajería, la editorial para la que trabajaba me había enviado el nuevo libro para la reseña de la semana.
El libro se titulaba “Mensajes de los Ángeles”.
Me sorprendí porque no era el tipo de libros qué me enviaban regularmente ya que por lo general enfocaban el contenido del blog a las novelas románticas y no sabía que tenía que ver un libro de ángeles con el género er%tico romántico que manejaba el blog.
Abrí el paquete y me quedé en shock cuando me di cuenta de que constaba de 444 páginas era un libro grueso y yo tenía tan solo cinco días para leerlo.
Dentro del paquete iba un mensaje de mi jefa.
Decía que íbamos a cambiar la modalidad de la presentación de las reseñas y que quería que le enviara una reseña por cada sección del libro, dividiendo los capítulos en cinco secciones para que enviara una reseña cada día, de la sección correspondiente.
Nunca había trabajado de esa manera.
Por lo regular yo escribía la reseña en el transcurso de la semana y la enviaba hasta el viernes para su publicación, pero ahora ella me estaba dando hasta las seis de la tarde para enviar la primera reseña, por lo que tenía que darme prisa y comenzar a leer.
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