Amor verdadero
Capítulo 7

Capítulo 7:

El primero era un chico de veintitrés años, su foto de perfil mostraba su cuerpo esculpido por el gimnasio y su mensaje nos hizo reír a las dos.

[Me encanta el se%o con maduritas como usted].

Después de reírnos y de revisar meticulosamente cada una de las fotografías ya que según Peri había que ver muy bien el menú, le dimos rechazar y nos fuimos por el siguiente.

Encontramos al menos cinco perfiles similares, todos de chicos menores de treinta.

El siguiente que nos llamó la atención, se trataba de un hombre de cuarenta años, a simple vista se veía muy agradable así que revisamos todas las fotografías de su perfil.

Hasta que encontramos un dónde se veía en traje de baño y nos comenzamos a reír porque según Peri, tenía el paquete muy chiquito ya que casi no se le notaba con el traje de baño.

Le dimos rechazar y pasamos la página.

Esta vez se trataba de un hombre de treinta y nueve años, bastante guapo las dos pensamos que tenía posibilidades para conocerlo, así qué le dimos me gusta para hacer match e iniciar una conversación.

No tardó mucho en contestarnos con un [Hola hermosa].

Peri se encargó de contestarle y el tipo de inmediato saco sus verdaderas intenciones.

[Hola hermosa, me encantas, tienes unos labios muy antojables. ¿Qué te parece si nos vemos y nos vamos a un hotel? A mí, me hace falta y estoy seguro de que a ti también].

No nos molestamos en contestar, sólo nos reímos y lo bloqueamos de inmediato.

“Qué nefastos son algunos hombres, creen que porque una mujer se suscribe a este tipo de aplicaciones es porque está desesperada por se%o y si puede que lo estemos, pero mínimo qué nos invitan a comer primero”.

Yo comencé a reír porque para mí eso de la aplicación solamente se trataba de una forma divertida para pasar el día.

“Ya basta”, dije.

“Peri no vamos a encontrar nada interesante mejor vamos a salir a comer porque tengo hambre y mi refrigerador está vacío”.

“¿Cómo que está vacío? ¿Acaso tú no comes?”.

“La verdad es que no he querido ir al supermercado, tú sabes que no me gusta salir y no me apetece cocinar para mi sola. Prefiero pedir comida a domicilio”.

“No, no, no, y no, nada de comida a domicilio en este momento nos vamos air las dos al supermercado y vamos a llenar esa nevera con todo lo necesario. Y sí, por hoy vamos a comer en la calle, pero tú cocinas delicioso y no creo que debas dejar de hacerlo solo porque no tienes a quién cocinarle. Si la persona más importante en tu vida, eres tú misma”.

Acepte porque sabía que no podía negarme.

Ella no iba a dejar de insistir y tal vez tenía razón. Yo tenía que hacerme la idea de qué José ya no iba a llegar a cenar, pero que, aunque él no estuviera en mi vida yo podía seguir preparando una cena deliciosa para mí misma.

Fuimos al supermercado y compramos todo lo indispensable y también cenamos unos tacos en un restaurante muy cerca de mi departamento.

Cuando llegamos a casa, Peri me ayudó a guardar todas las cosas en la nevera y en la alacena.

Estábamos terminando cuando una notificación en mi teléfono nos llamó la atención. En la aplicación de citas un nuevo me gusta apareció.

Alguien me estaba saludando con un simple [Hola].

“A ver, a ver, a ver”, dijo Peri y me arrebato el teléfono.

“Amiga esto es exactamente lo que necesitas. Un hombre tal y como me los recetó el doctor”.

Me mostró las fotografías y efectivamente era un hombre muy atractivo su nombre de perfil era bastante singular. [Adriano MS].

No podía saber si realmente se llamaba así o era un nombre falso. Sin pensarlo dos veces mi amiga le dio me gusta a la fotografía y contestó el mensaje con otro: [Hola].

Esperamos por la respuesta, pero nunca llegó.

Peri se fue porque tenía que conducir casi dos horas para volver a su casa y yo me concentre en mi libro para publicar la reseña correspondiente.

Estaba muy concentrada leyendo cuándo recibí la notificación del mensaje y por curiosidad tomé el teléfono y lo leí.

[Discúlpame por contestar hasta ahora, estaba ocupado cambiando el neumático de mi auto. ¿Cómo estás? Mi nombre es Adrián Morales ¿Cuál es el tuyo?].

Leí el mensaje una y otra vez, no sabía qué hacer no sabía si contestar o bloquearlo, en realidad yo no estaba preparada para conocer a alguien en ese momento.

Por inercia volví a revisar cada una de las fotografías del perfil y si no podía negar qué Adrián Morales era un hombre bastante atractivo y sin pensarlo contesté.

[Hola Adrián yo soy Morelia Ortega, pero mis amigos me dicen More].

Recibir la llamada de mi madre justo cuando estaba despidiéndome de un cliente que me pidió una cotización para un servicio, me hizo pensar que ya se había enterado de lo que había pasado con Karina.

Mi madre parecía tener un sexto sentido para encontrarme en el momento justo y sabía cuándo algo no iba bien conmigo.

“¿Dónde estás? ¿Qué fue lo que pasó?”, me preguntó apenas presioné el botón de contestar la llamada.

“¡Hola, mamá! ¿Cómo estás tú? ¿Cómo va mi papá con su nuevo tratamiento?”.

Quise desviar la conversación para no tener que contestar sus cuestionamientos, aunque sabía que no iba a funcionar.

Tal como lo supuse, no me sirvió de nada, las madres tenían ese don que les permitía saber cuándo sus hijos estaban en problemas y mi madre tenía ese don multiplicado por tres.

Me insistió en que necesitaba que le ayudara a resolver unos problemas domésticos argumentando que mi padre no se sentía bien y que necesitaba que fuera a su casa.

Yo sabía que era un pretexto para verme y hablar conmigo y le dije que iría a visitarla.

No me quería imaginar el sermón que me iba a dar cuando supiera que me había mudado a un departamento muy cerca de su casa y que no había ido a visitarla.

“Al mal paso, darle prisa”, pensé en voz alta, entre más pronto afrontara el cuestionamiento de mi madre, más rápido iba a poder darle vuelta a la página, después de todo, tarde o temprano iba a tener que decirle que me había separado de mi esposa.

Cuando llegué a la casa de mi madre comprobé lo que me supuse, mi padre estaba en perfecto estado, incluso estaba preparando la comida.

Mi mamá se encontraba poniendo la mesa así que no iba a tener más remedio que quedarme a cenar, y no es que no disfrutara pasar tiempo con mis padres, me sentía afortunado de tenerlos a ambos y con buena salud, pero había ocasiones en que prefería estar solo y esta era una de ellas.

La comida en casa de mis padres no era la mejor, desde que a papá le diagnosticaron hipertensión, cocinaba sin sal y sin condimentos, así que tuve que hacer un esfuerzo para comerme el caldo de pollo insípido y desabrido.

Durante la cena se contuvieron y no entraron al interrogatorio hasta que me puse de pie para ir a la cocina a prepararme un café, solo tenían descafeinado así que me tuve que conformar con eso.

“¿Nos vas a decir que pasó con Karina? Llamó para preguntar si estabas aquí, pero colgó cuando le dije que no, pero que te dijera que vinieras”.

Su mirada por encima de las gafas parecía estarme advirtiendo que quería la verdad, sabía que a ella no podía mentirle, porque se daría cuenta al instante.

La tomé del brazo y con la otra mano agarré mi taza de café, la llevé hasta la sala y le dije que me había ido de la casa y que había alquilado un apartamento muy cerca de ahí.

Me escuchó con atención, levantaba las cejas de cuando en cuando y mi papá fingía leer el diario, pero nos observaba por encima del pliego de papel, escuchando todo.

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