Amor verdadero
Capítulo 67

Capítulo 67:

FINAL DE ADRIAN

Vi partir a Morelia en un taxi, yo tenía que buscar a Sandra y aclarar mis sentimientos porque lo que había sentido con el beso que nos dimos, se volvió un caos en mi mente y en mi corazón.

En el trayecto que hizo el taxi hasta la casa de la madre de Sandra no dejaba de pensar en nuestra conversación.

‘Anoche te pregunté si lo amas y no me contestaste.’

‘Yo también te pregunté si amabas a Sandra y tampoco me contestaste.’

‘¿Por qué quieres saber?’

‘¿Tú por qué quieres saber?’

A pesar de que los dos necesitábamos respuestas, no pudimos hablarlo abiertamente, era un hecho que entre ella y yo había algo más allá de una simple amistad y que si Sandra y Carlos no existieran en nuestras vidas, no tendríamos ninguna duda de nuestro sentir.

Ese beso que nos dimos fue lo más extraño, había amor, había pasión, pero le faltaba algo que no sabía cómo explicar.

Llegué y toqué el timbre, sabía que debía enfrentar esa situación, había dañado a Sandra de la peor manera y debía estar furiosa conmigo y con toda la razón.

Fue su madre quien abrió la puerta, como era de esperarse casi me la cerró en la nariz cuando vio que se trataba de mí.

“¿Qué carajos haces aquí? ¿No te ha bastado el daño que le hiciste a mi hija? Hace más de veinte años le rompiste el corazón casándote con otra mujer cuando ella albergaba la ilusión de ser tu esposa ¿Y ahora la dejas así para largarte con una desconocida?”

“Señora sé que tiene razón en estar enojada, pero tengo que hablar con Sandy para explicarle el motivo de mi comportamiento”.

“No hay explicación que le quite el dolor que sufrió, no tienes derecho a importunarla de nuevo”.

“Por favor señora, déjeme hablar con ella y que sea ella la que decida si creerme o no. ¡Por favor!”

“Sandra no está aquí, salió a desayunar con Joaquín el padre de Fabián, al parecer el hombre por fin quiere hacerse responsable de su hijo y fueron a hablar del asunto”

“¿Puedo esperarla aquí?”

“No creo que sea conveniente, es mejor que te vayas y regreses más tarde, no tardará mucho, dijo que estaría fuera máximo dos horas. Ese hombre es violento y si no vuelve en ese tiempo llamaré a la policía para que la busquen”

“Pero si ese hombre le hace algo a Sandy puede ser muy tarde para cuando usted llame a la policía, no debió arriesgarse a ir sola con él. Ya ella me contó su historia y puede ser muy peligroso, ese hombre podría secuestrarla o algo peor. Dígame dónde están para ir a buscarla”.

La mujer entendió el punto de mi preocupación, se excusó diciendo que ella no pudo acompañarla porque estaba al cuidado de Fabián y accedió a decirme el nombre de la cafetería donde se iba a encontrar con ese hombre.

Salí corriendo para ir a buscarla, tomé un taxi y la cafetería era bastante cerca y en una plaza muy concurrida, pero aun así no me daba confianza que estuviera sola con Joaquín, por muy padre de su hijo que fuera.

Siempre pensé que un hombre capaz de golpear a una mujer no debía llamarse hombre, pero Joaquín tenía todas las características de un narcisista violento capaz de las peores atrocidades.

Cuando llegué a la cafetería los vi por la ventana, era obvio que estaban discutiendo y Sandra tenía lágrimas en los ojos.

Mi primer impulso fue sacarla de ese lugar, pero no quería provocar un enfrentamiento a menos que fuera necesario.

Entré sin que me vieran y me senté en una mesa cerca de ellos, pero detrás de una jardinera para que no me vieran, desde ahí podía escuchar todo y podría decidir si era momento de intervenir.

Me tranquilicé un poco al escuchar que solo hablaban de los problemas que había tenido Sandy durante su embarazo y la razón por la que Fabián no vivía con ella y ese era el motivo por el cual lloraba.

El hombre sin embargo le reprochaba no ser una buena madre por permitir que el niño viviera con su abuela y que no dejara su trabajo para dedicarse a él.

“¿Cómo dejar mi trabajo si de eso vivo? ¿Acaso crees que los gastos del niño se pagan solos?”

“Yo puedo darte lo que necesites, vuelve conmigo, deja de trabajar y dedícate a cuidar de mi hijo”.

“¿Estás loco Joaquín? ¿Crees que voy a volver contigo después de cómo me trataste?”

“Ya te pedí perdón muchas veces, ya te dije que no va a volver a pasar. Estoy en tratamiento psicológico”.

“Me alegra mucho que estés en tratamiento, pero no puedo, no quiero volver contigo y si ya terminaste me voy”.

“Si en verdad quieres ver a tu hijo y ayudarme con sus gastos lo harás, pero entre tú y yo no habrá nada”.

Me alegré al ver que Sandy tenía la fuerza para enfrentarse a ese hombre sin amedrentarse, pero él parecía no darse por vencido.

“Quiero conocerlo”, dijo.

“Llévame a verlo”.

Ella asintió y el hombre pagó la cuenta, yo salí detrás de ellos y no me vieron, fue hasta que llegaron al estacionamiento que me percaté de que Sandra iba a cometer un grave error al subir al automóvil de ese hombre.

“¡Sandra!”, grité para llamar su atención y evitar que subiera al auto,

“¿Qué haces aquí?”

Me dijo, pero no tuve tiempo de decirle nada.

“¿Quién es este tipo?”, preguntó Joaquín y pude ver que su rostro se desencajó lo que me confirmó que sus planes con Sandra no eran buenos.

“Sandy tememos que hablar por favor”, dije tratando de parecer calmado, lo que necesitaba era alejarla de él.

“¿Qué no ves que estoy ocupada? Llevaré a Joaquín a ver a su hijo”.

Ella estaba tan molesta que no veía que estaba tratando de salvarla de un peligro mayor.

“¡Lárgate! Sandra es mi mujer y tenemos un hijo, mantente al margen o no respondo”.

“Sandy por favor, ven. Él nos puede seguir en su auto hasta casa de tu madre y podrá ver al niño”, insistí.

La verdadera personalidad de Joaquín salió a flote cuando Sandra dio un paso hacia mí. La tomó del brazo con tanta fuerza que ella se dobló del dolor.

No pude hacer otra cosa que irme a los golpes, no me importó que mi cirugía estuviera tan reciente, tenía que librar a Sandra de las garras de ese hombre.

Todo pasó muy rápido, debía suponer que ese hombre estaba armado. Sacó un arma y tomó a Sandy por el cuello.

“Eres mi mujer y vendrás conmigo”, dijo apuntándole a la cabeza.

En ese momento me di cuenta de que no podía perderla, no soportaría mi vida si le pasaba algo.

“¡Cálmate por favor! Si en verdad la quieres no la lastimes”, le dije tratando de tranquilizarlo para que bajara el arma.

“Yo la voy a dejar en paz, pero por favor, no le hagas daño, su hijo, tú hijo la necesita”.

Un auto estacionado detrás de él comenzó a sonar la alarma por sensor de movimiento, el ruido distrajo a Joaquín y aproveché para jalar a Sandy y alejarla de él.

El hombre disparó hacia mí y Sandra se interpuso entre la bala y mi cuerpo, así de grande era el amor que ella sentía por mí. No pensó en ella, no pensó en su hijo, lo único que le importó fue protegerme.

Joaquín se asustó, subió a su auto y se fue a toda velocidad. Sandra cayó al piso con el v!entre lleno de sangre y yo comencé a gritar para pedir ayuda.

Por fortuna la ambulancia llegó pronto, fuimos al hospital y lograron sacarle la bala que no tocó ningún órgano vital.

“¿Estás bien?”, le pregunté cuando salió de la cirugía y recobró el conocimiento.

“Sí, estoy bien, gracias por salvarme, si hubiera subido a ese auto, no sé qué hubiera pasado”.

“Estoy seguro que sus intenciones eran secuestrarte, llevarte con él por la fuerza, a él no le importa su hijo, te quiere a ti”.

“Gracias por estar ahí. Pensé que no iba a volver a verte después de que te fuiste con esa mujer”.

“Esa mujer, voy a contarte todo lo que esa mujer significa para mí, pero este no es el momento. Cuando salgas del hospital y estés recuperada hablaremos”

“Adrián yo te amo, te amo más que a mi vida y si tú prefieres estar con ella que conmigo, lo entenderé y te dejaré ir. Eres libre, no te sientas atado a mi amor. Si tú no me amas como yo te amo, prefiero no tenerte a mi lado”.

“Morelia y yo nos conocimos hace meses, unos días después de que descubrí la infidelidad e Karina, gracias a ella fue que pude sobrellevar esa decepción, es una gran mujer y yo tenía una deuda con ella porque le hice daño sin querer”

“¿La amas?”, me preguntó y sus ojos se llenaron de lágrimas.

“Sí, Sandy, la amo, le tengo un gran amor y siempre va a ser una mujer importante en mi vida. Pero ella no me ama a mí. El amor de Morelia es de Carlos lo supe esta mañana”.

“¿Estuvieron juntos?”

“No, solo la consolé por el dolor que sentía ante la situación que vivió. No te voy a engañar, nos besamos cuando nos separamos esta mañana y ese beso me dio la respuesta que buscaba. El amor de Morelia no es mío y, es más, creo que nunca lo fue”.

“Es una mujer muy afortunada, tú la amas y Carlos también, a él le afectó mucho saber que se fue contigo salió desesperado a buscarla”

“A esta hora ya deben estar juntos”, dije con media sonrisa.

“¿Y sabes qué? Me alegra mucho por ella. Morelia al igual que tú es una gran mujer, no merece todo el sufrimiento que ha vivido”

“Tal vez si le dices que la amas ella te elija a ti”, me dijo tratando de ocultar su dolor.

“Ve por ella, no pierdes nada intentándolo”.

Recordé que a Morelia también le interesaba saber si yo amaba a Sandra y quizás malinterpreté la sensación del beso.

Quizá todavía tenía una oportunidad con ella.

La abracé y le di un beso en la frente, Sandra me amaba tanto que estuvo dispuesta a dar su vida por mí y se merecía que yo me quedara con ella, pero yo también tenía derecho a ser feliz.

Era de madrugada, esperé a que amaneciera, debía ir a buscar a Morelia, pero no sabía a dónde, no podía presentarme en casa de Carlos para buscarla. Tenía que encontrar la forma de contactarla.

Cuando supe que darían de alta a Sandy y su madre llegó al hospital para llevarla con ella, pensé que era el momento de buscar a Morelia.

Me pareció una visión cuando la vi salir de un consultorio en el mismo hospital donde me encontraba.

Estaba de espaldas, sacó su móvil y hablaba con su amiga.

“¿Peri? ¡Amiga acaba de suceder un milagro! Estoy tan feliz que no pude esperar a verte para contarte. ¡Estoy embarazada! ¡Voy a tener un hijo de Carlos!”

No me atreví a acercarme, contra eso yo no podía competir.

Amaba a Morelia, pero ella, ya había encontrado a su Amor verdadero.

En ese momento entendí que yo había sido un instrumento en la vida de More, un peldaño que tuvo que escalar para encontrase con destino.

Y quizá, eso fue lo que me llevó a encontrarme con Sandy.

Quizá el amor que sentía por ella no era tan grande como lo que me unía a Morelia, sin embargo, también era muy fuerte, decidí quedarme con ella por elección, dejar de luchar por algo que ya no estaba en mis manos.

Sandra se merecía mi total devoción y sabía que el amor que sentía por ella era suficiente, para tener una verdadera historia de amor.

“Sandy”, le dije cuando la alcancé subiendo al auto de su madre.

“No quiero…No puedo estar con Morelia, yo solo te necesito a ti en mi vida para ser feliz”.

Su rostro se iluminó de felicidad y eso llenó de alegría mi corazón, Morelia Ortega pronto sería solo un recuerdo.

Sandra se merecía todo el amor que yo pudiera darle.

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