Amor verdadero -
Capítulo 68 (FIN)
Capítulo 68: (FIN)
FINAL DE MORELIA
Salí de casa de Carlos con el corazón destrozado, no era posible que Leticia fuera capaz de semejante atrocidad para lastimar al hombre que se suponía que una vez amó.
Me dolió en el alma ver a Carlos tan devastado, hubiera dado lo que fuera por compartir con él ese dolor y por estar a su lado brindándole mi apoyo.
Sin embargo, mi presencia en lugar de ayudarlo le haría daño y con todo el amor que sentía por él, era preferible alejarme.
Había descubierto que Carlos era el verdadero amor de mi vida, mi llama gemela. Desde que nos reencontramos su amor lo único que hacía era sanar mi corazón. Él me mostró que el verdadero amor no solo te hace vibrar el cuerpo, también te mueve el alma.
En ese último beso con Adrián supe que el amor que sentía por él no era tan fuerte como para opacar lo que sentía por Carlos, Ahora lo sabía y estaba más segura que nunca que nunca. La lección que aprendí de mi historia con Adrián fue que no necesitaba un hombre en mi vida para ser feliz, con él aprendí a soltar mis apegos emocionales.
Cuando él apareció quise aferrarme a esa conexión que había entre nosotros, dejándome llevar por la atracción física y emocional que teníamos, sin embargo no era la brujería la que no me permitía conectar con él se%ualmente, era que el amor que yo sentía no era suficiente como para entregarme en cuerpo y alma y yo como mujer, tenía que tener un vínculo para entregarme a un hombre.
Nunca fui promiscua, los hombres con los que había tenido se%o, siempre habían sido hombres a los que me unía un vínculo afectivo, ahora sabía que no había sido amor verdadero, pero sí un cariño muy especial.
A Adrián lo quería sí, y mucho, quería tenerlo en mi vida para siempre, pero como ese amigo incondicional, como mi cómplice en las buenas y en las malas.
A Carlos lo amaba y lo quería en mi vida para amarlo, para sentir su amor, para entregarle no solo mi cuerpo, sino también mi corazón y mi alma, mi vida entera.
Caminé durante un rato para despejarme, esta vez no quería llorar, estaba muy triste por no poder estar junto al hombre al que amaba, pero también sabía que de esa manera lo ayudaba a que pudiera conservar a Valentina.
Sabía que nuestra separación no era definitiva, solo era cuestión de tiempo para que volviéramos a estar juntos y felices.
Caminando sobre la acera me encontré frente a un hotel, ahí en la terraza del restaurante estaba Leticia, como toda una señora de la alta sociedad tomado café y hablando por el móvil.
Tal vez no era correcto lo que iba a hacer, pero no me quería quedar con las ganas de decirle unas cuantas verdades.
En el bachillerato nunca fuimos amigas, siempre la envidié por tener la atención de Carlos y ella era un tanto especial, siempre se sintió superior en todos los sentidos, sobre todo por el nivel socioeconómico.
“¿Ya estarás contenta no? Ya hiciste que Carlos termine su relación conmigo, ya déjalo en paz, piensa en que estás afectando emocionalmente a tu hija”.
“Vaya, vaya, la pequeña z%rra salió de su madriguera”, dijo para insultarme.
“No me afecta que me digas z%rra, no fui yo quien abandonó a su hija por correr tras un hombre”.
“Tenía derecho a buscar una vida mejor, cuando me casé con Carlos pensé que iba a vivir en una residencia como la de su mamá, y que él me iba a dar todo lo que yo me merecía”.
“Eres una vulgar oportunista, lo dejaste cuando más te necesitaba, cuando perdió su negocio y se le vino el mundo encima. No mereces que Valentina te llame mamá”.
“Esa niña va a hacer que su padre me acepte de nuevo en su vida, eso te lo aseguro y si ahora ya terminó contigo, es porque no eres importante para él. Yo siempre voy a ser el amor de su vida”.
“Ay Leticia, me das lástima, a lo que tienes que recurrir para recuperar el amor de un hombre al que tú misma dejaste. Lo que no es justo es que no pienses en el daño que le haces a tu hija”.
“Mira Morelia, termina de largarte de la vida de Carlos y deja que yo haga con mi hija lo que se me dé la gana”.
“Espero que no te arrepientas de lo que estás haciendo, Carlos y yo terminamos, pero ¿Sabes una cosa? Hagas lo que hagas, no puedes acabar con el amor que él y yo nos tenemos”.
“Eso está por verse”.
Me fui de ahí, aunque tenía ganas de arrancarle los cabellos a la bruja esa, pero no quería empeorar más las cosas para Carlos.
Cuando salí del restaurante del hotel sentí un pequeño mareo, había desayunado chilaquiles con Peri, pero ya era tarde y no había comido nada así que pensé que se me habían bajado los niveles de glucosa. Me detuve en una tienda de conveniencia para comprar un jugo embotellado y luego me fui directo a casa de mi hermana Alondra.
Según mi psicólogo no era bueno quedarme sola cuando estaba triste y qué mejor que pasar la tarde con mi hermana y con sus hijos.
La convencí de que hiciera hamburguesas para cenar, no le quedaban tan ricas como a Carlos, pero también tenía su receta secreta para preparar la carne y le quedaban bastante bien.
Cenamos y nos pusimos a jugar un juego de mesa, traté de concéntrame y no pensar en lo que estaba sufriendo mi corazón.
Siempre había sido experta en ocultar mis sentimientos de los demás y esa no iba a ser la excepción.
Después de cenarme una suculenta hamburguesa, tuve que correr al baño porque tuve la necesidad de vomitar, me sentí fatal del estómago y estaba muy mareada.
“Tu hamburguesa me hizo daño, ¿Segura que la carne no estaba dañada?”
“Hermana la compré hoy y estaba fresca además a nosotros no nos pasó nada, seguro fue algo que comiste e la calle”.
Me lavé la boca y el malestar desapareció por sí solo, como por arte de magia.
“¿Y si hacemos cocoa caliente con malvaviscos?”
“¿Acaso estás de antojos tía? Primero Hamburguesas y ahora cocoa ¿No que se sentía mal del estómago?”
“¿Hermana no estarás embarazada?”, dijo alondra mirándome a los ojos.
“¿Embarazada? ¡Nooo! ¿Cómo crees? Tú sabes que eso es imposible”.
“Acuérdate que me contaste que cuando te operaron, la anestesióloga te dijo que esa operación era muy dolorosa y que era probable que te embarazaras si cambiabas de hombre”.
“Pero eso fue antes de que el ginecólogo me dijera que los quistes habían atrofiado mis trompas y que no iba a poder tener hijos nunca”.
“Pues yo que tú iba al médico para salir de dudas, por lo pronto dame esos cigarrillos, deja de fumar hasta que sepas qué tienes”.
Me quedé pensando en la posibilidad de un embarazo, no quería hacerme ilusiones, pero el solo hecho de pensar en tener un hijo de Carlos me llenaba de ilusión.
Mi hermana me hizo mi taza de cocoa caliente y mis sobrinos por supuesto también pidieron, siempre decían que su mamá me consentía más que a ellos y es que sí, para Alondra yo seguía siendo su hermana chiquita.
Por la noche regresé al departamento que me prestó mi hermano, comencé a pensar en todos los arreglos que debía hacer, necesitaba pintar las paredes, arreglar el closet, comprar cortinas y unos cojines nuevos para la sala porque lo que tenían ya estaban desgatados.
Mantener mi mente ocupada me había ayudado a no sentirme tan mal, hasta que me fui a la cama, ya me había acostumbrado a dormir con los enormes brazos de Carlos rodeando mi cuerpo y aspirando el delicioso aroma que quedaba después de hacernos el amor y ahora tenía que acostumbrarme a volver a dormir sola.
Esta vez mi soledad se sentía muy diferente, no era como cuando dejé a José, que me sentía devastada, herida, humillada y con baja autoestima.
Esta vez me sentía fuerte, amada, sabía que en su cama Carlos también me pensaba y me añoraba, así que me decidí a enviarle un mensaje.
More Ortega: [Sé que me amas tanto como yo a ti y estoy segura de que esta separación será temporal, no importa que el juicio dure meses O años, yo voy a esperar por ti, esperé muchos años para que me miraras y no estoy dispuesta a dejarte Ir]
Carlos Olvera: [No sabes lo feliz que me hacen tus palabras, pensé que te habia perdido para siempre, que te quedarías con Adrián]
More Ortega: [Adrián es mi alma gemela, pero tú eres mi Llama gemela, estoy segura, si no sabes lo que significa, pregúntale a Abu, estoy segura de que ella te puede explicar]
Carlos Olvera: [No puedo creer que mi madre te haya contagiado con eso en tan poco tiempo, ¿Y cómo sabes que soy yo y no él?]
More Ortega: [Es muy fácil, tú eres Capricornio, un signo de tierra y yo soy Cáncer un signo de agua ¿Qué pasa cuando el agua y la tierra se juntan? El agua le da a la tierra todos los nutrientes necesarios para generar vida. Adrián es Acuario ¿Y qué pasa cuando el agua y el aire se juntan? Al principio parece una buena combinación, pero luego se convierten en huracanes que todo lo destrozan a su paso provocando caos y destrucción]
Carlos Olvera: [¿De dónde sacaste todo eso? No sabía que te interesaban tanto los horóscopos]
More Ortega: [Yo tampoco lo sabía, pero hoy mientas caminaba para pensar en lo que hablamos, compré un libro y se me hizo interesante. Lo importante de esto es que tu sepas que te amo que estaré a tu lado, aunque no esté contigo y que te esperaré toda una vida sí es necesario]
Carlos Olvera: [Te amo Morelía Ortega, no sé cómo es que no te vi en el bachillerato. Seguramente la adolescencia me tenia ciego]
More Ortega_ [Es porque los tiempos de Dios son divinos, él sabe cuándo las almas ya están preparadas para encontrarse, tú y yo teníamos mucho que aprender con nuestras almas Karmáticas para poder llegar a este amor]
Nos enviamos besos y prometimos buscarnos cuando todo terminara, no era conveniente que siguiéramos hablando, en este mundo la tecnología se podía hackear y no era seguro que se dieran cuenta de que habíamos terminado, pero seguíamos en contacto.
Me desperté con náuseas y me serví un vaso de leche para ver si se me pasaban, tuve que correr al baño porque volví a vomitar.
Era el momento de acudir al médico, por mis antecedentes de úlceras gástricas no podía estar vomitando porque podía ser perjudicial para mi esófago, así que pedí un auto de alquiler y me fui directo al hospital general, ahí estaba el médico de mi confianza.
“Creo que tengo una infección estomacal doctor, he vomitado tres veces y tengo nauseas que van y vienen todo el tiempo”
“Acuéstate, te voy a revisar”.
Me recosté en la mesa de exploración y el doctor comenzó a revisarme con el estetoscopio, el v!entre y el v!entre bajo.
“Morelia ¿Has tenido antojos también?”
“Bueno, si se le puede llamar antojos a que he comido hamburguesas dos días seguidos y en pleno verano se me antoja la cocoa caliente con el calor que hace, supongo que sí”
El médico sacó una prueba de embarazo de un cajón.
“Este es el método más rápido, yo sé que tienes problemas de esterilidad por síndrome de ovarios poliquísticos, pero se han dado casos en que las hormonas se regulan con algunos cambios alimenticios y pérdida de peso y tú estás muy delgada a comparación de la última vez que te vi”
Entré en el baño y aunque no sentía ganas de orinar, me hice la prueba, el doctor se sorprendió al ver que había salido positiva.
“¿Es positiva doctor?”, pregunté, aunque ya había visto las dos rayitas que confirmaban el resultado.
“Todo parece indicar que sí, pero es mejor asegurarnos”.
Llamó al consultorio del ginecólogo y le pidió que me atendiera de urgencia, así que fui de inmediato.
El ginecólogo me hizo un ultrasonido.
“¡Felicidades señora Ortega! Está embarazada de seis semanas de gestación. Es muy importante que se cuide mucho porque sus antecedentes no son buenos, puede presentarse alguna amenaza de aborto, le voy a recetar algunas vitaminas y suplementos alimenticios para fortalecer su útero y su matriz, con los cuidados adecuados, ese bebé nacerá fuerte y sano”.
Mi corazón estaba acelerado, era sin duda la mejor noticia que había recibido en mi vida, ¡Era un verdadero milagro! Quería correr a decirle a Carlos, pero sabía que si lo hacía él no iba a permitir que estuviéramos separados y eso pondría en riesgo la custodia de Valentina.
Decidí que no se lo diría, al menos hasta saber qué había pasado en la primera audiencia y si había posibilidades de que Leticia no pudiera hacer nada contra él.
A la primera que llamé para contarle fue a mi amiga Peri, por el momento iba a ser la única que lo supiera, el médico me dijo que, si superaba las doce semanas, ya podía dejar de pensar en un embarazo de alto riesgo.
Pasaron las semanas y yo no había visto ni hablado con Carlos, no sabía nada de él hasta que me llamó para darme la noticia.
“El juez ordenó que Leticia y yo debemos vivir un año juntos para saber si podemos salvar nuestro matrimonio y por el bien de Valentina. ¡Estoy que me lleva el demonio!”, dijo con la voz quebrada.
¿Pero no se dan cuenta que con eso la van a dañar psicológicamente? Se va acostumbrar a ella y cuando se vaya va a volver a sufrir.
“Eso es lo que mi abogado va a apelar, llamarán a declarar a la psicóloga de la niña, pero lo más probable es que no consigamos nada, ella solo puede hablar de la falta que le ha hecho su madre en los últimos años, hasta puede resultar contraproducente”.
“Tranquilo mi amor, estoy segura de que todo se va a solucionar, ya lo verás. No olvides que te amo”, le dije y colgué para que no me escuchara llorar.
Nunca lo pondría en la disyuntiva de elegir entre un hijo y otro, Valentina era su vida y yo no le iba a quitar la intención de protegerla hasta el final, aun en contra de su felicidad.
Un mes después me dijo que los abogados no pudieron hacer nada, Leticia iba a regresar a su vida por un año y en ese tiempo iban a evaluar a la niña cada tres meses psicólogos especializados.
Era una verdadera aberración hacerle eso a una chiquita, pero las leyes no tomaban en cuenta los sentimientos de la gente y Leticia tenía mucho dinero como para hacer que virara la ley a su favor.
Opté por no decirle de mi embarazo, este bebé era motivo suficiente para ser la mujer más feliz del mundo, no necesitaba un hombre a mi lado, ahora tenía un motivo para vivir, para luchar y para ser feliz.
Tal vez nunca iba a volver a ver a Adrián y era lo mejor, él debía buscar su felicidad al lado de Sandra y Carlos, él no merecía sufrir sabiendo que esperaba un hijo con el que no podría estar, porque corría el riesgo de perder a su hija. Era injusto sí, pero así era la vida. No siempre se podía estar al lado de la persona que uno amaba, aunque el amor fuera verdadero.
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FIN
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