Amor verdadero
Capítulo 63

Capítulo 63:

No pude levantarme porque todo comenzó a dar vueltas y me dejé caer en la cama, cuando abrí los ojos, estaba ahí, recostada y acurrucada entre los brazos de Adrián que me sostenían con ternura.

Algo sentí en mi corazón.

¿Qué?

No lo sabía, lo único que sabía era que me sentía muy bien en sus brazos, me sentía segura y protegida, aunque mi corazón dolía por lo sucedido con Carlos.

Estaba muy confundida, necesitaba aclarar mis ideas porque no quería equivocarme, no quería volver a sufrir otra desilusión y, sobre todo, necesitaba no hacer sufrir a personas inocentes.

Me dolía la cabeza por el exceso de vino y sentía la boca seca y amarga, quizá por el disgusto, me levanté despacito tratando de no despertarlo y entré en el baño para lavarme la boca.

Me vi al espejo y me veía fatal, estaba despeinada, sin una gota de maquillaje porque después de salir de la piscina no me maquillé y mi ropa estaba hecha una facha.

Cuando volví Adrián se había despertado y estaba sentado sobre la cama.

“Lo siento mucho, lamento haberte metido en este problema con tu mujer”, le dije y lo decía sinceramente, Sandra era la que menos culpa tenía en toda esta confusión.

“¿Hablaste con ella?”

“No, no he podido comunicarme, tiene apagado el móvil”

“No te preocupes, todo se va a solucionar, para bien o para mal, estamos tu y yo aquí ahora”.

“Me dolió mucho cuando pensé que me habías mandado a la m!erda sin avisar. Estaba furiosa y ahora me siento mal por no haber estado contigo en tu convalecencia”

“No te preocupes, si hubieras estado, no te habría reconocido y tal vez eso hubiera sido peor para ti. No recordaba ni a mi esposa, ni a mis hijos, mis últimos recuerdos eran del bachillerato”.

“Debe haber sido muy difícil para ti”.

“More dime una cosa, sé que te va extrañar esta pregunta, pero necesito escucharte, créeme que tengo muy buenas razones para hacerla”.

“Hazla, me estás asustando”

“¿Crees en la brujería?”

“Ja, ja, ja ¿Por qué me preguntas eso? ¿Acaso no me conoces? A veces ni siquiera creo en mi misma. Si no fuera por mi psicólogo, estaría en un psiquiátrico con depresión o algo peor”.

“Perdóname, es solo que ese altar en tu casa y esa caja roja sobre tu mesa de noche, son tan extrañas para mí”

“El altar ya te había dicho que lo colocó mi amiga Peri para que hiciera oración a San Judas Tadeo para atraer trabajo y abundancia a mi vida y la caja roja… ja, ja, ja te pregunté si querías ver lo que había adentro y no quisiste”.

“Es solo que descubrí que Karina me estaba haciendo brujería, tenía un altar muy parecido al tuyo, pero con una Santa muerte y una fotografía mía atada y no sé qué tantas porquerías más y estaba todo dentro de una caja como la tuya”

“Esa caja me la regaló mi amigo el psicólogo llena de flores, fue para agradecerme un favor que le hice alguna vez a su novio Santiago”.

“¿Tu psicólogo es g$y?”, preguntó extrañado y con un gesto de desaprobación en el rostro.

“Sí, ¿Por qué te sorprende? ¿Eres homofóbico?”

“Mmm no, no soy homofóbico, simplemente, no estoy de acuerdo con ese estilo de vida”.

“Mejor no hablemos de eso porque terminaríamos discutiendo al respecto, yo soy muy respetuosa de las preferencias sexuales, religiosas, políticas y demás de cada persona, No me incomoda, por el contrario, los admiro por atreverse a vivir su libertad sexual sin que les afecte el pensamiento de personas como tú”.

“No voy a contestar a eso porque tienes razón, terminaríamos en una discusión y no íbamos a llegar a ningún acuerdo. El hecho es que esa caja me causó algunas confusiones, sobre todo por el comentario que hiciste sobre que tenías ahí el miembro de tu exmarido”.

“Ya sé que fue un comentario muy estúpido y fuera de lugar, pero solo era una broma, en esa caja solo tengo mi set de manicura, algunos esmaltes para uñas y a mi mejor amigo, ese que me hace feliz cuando estoy sola”

“¿Tu vibrador?”

“Sí”, me sonrojé, aunque ya había hablado con él de ese tema.

Me contó todo lo de la brujería que le hizo su mujer y cómo le afectó al grado que tras esa decepción tuvo el accidente.

Él no quería sugestionarse, pero todo parecía indicar que las artimañas de esa mujer habían surtido efectos en él.

“Incluso creo que fue eso lo que me provocó la insatisfacción sexual…”

Me quedé pensando, porque Peri me había comentado que tal vez él y yo no lográbamos conectar se%ualmente porque él tenía un amarre y al parecer ella estaba en lo cierto. Yo no sabía si creer en esas cosas o no, pero ya incluso, creía que mi horóscopo tenía algo de cierto.

Me preguntaba qué pasaría si lo volviéramos a intentar, ya libre de su amarre, pero para eso, yo tenía que aclarar mis sentimientos hacia Carlos, porque si algo quería en el mundo, era un amor verdadero, uno que me hiciera vibrar, no solo en la cama, sino también en la vida.

“Tal vez fue eso, yo…creo que debo contarte quién es Carlos y cómo es que terminé viviendo con él”

“No tienes que hacerlo si no quieres, después de todo, yo no soy nadie para pedirte explicaciones”.

“Tú me contaste cómo te reencontraste con Sandra, y quiero que sepas que yo estuve enamorada de Carlos desde el bachillerato. Nunca antes se había fijado en mí, pero cuando nos reencontramos, nos dimos cuenta de que teníamos una conexión y todo fluyó casi sin pensarlo”.

“Anoche te pregunté silo amas y no me contestaste”

“Yo también te pregunté si amabas a Sandra y tampoco me contestaste”.

“¿Por qué quieres saber?”

“¿Tú por qué quieres saber?”

Sin decir una palabra más nos acercamos uno al otro, nos fundimos en un beso que comenzó siendo tierno y suave, luego se fue haciendo más apasionado, nos separamos hasta que sentimos que nos quedábamos sin aliento,

“Creo que deberíamos irnos tenemos que hablar con nuestras parejas, hay que enfrentarnos a la realidad”.

“Tienes razón, ahora que tenemos todo claro, debemos hablar con ellos”

Salimos del hotel tomados de la mano, tal como solíamos caminar por el parque, yo me fui en un taxi, había Una persona a la que tenía que ver antes de buscar a Carlos.

Por la ventanilla vi cómo Adrián subía a otro taxi para ir en busca de Sandra.

Suspiré, mi corazón latía a mil por hora, ahora más que nunca, tenía bien claro, quién era mi verdadero amor.

“¿Qué hora es?”

Le pregunté al taxista porque no tenía el móvil conmigo.

“Las 07:07 a.m. señorita”, contestó y sin querer vi las placas del auto que circulaba delante de nosotros

Fui a mi casa a ducharme y cambiarme de ropa, menos mal había dejado algunas cosas en el departamento que me prestó mi hermano y tenía una llave dentro de una maceta.

También aproveché para llevar conmigo el libro, ese de los mensajes de los ángeles quizá, me iba a ser de gran ayuda.

Fui a buscar a Peri, ella era la única que podía ayudarme porque era la única persona en quien confiaba y que estaba tan loca y obsesionada con los horóscopos y lo ángeles que estaba segura de que iba a encontrar una explicación para todas esas sincronías numéricas extrañas que me habían venido persiguiendo desde hacía meses.

Además, necesitaba de sus sabios consejos para entender mejor lo que me había pasado con Adrián.

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