Amor verdadero -
Capítulo 61
Capítulo 61:
En medio del caos Morelia salió corriendo, sin darnos cuenta nos topamos de frente, ella chocó contra mi pecho y las lágrimas en sus ojos me conmovieron al grado de que me olvidé que estaba ahí con Sandy.
“¡Sácame de aquí por favor!”, fue lo único que dijo.
Sin sudarlo un segundo y sin pensar en las consecuencias la tomé de la mano y salimos de la casa. Por fortuna un taxi pasaba y se detuvo en cuanto le hice una señal.
“¡Adrián! ¿A dónde vas? ¿Qué significa esto?”, escuché gritar a Sandy, pero no me detuve a contestarle porque el taxi arrancó y se alejó a toda velocidad.
Morelia lloraba de una forma inconsolable, se refugió en mi pecho y yo solo atinaba a acariciar sus cabellos.
“Tranquila More, debes tranquilizarte ¿A dónde quieres que te lleve?”, pregunté porque el taxi preguntó qué dirección debía tomar.
“A donde sea, no me importa, solo llévame muy lejos de aquí”
Tal vez no era la mejor idea, pero ella necesitaba un sitio para refugiarse y yo no tenía un lugar en esa ciudad, así que le pedí al taxi que nos dejara en un hotel a las afueras de la ciudad para que ella sintiera que se había alejado.
Por lo que conocía de ella, me daba cuenta que solía huir, alejarse de las situaciones que la lastimaban quizá no era el mejor recurso, pero si era lo que necesitaba, yo estaba ahí para ayudarla.
Entramos en la habitación del hotel y me pidió que solicitara algo de beber, nunca habíamos tomado alcohol estando juntos, en nuestras charlas solo tomábamos café, pero esta vez ella lo necesitaba quizá para desahogar lo que estaba sintiendo.
A mí me dolía el pecho al verla en ese estado, debía querer mucho a ese hombre para ponerse así, porque incluso cuando me habló de su esposo, nunca la vi derramar una sola lágrima.
Pedí una botella de vino, yo todavía no podía beber alcohol por los antibióticos que tomaba después de mi cirugía, así que solo me serví una copa para acompañarla, pero preferí no beber, solo fingir que lo hacía.
“¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿A caso no tengo derecho a que alguien me ame y me elija solo a mí?”
“José me engañó con otra, tú me abandonaste sin una explicación y ahora él…”
“More, no sabes lo que pasó, debiste quedarte y escuchar a Carlos, si estás tan afectada es porque te importa, deberías escucharlo”
“¿Que si me importa? Si quiere se puede quedar con Leticia o con quien quiera, yo no estoy dispuesta a sufrir otra vez por hombre”, dijo sirviéndose la última gota de la botella de vino que le había afectado mucho, estaba totalmente ebria.
“More, no puedes juzgar así lo que pasó, por lo menos deberías escucharlo. Aunque sé que eres tan testaruda que no lo harás, así como no quisiste escucharme a mí”.
“¿Qué debía escuchar? ¿Qué me dejaste de hablar sin una explicación? ¿Qué me bloqueaste porque no querías saber de mí? ¿Qué te llamé y me cortaste la llamada? No hay una explicación para eso Adrián, el interés se nota, pero el desinterés, se nota más y tú me demostraste que no querías saber nada de mí”.
“More te juro que las cosas no fueron así ¡Mira!”
Me quité la gorra que todavía usaba porque mi cabello apenas comenzaba a salir, le mostré la cicatriz en mi cabeza.
“¿Qué te paso?”
Se sorprendió al ver el tamaño de la cicatriz.
“Tuve un accidente de al día siguiente de la última vez que nos vimos, gracias a eso tuve lagunas mentales que me provocaron una pérdida de memoria temporal. Yo no te bloqueé, seguramente fue Karina, la madre de mis hijos, mi celular no tiene contraseña tú lo sabes”.
Se me quedó mirando por un momento, como si estuviera tratando de asimilar lo que le estaba diciendo.
“¡Oh Adrián! Lo siento, lo siento mucho, de verdad, no sabes cómo siento no haberme enterado, te habría visitado en el hospital si lo hubiera sabido”
“Fue en el hospital donde me reencontré con Sandra, ella fue mi novia en el bachillerato y ella me ha cuidado todo el tiempo”
“¿La amas?”
Me preguntó mirándome a los ojos con esa mirada tierna y dulce que me hacía querer abrazarla y protegerla.
Me quedé mirándola no sabía qué contestar, no tenía Una respuesta para su pregunta porque en ese momento mi cabeza y mi corazón estaban en una lucha constante y ninguno de los dos estaba dispuesto a dejarse vencer.
“¿Tú amas a Carlos?”
Le contesté con otra pregunta, necesitaba escucharla, aunque su llanto ya me había dado una respuesta, yo necesitaba que me lo dijeran sus labios.
No sabía por qué, pero necesitaba escucharla. En ese momento mi relación con Sandra era probable que ya estuviera terminada, no sabía si me iba a escuchar y si me perdonaría por haberla dejado para salir corriendo detrás de otra mujer.
Lo que tampoco sabía era lo que sentía por Morelia, me dolía su dolor, sentí celos al verla con otro hombre. Me dio rabia pensar que ella sería capaz de recurrir a esas artimañas de la brujería igual que Karina para tener la atención de un hombre.
Por un momento ni siquiera yo sabía qué hacía ahí con ella, en lugar de estar con Sandy, simplemente sentí que me necesitaba y no pude evitar tomarla de la mano cuando me suplicó que la ayudara.
“Debemos irnos”, dijo, pero cuando se puso de pie se dejó caer, estaba muy mareada por el alcohol, ni siquiera sabía si estaba consiente de nuestra conversación.
“Es mejor que descanses un momento, tomaste demasiado, deberías tratar de dormir y ya tomarás una decisión”.
Se dejó caer sobre la cama y yo solo la cargué para acomodarla mejor y le quité los zapatos para que estuviera más cómoda.
Tomé el móvil, por instinto quise llamar a Sandy, ella merecía una explicación de mi parte, estuve a punto de dejar a Morelia para ir a buscarla a casa de su madre y hablar con ella, pero ver a More así, recostada en la cama, sollozando, tan vulnerable como una niña pequeña, simplemente, no podía dejarla sola.
Llamé al móvil e Sandra y lo tenía apagado, debía estar muy enojada y triste por mi culpa, la había dañado sin proponérmelo, fui un estúpido tal vez, pero necesitaba saber qué era eso que me unía a Morelia, necesitaba saber por qué no me la podía quitar de la mente.
Me senté a su lado y estuve velando su sueño por unas horas, hasta que el cansancio me venció y me dejé caer en la cama junto a ella.
…
Hacía tiempo que no me veía con Roberto, tenía ganas de se%y y él era un buen amante, así que lo llamé para decirle que necesitaba verlo y aprovechó un espacio en su agenda para visitarme.
Algo me pasó, a pesar de la excitación y las ganas que sentía, mi v$gina no lubricó, lejos de disfrutarlo lo sufrí porque el roce de su miembro con mi interior me producía irritación y ardor, era como si tuviera una infección, porque me negaba a pensar que se tratara de un desorden hormonal por la menopausia.
Para colmo Roberto parecía tener más vigor que de costumbre y se tardó tanto en llegar al clímax que no me quedó más remedio que fingir para que se diera prisa.
“¿Qué te pasa? Te sentí reseca por dentro, ya no estás tan rica como antes, te estás poniendo vieja”.
“¡Todo lo que me está pasando es tu culpa!”, le grité empujándolo y comencé a vestirme, desde que Adrián nos descubrió teniendo se%o en nuestra casa, mi vida se había vuelto todo un caos, de seguro que estoy así por el estrés.
“¿Mi culpa? Pero si tú fuiste la que insistió en que lo hiciéramos aquí, yo siempre te dije que era mejor que nos viéramos en un hotel. ¡Ah no! La señora quería sentir la adrenalina de hacerlo en la cama que compartía con su esposo”
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