Amor verdadero
Capítulo 60

Capítulo 60:

“¡Valentina mi amor! ¡Aquí llegó tu mamá para festejar tu cumpleaños! ¡Mira qué hermoso regalo te traje!”

Leticia entró por la puerta, se veía guapísima vestida con ropa de diseñador, parecía una modelo de revista.

Yo me quedé pasmada, no atinaba a decir palabra, lo único que pude hacer fue levantar el rostro y mirar a Carlos que la miraba con la boca semi abierta, como si estuviera viendo un fantasma y el brazo que rodeaba mi cintura, ese que me daba seguridad, me soltó de inmediato, como si no quisiera que su mujer se diera cuenta de que estaba conmigo.

La fiesta de cumpleaños de mi hija fue todo un éxito, los niños estuvieron felices y Valentina disfrutó tal como había deseado que fuera.

Me encantaba ver a mis dos amores juntas, Morelia sin duda era esa mujer que me complementaba como hombre.

Yo solía decir que no creía en los horóscopos, aunque mi madre siempre estaba al pendiente de lo que el mío decía.

Cuando le hablé sobre More lo primero que quiso saber era su fecha de nacimiento, para saber si ella y yo éramos compatibles.

“Cáncer es el opuesto complementario de Capricornio, sin duda, estás hechos el uno para el otro”, decía y yo solo le decía que si para no hacerla enojar.

Sin duda en esa fiesta descubrí que sí, Morelia Ortega era esa persona que me complementaba, era como si fuera una extensión de mi propio ser.

Todo pasó tan rápido que no supe en qué momento todo lo que era felicidad para nuestra pequeña familia se convirtió en un caos.

Leticia llegó y entró en la casa sin avisar, nunca imaginé que todavía conservara las llaves después de tanto tiempo de ausencia.

“¡Valentina mi amor! ¡Aquí llegó tu mamá para festejar tu cumpleaños! ¡Mira qué hermoso regalo te traje!”, dijo y provocó que mi hija diera un salto por la impresión.

Tuve que soltar a Morelia a quien rodeaba por la cintura para sostener a mí hija con ambas manos, en ese momento sentí que esa mujer estaba ahí con la intención de arrebatármela,

La situación se volvió muy incómoda para los invitados que no sabían lo que estaba pasando, como era de esperarse, las mujeres miraban a Leticia de arriba abajo con curiosidad. No puedo negar que se veía muy guapa y elegante, pero yo solo podía ver en ella un predador que estaba ahí para robarme a mi más grande tesoro.

“¿Papi?”

Me miró mi hija con angustia y miedo en sus ojos, ella casi no la recordaba y además estaba cambiada, se había pintado el cabello de rubio, había bajado de peso y se veía muy diferente a como mi hija la vio por última vez.

“¡Carlos cariño, estás más guapo que nunca! Estos años te han sentado bastante bien”.

Se paró frente a mí y mientras yo trataba de contener a Valentina que estaba a punto de llorar abrazada a mí con temor, Leticia me agarró el rostro con ambas manos y me dio un beso en los labios.

“Señores una disculpa por este mal momento, como ven es una situación familiar complicada, les agradecemos su presencia, pero al parecer la fiesta ya llegó su final”, dijo mi madre.

Moví la cabeza para alejarme del beso de Leticia, pero mis manos estaban ocupadas abrazando a mi niña y no pude hacer mucho para alejarme.

Todo pasó tan rápido que en un momento me vi en la disyuntiva entre proteger a mi niña y correr tras Morelia que salió corriendo sin decirme nada.

Los invitados entendieron lo que estaba pasando y comenzaron a irse sin hacer preguntas.

“¿Me quieres decir qué haces aquí? ¿cómo te atreves a aparecer, así como si nada después de la forma en la que te fuiste?”

“Vine porque estoy dispuesta a recuperar lo que es mío, esta es mi familia y debería ser yo quien estuviera compartiendo este día con mi hija”.

“¿Tu familia? ¿Ahora si te importa tu familia?”, la cuestioné.

“Mamá por favor llévate a Valentina, necesito hablar con esta mujer”.

“Esta mujer es la madre de esa niña, no tienes derecho a negarme que la vea y que pase tiempo con ella”.

“¿Pensaste en eso cuando te largaste con tu amante?”

“Carlos lo hice por nosotros, ese hombre me dio una vida llena de lujos y al final me dejó con una cuantiosa cantidad de dinero, sé que te ha ido mal desde que cerraste el restaurante y yo puedo darte el dinero para que vuelvas a empezar”.

“Por mí puedes largarte y meterte tu dinero ahí donde ya sabes. No me interesa tenerte cerca, tú ya no significas nada para mí”.

“¿Estás seguro de que no significo nada para ti cariño? Vi cómo soltaste a Morelia de la cintura. No puedo creer que te hayas involucrado en ella, aunque claro, siempre me di cuenta cómo te miraba en el bachillerato y cómo le brillaban los ojos al verte cuando había alguna reunión de compañeros. La muy z%rra de seguro solo estaba esperando una oportunidad para acercarte a ti”.

“No me importa lo que pienses, Morelia es la mujer de mi vida, la amo y es la única mujer que quiero a mi lado, así que lárgate, no tienes nada que hacer aquí”.

“¿La mujer de tu vida? No digas estupideces, bien sabes que a la única mujer que has podido amar es a mí. Lo hiciste desde que nos vimos por primera vez”.

“Tú te encargaste de terminar con ese amor que te tuve ¿Y sabes qué? Hoy por hoy te lo agradezco, no sabes cuánto me alegra que te hayas largado de mi vida. Morelia, es la mujer que me ha complementado como hombre en todos los sentidos y la única que merece estar a mi lado”.

“Te vas a arrepentir de esto, Te voy a dar donde más te duela, vete despidiendo de Valentina, porque me la voy a llevar”

“No te atrevas a acercarte a mi hija, te la llevarás sobre mi cadáver. Tú decidiste dejármela, hasta me dejaste una sesión de derechos de custodia firmada ¿Lo olvidaste?”

“Lo recuerdo muy bien Carlos, pero voy a hablar con un abogado y algo podrá hacer. Te la voy a quitar por las buenas o por las malas”.

“¡Lárgate!”

“Me largo, pero nos veremos muy pronto en el juzgado”.

Corrí a la calle tratando de alcanzar a Morelia, no sabía dónde estaba, pero si que se fue incluso sin su bolso.

Cuando salí, la mamá de Fabián y su hijo abordaban un taxi.

“¡Señora!”, grité y le pregunté si sabía por dónde se había ido mi mujer.

Me miró con lágrimas en los ojos, y al no ver a su esposo junto a ella, un dolor en el pecho me dijo que algo no estaba bien.

“Su mujer se acaba de fugar con mi esposo”, dijo y yo creía que estaba bromeando, hasta que sus lágrimas me dijeron que no lo hacía.

Cuando esa extraña mujer entró en la fiesta me di cuenta de que había juzgado mal a Morelia, por sus palabras supe que ella era la verdadera madre de la niña y la esposa de Carlos.

Eso me dio a entender que la relación entre ellos era reciente.

Todo pasó tan rápido que apenas tuve tiempo de reaccionar, la mujer se acercó al anfitrión y tomándolo del rostro con ambas manos comenzó a besarlo en los labios.

Soy hombre y sin duda pude ver la incomodidad del hombre y su intento fallido por rechazar aquél beso.

Me dolió ver el gesto en el rostro de Morelia y lo único en lo que pude pensar fue en abrazarla y ofrecerle mi apoyo.

La madre de Carlos anunció que la fiesta había terminado y por discreción los invitados comenzaron a salir de la casa como si estuvieran a la mitad del sismo y quisieran huir para salvar sus vidas, nadie quería estar en medio de una situación tan bochornosa.

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