Amor verdadero -
Capítulo 54
Capítulo 54:
A la hora de la comida Valentina prefirió sentarse junto a mí y no junto a su padre y me pidió que fuera yo quien le sirviera su porción del pescado gigante que nos habían preparado.
“¡Papi quiero que me hagan unas trenzas!”, gritó cuando pasó una señora ofreciendo este peinado típico de la costa.
Eligió un peinado y le dijo a la mujer que nos peinara a las dos igual.
Accedí, para complacerla, porque estaba feliz, a Carlos se le llenaban los ojos de agua, era la primera vez que Valentina tenía un detalle así con una mujer que podía ser una imagen materna para ella y yo, yo no podía con el corazón en mi pecho que había duplicado su tamaño.
Siempre soñé con tener una hija y tal parecía que la vida se había encargado de poner a Carlos en mi camino y con él, la oportunidad de darle a Valentina todo ese amor de madre que llevaba en mi corazón.
De regreso a casa me pidió que me fuera con ella en el asiento trasero y a pesar de los pucheros de Carlos que no quería ir solo adelante, ella ganó la disputa por mi atención.
Se quedó dormida en mi regazo y yo sentía como si un lazo irrompible nos acabara de unir para siempre.
“¿No vas a llevarme a mi primero?”
Le pregunté a Carlos cuando vi que no tomó la desviación hacia mi casa y se siguió por la autopista directo hacia la zona norte, donde él vivía.
“Si te bajas se va a despertar y no habrá poder humano que la haga dormir otra vez, llevémosla a ella primero”.
Llegamos a su departamento y la cargó para llevarla a su cama.
Me sorprendí al ver lo acogedor que era, y lo organizado que estaba, era sin duda un padre soltero muy responsable y consiente de las necesidades de su hija.
La recostó en su cama y yo le quité los zapatos, no quisimos despertarla para que se lavara los dientes.
“Voy a llamar a Señora Lidia, que es la vecina que me ayuda a cuidarla, para que se quede con ella en lo que te llevo a tu casa”
Yo asentí y la vocecita de Valentina nos sorprendió a los dos porque pensábamos que dormía.
“No te vayas More, quédate a dormir, la cama de mi papi es muy grande y no quiero que le de miedo dormir solito”.
Nos miramos y nos reímos por el motivo que dio para que pedirme que me quedara.
“¿Te quedas a cuidarme More? ¿No vas a permitir que me de miedo verdad?”
Carlos con una sonrisa seductora y ese brillo en los ojos cuando me miraba, me hizo imposible negarme a la petición.
“Está bien, me quedo, pero solo por esta noche dije”.
“¿Te quedas hasta mi cumpleaños?”, preguntó Valentina.
“Papá me hará una fiesta y vendrán mis amiguitos de la escuela. Quiero que sepan que ya pronto voy a tener una mamá”.
Las palabras de la niña me dieron directo al corazón.
“¿Una mamá?”, pregunté nerviosa.
“Si tú eres la novia de mi papá, cuando él y tú se casen, tú vas a ser mi mamá, porque a mi mami se la comió un dragón y ya nunca va a regresar”.
“Vale, princesa, no debemos presionar a More, ella y yo apenas nos estamos conociendo y si las cosas van bien, le pediré que venga a vivir con nosotros, pero para eso, todavía falta tiempo”.
“Yo no sé por qué los adultos son tan complicados, si yo quiero algo lo pido y así de fácil, solo pídele que se quede a vivir con nosotros, ella te dice que sí y entonces van por sus maletas y ya”.
“Duerme princesa y ya hablaremos del asunto ¿Te parece? Por lo pronto te prometo que estaré contigo en tu cumpleaños”.
Nos aseguramos de que se quedara dormida y esa noche hicimos el amor, calladitos, en silencio para que la niña no nos escuchara y yo pude sentir en mi pecho ese calor de hogar con el que siempre soñé.
…
Por la cirugía tan complicada en mi cerebro estuve hospitalizado más de una semana y luego pasé por un periodo de convalecencia en el que el médico me recomendó reposo absoluto y evitar el estrés y la fatiga tanto física, como mental.
Gracias a Sandy y a sus cuidados, pude reestablecerme en poco tiempo. Mi hijo Adrián siempre al pendiente del negocio y yo, orgulloso como padre, dejándome consentir.
Mi relación con Sandy avanzó a pasos agigantados, al grado de que saliendo del hospital me mudé con ella, insistió en que esa era la mejor manera de que tuviera una enfermera quien me cuidara y por supuesto mi madre apoyó la decisión.
La única que se opuso fue Karina, pero se tuvo que mantener al margen cuando le dije que ya había recuperado la memoria
“Nadie te va a cuidar mejor que Sandy, yo estoy muy vieja como para estar pendiente de tus medicamentos, los de tu padre y los míos al mismo tiempo”, dijo mi madre, aunque sabía que su intención, era más bien mantenerme lejos del alcance de Karina.
Mi amor por Sandy era verdadero, nuestra intimidad iba más allá de las relaciones sexuales, era una mujer extraordinaria y yo cada día la admiraba más, pero por alguna razón, no dejaba de pensar en que necesitaba ver a Morelia y darle una explicación por mi comportamiento.
Un fin de semana durante mi convalecencia, la madre de Sandy trajo a su hijo a casa, conocer al pequeño Fabián me hizo recordar cuando mi hijo tenía su edad y todo preguntaba porque ninguna respuesta era suficiente para él.
“¿Qué te pasó en la cabeza?”
Fue lo primero que preguntó, cuando pensé que su primera inquietud sería querer saber por qué vivía con su mamá.
Es porque tuve un accidente en el coche y me golpeé muy fuerte en la cabeza.
“¿Te dolió mucho?”
“Sí, todavía me duele un poco”, dijo mientras soltaba una pequeña carcajada.
“¿Mami me puedes cortar el cabello como el de Adrián?”
“¿Quieres que te quiten todo el cabello de la cabeza?”
“Quiero que me compres una gorra roja, como la suya”
Tomé mi gorra y se la regalé.
“No es necesario que te corten el cabello para que tengas una gorra como la mía”.
“¿Te va a volver a salir el cabello?”
“Si, eso espero”, me reí.
…
Pasamos un fin de semana de lo más divertido, jugando videojuegos, viendo películas y Fabián, nunca preguntó nada sobre la relación entre su madre y yo. Luego Sandy me explicó que su abuela ya le había hablado de mi y que él lo había entendido perfectamente. Era sin duda un pequeño muy inteligente.
Me quitaron las puntadas de la cirugía y el médico me dio de alta, solo recomendó que no hiciera ejercicio ni esfuerzos físicos durante un mes más, pero que ya podía hacer mi vida normal.
Comencé por volver al trabajo, hacía mucho tiempo que tenía abandonados a mis clientes y ya me sentía en perfectas condiciones y necesitaba ocupar mi tiempo.
Por fortuna la aseguradora determinó que el camión fue el responsable del accidente y me pagaron mi auto, por lo que pude adquirir otro, aunque de menor valor, pero eso no importaba, necesitaba un vehículo para moverme.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar