Amor verdadero -
Capítulo 48
Capítulo 48:
“El próximo mes es el cumpleaños de mi amiga Valentina y quiero que me compres un regalo muy bonito para ella”.
“¡Ah, Valentina! ¿Quién es esa señorita?”.
“Es la niña más bonita del colegio, a su mamá se la comió un dragón y por eso ella vive solita con su papá”.
Volteé a ver a mi madre, ella era la psicóloga del colegio y seguro que estaba enterada de la historia real de la niña.
“Entonces voy a llevarte a la plaza para que escojas un regalo muy bonito y también vamos a comprarte ropa y zapatos porque has crecido y ya todo te queda pequeño”.
“¿Tú prometes que nunca que te va a comer ese dragón? Valentina llora mucho porque no tiene una mamá y yo no quiero que a ti te coma”.
“No te preocupes mi amor, yo voy a cuidarme mucho. Ahora a la cama”.
Lo llevé a lavarse los dientes y le conté un cuento para que se durmiera, pero no había cuento que lo hiciera mantenerse atento.
Su único tema de conversación era esa niña Valentina, debía ser muy especial porque lo tenía impresionado.
Esa noche me dormí pensando en el dragón que se comió a la mamá de la amiga de mi hijo.
Mi madre me contó la historia y se me hizo horrible.
¿Cómo una madre puede abandonar a su hija para irse con otro hombre?
Suspiré, el único dragón que quiero que me coma se llama Adrián Morales, sonreí y metí las manos dentro de las bragas, pensando en él.
…
Apenas amaneció mis amigas querían saber todo lo que había pasado con Carlos, y yo no cabía en mi cuerpo con tanta felicidad.
Ese beso que nos dimos todavía me hacía flotar entre las nubes, cada vez que lo recordaba sentía como si sus labios todavía estuvieran posados sobre los míos.
[¡Amiga me tienes en ascuas! Necesito saberlo todo. ¿Qué pasó con Carlos?].
[Yo estuve a punto de escribirles a las seis de la mañana. ¡Ya cuenta!].
[¿Quieren el chismecito completo?].
[¡Claro!].
[Obvio bobis ja, ja, ja].
[Llegó con una botella de tequila y tacos para cenar, hablamos de todo un poco, series, películas, libros y obvio sobre mi rompimiento con José y su separación con Leticia].
[¿¡Su qué!? ¿¡Se separó de Leticia!?].
[¡No lo puedo creer! ¿Y su hija?].
[Ella se fue a Canadá con otro hombre y le dejó la niña a Carlos, hace dos años que él está solo con la niña].
Mis amigas estaban en shock igual que yo.
Era increíble pensar en que una madre fuera capaz de abandonar a su hija, tan pequeña.
Podíamos entender que se hubiera enamorado y hasta estábamos de acuerdo en que tenía derecho a perseguir su felicidad si ya no era feliz con su esposo.
¿Pero abandonar a su hija?
Tenía tres años cuando se fue y a esa edad cualquier niño necesita de su madre.
A mí más que a nadie le dolía, yo daría lo que fuera por tener un hijo, aun cuando lo tuviera sin un hombre a mi lado.
[Cuenta que más].
[Porque de seguro hay algo más. No creo que solo se la hayan pasado hablando].
[Bueno, sí, intentó que pasara algo. Me preguntó que si quería que se quedara. Me arrinconó contra la pared y pude sentir su miembro rozar contra mi pelvis y su mano tocó un poquito mi seno. Pero tuve fuerza de voluntad y le dije que no. Se fue pasadas las dos de la mañana y cuando se fue nos dimos un beso].
[Te dije que iban a cenar. Ahora lo que sigue amiga, sigan conociéndose].
[Sí, la verdad a mí me entusiasma mucho volver a verlo. La verdad me sorprendió mucho que viniera hasta Acá].
[Eso quiere decir que si tiene interés. Qué bueno que te la pasaste bien, me da mucho gusto por ti, te lo mereces].
[Si amiga, te mereces lo mejor, sobre todo después del fiasco que te llevaste con el tal Adrián, no sabes cómo me decepcionó, yo pensando que podía ser tu alma gemela].
[¿Me quieren decir quién es Adrián? ¿Por qué yo no estoy enterada del asunto?].
Peri se encargó de contarle a Elsy toda mi historia con Adrián, se sintió ofendida porque la habíamos excluido de esa historia, después de todo, éramos las tres amigas inseparables.
Durante toda la semana siguiente no supe nada de Carlos, no quise agobiarlo con mensajitos de buenos días y buenas noches, porque pensé que no quería que me viera tan intensa.
Después de todo, un beso no quería decir absolutamente nada.
Durante nuestra conversación, Carlos me recomendó que viera una película, yo no era aficionada al cine de comedia, prefería otros géneros, pero quise darle la oportunidad y así tendríamos tema de conversación para la próxima vez que nos viéramos.
Si es que había una próxima vez.
Me di el tiempo para verla.
“‘Yes Man’ con Jim Carrey. Vela”, dijo.
“Pero analízala, tiene un mensaje muy profundo y después la comentamos”.
Una tarde me dispuse a ver la película con la mente abierta, no era fan de ese actor y tampoco del género así que pensé que tal vez no era una película que fuera a disfrutar, pero la vería solo porque Carlos me la había recomendado y su forma de explicarme el contenido de la trama, me pareció interesante.
Era una película para reír, pero no pude evitar identificarme con el personaje.
En definitiva, con lo poco que había hablado con Carlos, se había dado cuenta de cómo era mi vida en solitario.
Era increíble cómo después de haber pasado por un proceso tan doloroso, pudiera ver la vida con tanto optimismo.
[Vi la película, muy buena].
Le envié un mensaje con un dedito arriba y me quedé dormida, esperando la respuesta que nunca llegó.
Por la mañana vi que las famosas palomitas, se habían puesto azules, pero no tuve a una respuesta.
Boté el teléfono para no obsesionarme con eso, si no me había respondido, era por algo, tal vez estaba ocupado porque trabajaba mucho y su tiempo libre lo dedicaba a su hija, aunque debía reconocer que temía que me gostheara, igual que Adrián.
Me dediqué a mi trabajo y me olvidé por completo del asunto, terminé mis reseñas del día y estaba preparándome algo de cenar y mi habitual café cuando el teléfono comenzó a sonar.
A mí nadie me llamaba nunca, la gente parecía haber olvidado que el teléfono servía para hacer llamadas y todo el mundo se comunicaba por mensajes.
Tomé el teléfono y el nombre de Carlos Olvera me puso a temblar de los nervios y de la emoción.
“Hola”, contesté lo más tranquila que pude, aunque mi corazón estaba acelerado.
“Hola More, discúlpame por haber estado tan ausente, la verdad he tenido mucho trabajo. No me lo tomes a mal, pero no suelo estar pegado de teléfono y prefiero hacer una llamada que contestar un mensaje”.
Me gustó mucho que se disculpara por no haber contestado mi mensaje y yo sabía lo complicada que era su vida.
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