Amor verdadero -
Capítulo 44
Capítulo 44:
[Estoy a dos minutos]
Dijo eso y comencé de nuevo a temblar.
[Sí, salgo para que me encuentres rápido].
Cuando salí del departamento un auto negro se estaba estacionado frente a la acera, lo reconocí de inmediato, cuando se bajó del auto y caminó hacia mí, nuestras miradas se cruzaron un segundo.
Su sonrisa era tal como la recordaba no había cambiado mucho desde la última vez, aunque quizá estaba un poquito pasado de peso, para mí seguía siendo ese chico del que me enamoré.
Caminamos uno hacia el otro y nos saludamos con un abrazo y un beso en la mejilla, un abrazo que sintió con una emoción mutua, de dos amigos que tenían años sin verse, y en mí, era tal vez algo más que eso.
“No sabía si ya habías cenado, así que me detuve y compré tacos, en la cajuela del auto traigo Whiskey y Tequila ¿Qué prefieres?”.
Me comencé a reír, tal parecía que sus intenciones eran embriagarme, pero hacía mucho que no me tomaba un tequila y pensé ‘¿Por qué no?’.
Se trataba de disfrutar la velada.
“¡Tequila por supuesto!”.
Entramos en el departamento, y lo llevé directo al balcón, saqué unos vasos para el tequila y enseguida se encargó de servir dos tragos.
“¿Traes cigarros?”, le pregunté, recordaba que en la última reunión ambos fumamos mucho mientras conversábamos, incluso José se molestó conmigo porque según él me había excedido, pero solo lo hacía cuando tomaba alcohol.
“No traigo, pero voy a la tienda que está aquí a un lado ¿De cuáles quieres?”.
“De los que tú quieras”, dije riendo.
“¿Estás segura de que de los que yo quiera’ ¿Y si traigo un churro le vas a entrar?”.
Sabía que era broma, pero entendí que lo decía porque estaba dispuesto a complacer lo que yo pidiera.
“Rojos”, dije riendo, su forma de hablar, y su sonrisa era tan contagiosa que yo no paraba de sonreír.
Cuando volvió, el primer brindis fue por nuestro reencuentro, de inmediato comenzamos a hablar, la conversación comenzó a fluir de una forma tan natural, si había algo que él me inspiraba era confianza.
Poco a poco la conversación se fue tornando más íntima.
“¿Y qué fue lo que pasó? ¿Por qué decidiste divorciarte? ¿Ya no hay manera de que haya una reconciliación?”.
Sus preguntas no me tomaron por sorpresa, ya yo le había dicho lo que pasaba por mi vida y comencé a contarle todo, yo misma me sorprendí al ver que podía hablar del asunto sin que me doliera el alma.
Ya no se me hacía nudo en la garganta, por el contrario, sentía como si estuviera hablando de la historia de alguien más.
Hablar con Carlos sobre mi divorcio y todo lo que viví el año pasado con José, me hizo darme cuenta de que la terapia había funcionado.
Las heridas habían sanado por completo y hasta podría jurar que no había cicatrices en mi alma.
Después él me contó lo sucedido con su esposa, me sentí muy mal por él, pero sobre todo por su pequeña hija.
¡Dios mío!
Siempre me había gustado, pero ahora no solo me gustaba, también lo admiraba demasiado por tener el valor y los pantalones bien puestos para sacar a su hija adelante sin una mujer a su lado.
Siempre se ha hablado de lo valiente de las madres que sacan a sus hijos si ayuda de un padre, pero escuchar la historia de hombre en esas condiciones no era común, y también era de admirarse.
Cuando caí en la cuenta lo había tomado de las manos, estábamos sentados frente a frente era la primera vez que lo tenía así y sentí una profunda necesidad de abrazarlo, de hacerle sentir que podía contar conmigo en todo lo que necesitara.
Sin darnos cuenta nos terminamos una botella completa de tequila, los dos debíamos estar bastante ebrios, así que optamos por cenar para que se nos pasara un poco el exceso de alcohol.
La conversación continuó y se prolongó durante horas, hasta que llegó el momento en que vimos el reloj, pasaba de las dos de la mañana.
“Ya tengo que irme”, dijo.
“Es muy tarde”.
“¿Estás seguro de que puedes conducir?”, habíamos bebido demasiado y me preocupaba que fuera a tener un accidente.
“Estoy bien, no te preocupes, créeme que he tomado más que eso”.
Salimos del balcón para acompañarlo a la puerta y en un extraño movimiento quedamos de pie, yo contra la pared y el enfrente de mí.
Se acercó tanto a mí, que pensé que iba a besarme, yo moría porque lo hiciera.
“¿Quieres que me quede?”, preguntó y mi corazón se aceleró igual que mi vulva que empezó a palpitar de tan solo imaginarme con él en mi cama.
Pero recordé lo que me dijo Peri, y tenían razón, tenía que llevármela con calma, si teníamos se%o en esa primera reunión, quizá nunca más iba a volver a saber de él.
“Eso no va a pasar”, le dije con una sonrisa, aunque me moría de ganas.
“¿Por qué no?”.
“No es el momento”, dije, sin cerrar la posibilidad a que pasara en otra ocasión.
Lo empujé hacia la puerta, si seguía sintiendo su torso y su miembro tan pegado a mi cuerpo, mi voluntad se iba a quebrar en cualquier momento.
Lo acompañé hasta su auto y antes de subirse a él, nos dimos un fuerte abrazo.
“Hagamos esto más frecuente”, dijo.
“Si hay algo que disfruto, es conducir y conversar y hoy tuve las dos, muchas gracias por tu tiempo More”.
“Gracias a ti también, me encantó compartir contigo”.
Un segundo abrazo terminó en un cálido beso en los labios.
No duró todo el tiempo que yo hubiera querido, pero sin dudarlo un segundo, era el mejor beso que hubiera recibido en mi vida.
Subió al auto y lo vi partir, entré en el departamento flotando entre nubes de algodón, la velada había sido por mucho, la mejor que hubiera tenido en años.
Y me di cuenta de que me gustaba, mucho más de lo que había imaginado.
Ese hombre sin dudarlo un segundo, podría ser ese amor verdadero del que hablaba mi horóscopo.
Me reí de mí misma al pensar eso.
Me dejé caer en la cama y le envié un mensaje.
[Avísame cuando llegues, por favor, quiero saber que llegaste bien].
[Ya me iba a regresar jajaja], bromeó.
[Claro, yo te aviso].
No me importó permaneceré despierta hasta que recibí el mensaje de que había llegado sano y salvo.
[Ya llegué, todo bien].
[Qué bueno. Oye…si besas rico].
[Gracias, tú también].
Vi la hora en el reloj antes de quedarme dormida 3:33 a.m.
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