Amor verdadero -
Capítulo 17
Capítulo 17:
Ver de nuevo a mi hijo me llenó de orgullo, aunque al ver su rostro supe de inmediato que no estaba todo bien.
Lo notaba preocupado y en cuanto subimos al auto para regresar a casa supe la razón de su regreso.
“Papá hay algo que tengo que decirte. Sé que no te va a gustar, pero decidí que ya no voy a continuar con la universidad. Necesito ganar dinero y quiero saber si puedo trabajar contigo en tu empresa. Viviana, mi novia está embarazada y nos vamos a tener que casar”.
Las palabras de mi hijo no eran las que un padre quisiera escuchar, ver su futuro truncado por una irresponsabilidad no era algo de aplaudirse, sin embargo, me enorgullecía que tomara el toro por los cuernos para hacerse responsable de sus acciones.
No creí conveniente decirle lo de mi separación con su madre. Todavía iba a tener que enfrentar la reacción de Karina ante la situación del embarazo de su novia y enfrentarse a los padres de la muchacha.
No quería agobiarlo más con un problema que solo lo iba a estresar y que no tenía nada que ver con él.
Para Karina fue una sorpresa vernos llegar, mi hijo no le había avisado a su madre que regresaría, por lo que no se lo esperaba. Palideció apenas nos vio cruzar la puerta, quizá porque pensó que Adrián ya lo sabía todo.
“¿Qué pasa? ¿Por qué regresaste? ¡Todavía falta mucho tiempo para las vacaciones!”, comenzó a interrogarlo, pensando que venía predispuesto por lo que yo le hubiera podido decir.
“Antes de comenzar a interrogarlo de esa manera, déjalo que vaya a su cuarto a refrescarse y luego, cuando baje ya nos explicará los detalles de su decisión”, le dije en tono serio.
Esa era una de las tantas cosas en las que Karina y yo nunca nos pusimos de acuerdo.
A mí me importaba más su desarrollo y bienestar personal, que el profesional. Después de todo, las personas se definían por sus logros personales, y no por sus éxitos profesionales.
En cambio, para Karina los éxitos que tuvieran que ver con lo material y con cuánto dinero pudieran ganar, eran mucho más importantes.
Apenas subió las escaleras ella me preguntó.
“¿Te atreviste a llamar a nuestros hijos para contarles lo que paso?”.
“¡Por favor, Karina! ¿Con quién crees que estás hablando? Lo que menos quiero es que mis hijos se enteren de que se su madre es una…”.
Estuve a punto de insultarla, pero me tragué mis palabras, después de todo, seguía siendo la madre de mis hijos y no quería por ningún motivo, tener algún tipo de enemistad con ella.
Tal vez no se merecía tantas consideraciones de mi parte, pero por mis hijos, yo era capaz de tragarme mi orgullo y mi coraje y en ese momento, Adrián me necesitaba más que nunca.
“Tienes que volver a la casa, si no te quedas esta noche aquí, va a sospechar que algo anda mal y va a comenzar a hacer preguntas”.
“Pues ve pensando que les vas a decir, porque no pretendo quedarme bajo el mismo techo que tú”.
“¿Y por qué no? Todavía estamos casados, esta todavía es tu casa y yo todavía te amo”.
“Por favor, no me hagas reír diciendo que todavía me amas. Tú no conoces el significado de esa palabra. Además, ya no me interesa tener nada contigo”.
“Ya conociste a alguien ¿Verdad? ¿Ya te metiste con otra vieja?”.
Levantó la voz y en ese preciso momento, Adrián bajaba las escaleras.
“¡Qué! ¿Estás engañando a mi mamá? ¿Te atreviste a meterte con otra mujer teniendo como esposa a una señora como mi madre?”.
“¿Ves lo que acabas de provocar?”, le dije a Karina molesto.
Pero mi hijo comenzó a defenderla como si la hubiera agredido.
“¿Y todavía le vas a echar la culpa de que los haya escuchado? ¡No lo puedo creer de ti papá! Mi mamá es una gran mujer y no se merece que le hayas hecho eso. ¿Quién es esa vieja con la que te revolcaste?”.
“¡No te permito que me cuestiones de esa manera! Yo nunca le he faltado al respeto a tu madre. Y sí, para que de una vez lo sepas, yo ya no vivo en esta casa y no es por lo que estás pensando. Y por consideración a ti y a tu hermana, voy a dejar que sea tu madre quien les explique los motivos de mi decisión”.
“Adrián, hijo, cálmate por favor, no escuchaste bien. Yo nunca dije que tu papá tuviera otra. Solo le pregunté si había otra mujer, pero yo no estaba confirmando nada. Él y yo tuvimos unos problemas como por los que atraviesan todas las parejas que ya tienen muchos años de casados. Pero todo se va a solucionar, solo nos dimos un tiempo para reflexionar sobre nuestro matrimonio”.
Me quedé mirando a Karina y su facilidad para mentir, para minimizar todo lo que estaba pasando y acomodar todo a su conveniencia.
“Ahora lo más importante es que hablemos de lo que piensas hacer tú”, le dije y me senté en la sala, para que me siguieran y pudiéramos hablar más tranquilos.
“¿De qué estás hablando? ¿Qué es eso tan importante?”.
“Deja que sea Adrián quien te explique. Por favor primero escúchalo y no te alteres”.
“Mamá, me voy a casar con Viviana porque está embarazada”.
“¡De ninguna manera!”, dijo exaltada y no le permitió explicarle a detalle sus planes.
“Karina, tranquilízate, escúchalo”.
“No voy a permitir que mi hijo eche a perder su futuro por una estupidez. ¿Y al menos estás seguro de que el hijo es tuyo?”.
“¡Mamá! ¿Cómo me puedes preguntar eso? Si estoy aquí es porque estoy seguro de que el bebé es mío y, además, soy mayor de edad mamá, no les estoy pidiendo permiso”.
“A mí tu mayoría de edad me tiene sin cuidado. Mientras vivas en esta casa y dependas económicamente de nosotros, no voy a permitir que arruines tu vida”.
Me miró como buscando mi apoyo, aunque sabía que lo tenía.
“Tranquilo hijo, si lo que quieres es casarte, yo te voy a dar un empleo en la empresa y así podrás costear los gastos de tu mujer y de tu hijo. Pero por lo pronto, van a tener que vivir en esta casa”.
“¿Cómo que en esta casa? ¡Deberías regalarles una o alquilar un apartamento para que vivan ahí!”.
“Esta casa, es de mis hijos Karina. Si por el momento Adrián no puede pagar un apartamento, que vivan aquí. Ya después él decidirá qué hacer”.
En plena discusión y lucha de poder sobre nuestro hijo, un mensaje llegó a mi móvil. Se trataba de Morelia.
[Voy a ir a caminar al parque, ¿Vienes?”.
En ese momento, quise salir corriendo hacia ella. Mi paz estaba destrozada y mi vida como la conocía había dado un tremendo giro y ese pequeño mensaje, me hizo sentir que todo iba a estar bien.
…
Concentrarme en el trabajo después de mi cita con Adrián era toda una odisea para mí.
En realidad, mi mente estaba volando a miles de años luz por segundo, no podía creer que me sintiera así de entusiasmada con un hombre al que acababa de conocer.
La asistente de Manuel mi terapeuta llamó para recordarme la cita para mi sesión.
Suspiré porque sabía que en realidad necesitaba esa terapia, no creía que lo que me estaba pasando fuera algo normal y, en definitiva, no quería usar a Adrián como una tabla de salvación para salir de mis conflictos emocionales.
Tuve que esperar a que saliera e paciente anterior para entrar a mi sesión, por lo regular a mí me agendaba de último para aprovechar y comer juntos o prolongar la conversación, eran muy pocas las veces que teníamos para vernos y nos la pasábamos muy bien juntos a pesar de ser tan diferentes.
“Creo que me estoy enamorando de un hombre”, dije apenas me recosté en el diván y aclaré que se trataba de un hombre para que no pensara que era una broma como la del gato.
“¿Crees que te estás enamorando? O te estás enamorando ¿Puedes definir la naturaleza de esa frase? ¿Es un cuestionamiento? O es una afirmación”.
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