Amor verdadero
Capítulo 12

Capítulo 12:

“Que More encuentre a su alma gemela, porque el amor de su vida, resultó ser un amor karmático”.

Yo tuve que aguantar un poco la risa. Peri se tomaba esas cosas tan enserio, que yo creía que en verdad pensaba que eran reales.

“¿Por qué hay que pedir un deseo a las 11:11?”, le pregunté solo para conversar y que viera que me interesaba por sus cosas.

“En numerología el número 1 significa la unidad total, el comienzo de todo, la fuerza, creatividad y energía. Así, el 11 es la unión de dos unos, forman parte de él y por ello es conocido como el número maestro, cuyo significado es ‘superconsciencia’ en todo aspecto y lugar”, explicó.

“Además, se le atribuyen cualidades como la sabiduría, la intuición y la percepción. Según el mundo esotérico y cabalístico, el significado del 11:11 va ligado al significado de la numerología, ya que en a esa hora se abre un portal otros mundos superiores”, concluyó Peri.

“Bueno yo tengo entendido que los números 1, 11, 111 y 1111 pertenecen a la categoría de dígitos ‘angelicales’ y lo que significan es que hay que mantener ‘tus pensamientos en positivo, porque tus pensamientos se están manifestando’. Pero no sabía que se pedían deseos”.

“En realidad, no estás pidiendo un deseo, sino manifestando algo que quieres que suceda. ¿Y cómo es que sabes que son dígitos angelicales?”.

Saqué el libro que llevaba en mi bolso y saltó de emoción cuando lo vio. Pero no quiso quedárselo, me insistió en que lo conservara y que le prometiera que iba a poner atención en las series numerológicas que se presentaban en mi vida. Que el libro me iba a ayudar a saber qué era lo que los ángeles querían que supiera en el momento indicado.

Le ayudé a elegir la ropa para su cita y literalmente me corrió antes de que llegara su nuevo prospecto.

En un auto de alquiler llegué a la terminal de autobuses para regresar a casa. Bien valía la pena dos horas de viaje de ida y dos de vuelta por compartir un momento con mi amiga, después de todo, había disfrutado mi día.

Para matar el tiempo en lo que salía el autobús, comencé a revisar mis notificaciones.

No me había percatado que tenía notificaciones de Messenger.

Una invitación a tomar un café por parte de Adrián desde hacía varios días sin contestar me avergonzó.

Seguro pensó que no quise salir con él porque ni siquiera leí su mensaje.

Le contesté porque creía necesario ofrecerle una disculpa y darle una explicación.

[Lo siento, no había visto tu mensaje, ya no pudimos conocernos ayer, pero si gustas podemos vernos hoy o mañana].

[Lo siento, tengo un compromiso previo, pero te busco el lunes ¿Te parece?].

[Okey, bonita tarde].

Ya no me contestó, y por alguna razón me sentí mal, me había afectado que me hubiera rechazado y sobre todo esa frialdad e indiferencia, como si se estuviera vengando por no haber contestado antes.

Vi la hora en el móvil cuando abordé el autobús, eran las 4:44 de la tarde, ese horario lo había visto en varias ocasiones en los últimos días. ¿Sería que los ángeles estaban tratando decirme algo?

Mi primera intención era conocer a Morelia Ortega, le pedí que saliéramos a tomarnos un café, pero no tuve respuesta, es más, ni siquiera leyó mis mensajes.

Supuse que ya se había aburrido de hablar conmigo.

No entendía esas nuevas técnicas de relacionarse, para mí era tan fácil decir ‘ya no me interesa salir contigo’ que no entendía por qué actuaba de esa manera.

Le di la vuelta a la página, yo no estaba ni en posición, ni en disposición de estarle rogando a ninguna mujer para salir conmigo, después de todo, lo que sobraban en ese mundo, era mujeres.

Invité a cenar a Mitzy y de inmediato me dijo que sí.

Acordamos cenar el sábado, sabía que esa misma noche íbamos a terminar en mi departamento, así que procuré que todo estuviera limpio y en su lugar.

Como era viernes y estaba libre, fui a cenar a casa de mis padres, para evitar que me hicieran reproches sobre que ahora que vivía cerca de ellos, no los visitaba más seguido.

“¡Ay, hijo! Si hubieras llegado quince minutos antes te hubieras encontrado aquí a la ‘mancornadora’ vino a hablar con nosotros para que la ayudemos a que vuelvas con ella”.

Escuchar a mi madre llamar ‘mancornadora’ a Karina, no me sorprendió, a pesar de que yo no le di detalles de nuestra separación, ella debió imaginarse lo que había sucedido en realidad, a mi madre no había manera de engañarla.

“¿Qué te dijo?”, le pregunté mientras me servía un vaso con agua.

“¿Pues qué quieres que me diga? Dice que te ama, que no puede vivir sin ti, que lo hagas por los muchachos, que para ellos va a ser muy difícil enterarse de que te fuiste de la casa”.

“¿Le dijiste donde estoy viviendo?”:

“¿Y cómo quieres que le diga eso si ni siquiera yo sé dónde vives?”.

Me miró con cara de reproche.

“Y por lo que veo, es mejor que no lo sepas, así no me tomará por sorpresa”.

Un pellizco en el abdomen fue su respuesta.

Yo me comencé a reír porque sentía cosquillas en esa parte del cuerpo. Sonó su móvil y corrió a contestar, yo tenía hambre y vi una bolsa con fruta sobre la barra de la cocina, tomé una manzana y comencé a comerla a mordidas.

“¡No te la comas!”.

Mi madre me arrebató la manzana de la cual ya había comido más de la mitad.

“¡Me asustaste mamá! ¿Por qué me la arrebatas?”.

“Esa fruta la trajo Karina, hay que tirarla a la basura, no vaya a ser la de malas que te quiera hacer una cochinada para que no la dejes”:

“¡Ay, mamá! Ya sabes que yo no creo en. esas tonterías, además no creo que Karina sea capaz de hacer algo así de bajo”.

“¿Así de bajo? ¿Y te parece poco lo que te hizo? Porque, aunque tú no me hayas dicho nada, yo estoy segura de que esa mujer te puso el cuerno, si algo me decía que no era una buena mujer. Desde que te casaste con ella, siempre supe que en algún momento iba a sacar el cobre”.

Mi mamá tiró a la basura la bolsa con fruta, aunque a mí se me hizo un desperdicio, habiendo tantas personas que no tenían dinero para comer.

Para cambiar el tema llamé a mi papá y los llevé a cenar fuera, no se me apetecía cenar la comida insípida que ellos ya se habían acostumbrado a comer.

Los llevé a un bonito restaurante de la ciudad, mi mamá estaba encantada, porque hacía tiempo que yo no salía con ellos y hasta sentí que agradeció que Karina hubiera salido de mi vida.

Esa noche regresé a casa con fuerte dolor en el estómago, era probable que la cena en el restaurante me hubiera caído mal, quizá tenía algún ingrediente contaminado.

Llamé al médico y pedí un servicio de compras de farmacia.

A pesar del medicamento, pasé casi toda la noche en el baño, el vómito y la diarrea me deshidrataron por completo, al grado de tener que consumir electrolitos orales.

Me acababa de quedar dormido cuando sonó mi alarma, tenía cita con un cliente a primera hora y yo me seguía sintiendo fatal.

Debía cumplir porque no me agradaba la idea de quedar mal con el cliente y cancelarle la cita de último momento, cuando recibí su mensaje.

Cliente nuevo. [Lo siento mucho, ya no necesito sus servicios. Gracias].

No sabía que había pasado, pero en ese momento me sentía tan mal, que agradecí que se hubiera cancelado la cita sin complicaciones para mí.

Dormí toda la mañana y por la tarde ya me sentía como si nada, estaba listo para mi cita con Mitzy, algo en mi cuerpo me estaba pidiendo un poco de acción.

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