Capítulo 97:

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Al llegar a su piso, se detuvo unos segundos y acomodó el moño que llevaba María en su rizada cabellera, además de acomodar un par de pliegues del vestido que la pequeña había elegido para ir a visitar a Guillermo.

María tocó un par de veces a la puerta, llena de emoción.

Momentos después Guillermo abrió a la puerta y se flexionó para abrazar a la pequeña.

“Bienvenida, princesa”

Susurró.

La niña esbozó una amplia sonrisa en cuanto lo vio, acomodó su rostro sobre la calidez de su pecho y se aferró a su cuello, esperando a que la alzara.

“Papá”

Pronunció con su dulce voz.

No pudo evitar sonreírle al escucharla decir esa pequeña palabra que le llenaba el corazón de una inmensa felicidad.

Se puso de pie alzándola entre sus firmes brazos, y se acercó a darle un beso a su chica, no pudo evitar reírse al ver que sostenía el contenedor con las donas.

“Vaya, cumples tus promesas”.

Isabella ladeó los labios, sonriente.

“Quedamos en eso, ¿o no?”

Dijo en tono de burla.

“Además tengo que confesarte, que se me siguen antojando, cada que paso por el establecimiento, algo me incita a comprarlas”.

Mordió su labio inferior, de tan solo pensar en el delicioso relleno que tenían.

Ambos sonrieron e ingresaron al apartamento.

La mirada de Isabella se iluminó al observar un par de velas encendidas en la mesa, iluminando, con una tenue luz el comedor.

Suspiró profundo y se acercó más para disfrutar de la fragancia que desprendía el arreglo floral.

“Nunca dejas de sorprenderme”

Expresó sintiendo como su corazón se agitaba de emoción.

“Espero nunca dejarlo de hacer”

Acomodó en una de las sillas a María y se acercó para abrazarla.

Isabella sonrió disfrutando de su varonil aroma, alzó su rostro para poder mirarlo, era muy alto.

A veces solía pararse en puntitas, para poder llegar a sus carnosos labios.

Le encantaba perderse en su mirada, además que cuidaba cada detalle en él.

Su cabellera perfectamente acomodada, enmarcando su rostro, además que aquella barba lucía perfectamente delineada.

Definitivamente le robaba el aliento.

Tuvo que soltarla al escuchar que sonaba la alarma de la cocina.

“La cena está lista”

Anunció.

“¿Te ayudo?”

Indagó la joven.

“No, son mis invitadas. Toma asiento”

Indicó con calidez y se dirigió a la cocina.

Una exquisita cena, les fue servida a manos de Guillermo.

Isabella, degustó con gran placer cada platillo que les ofreció.

Además que no pudo evitar pedir que les sirvieran más, de aquel suculento pescado empapelado con su guarnición de papas de cambray, con especies.

Guillermo la observó, sin poder creer que aquella chica, volviera a solicitar más, ya que no solía acabárselo que le servían-

Además que prosiguió con las donas rellenas de jalea de frambuesas.

“¿Te sientes bien?”

Cuestionó.

“Sí, muy bien”

Manifestó con extrañeza ante su pregunta, mordiendo otro trozo de su postre.

“¿Por qué me lo preguntas?”

Indagó.

“No, por nada”

Guillermo se sintió avergonzado ante su pregunta y se relajó ayudando a María con su dona.

“Últimamente me siento con mucho apetito, ¿Lo has notado verdad?”

Presionó sus labios.

“Un poco”

Contestó sin mirarla, a punto de carcajearse.

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