Capítulo 96:

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“Te amo”.

Dijo de todo corazón.

“Yo más”

Guiñó un ojo y de pronto frunció el ceño al ver una dona sobre su mesa de trabajo.

“Esta es la tercera vez que te veo en la semana con una dona rellena”

Refirió acercándose para tomarla y darle un mordisco.

“Además rellena de frambuesa”

Dijo saboreándola.

“No me había dado cuenta que eran deliciosas”

Manifestó acercándose a él para morderla también.

“Lo malo es que están muy pequeñas y ya me robaste un pedazo”

Sonrió.

Guillermo separó los labios, sorprendido.

“¿No pensabas darme?”

Indagó sin dejar de estar sorprendido.

Isabella movió su cabeza negando.

“La verdad, esta era la tuya, pero no me pude resistir ante la tentación y decidí comérmela”

Sonrió avergonzada.

Guillermo no pudo evitar corresponder a esa sonrisa.

Tenía un aire de inocencia, combinado de un encanto especial, al que ni siquiera era capaz de poder ponerle una palabra para describirla.

Lucía relajada, divertida, simplemente angelical.

“Vas a tener que reparar el daño que me acabas de ocasionar”

Bromeó.

“Te toca comprar una docena de donas, y llevarlas a mi apartamento”.

Guiñó un ojo y se llevó el último bocado a los labios.

“Hecho, repararé mi falta”

Respondió con una sonrisa.

Maritza y Marshall su padre, se encontraban tomando una taza de café, en el estudio, mientras la chica le ayudaba en sus labores.

Estaba buscando despejar la tristeza que tenía su hija, desde que Guillermo la había echado de la peor manera, no podía quitarse de la cabeza ir a enfrentarlo para que le diera una explicación.

“Deberías tomar el control de la compañía”

Su sugerencia se escuchó más a una suplica.

“No me pidas eso, sabes muy bien, que deseo estar en la firma”.

El hombre rodó los ojos.

“No puedo permitir que te sigas exponiendo, he estado pensando en qué debemos demandar a Guillermo, lo que hizo es muy grave. Te agredió y no lo voy a permitir”

Expresó cerrando con fuerza su puño.

La joven se quedó pensativa, sorprendida al ver reaccionar a su padre de esa forma, era un hombre muy tranquilo.

Sonrió ladeando los labios de forma perversa.

Sí, quizás esa sería la forma poder conseguir lo que buscaba de él, una demanda lo dejaría muy mal ante la opinión pública, su imagen como el mejor abogado del país, quedaría por los suelos, enlodando su buen nombre, y eso le afectaría, a menos que llegaran a un acuerdo en el que ella se beneficiara.

Lo tendría a sus pies, solo para ella.

Inhaló profundo.

“Dame tiempo, necesito pensar con claridad en lo que es más conveniente para mí”

Suspiró llevándose una mano a su pecho, agitada.

De alguna u otra forma, encontraría la manera de tenerlo, de eso estaba segura.

Horas más tarde Isabella y María, llegaron al apartamento de Guillermo, pues las había invitado a cenar.

Aprovechando que tenían tiempo libre, ambas se quedaron dormidas por la tarde, en cuanto despertaron se ducharon y se arreglaron para reunirse con su prometido.

De manera puntual, Bruno las esperaba afuera de su edificio.

Tal y como lo había prometido, se dirigió a comprar la docena de donas que prometió, todas las solicitó del mismo relleno.

Eran deliciosas.

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