Capítulo 95:

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Oliver sirvió un trago de whisky para cada uno.

“¿Te ofrecemos algo más?”

“No”

Respondió con tranquilidad.

“Será mejor que vayamos al grano”

Manifestó, sabiendo que por dentro se morían por escuchar su decisión, lo podía distinguir, en los dos.

Ambos intentaban verse tranquilos, pero se le marcaba la vena del cuello a Mason y Oliver, tenía ligeras gotas de sudor.

Se sintió tan bien.

“Infeliz, desgraciado”

Gritó lleno de furia Mason.

“Juro que se va a arrepentir de habernos rechazado”

Bramó minutos después de que Guillermo de la Vega salió de la oficina, comenzó a lanzar todo lo que tenía a su alcance.

“No puedo creer que nos rechazara”

Arrugó el rostro, lleno de ira.

Oliver presionó los puños, en el interior de los bolsillos de su pantalón, se percibía ofuscado, no encontraba la solución, abrió la puerta corrediza y salió a la terraza.

Necesitaba tomar aire.

Sentía que se asfixiaba.

Ya no quedaba más, estaban a punto de perder la firma, y la reputación de su familia quedaría por los suelos.

Era su fin.

Colocó sus manos sobre el acero de la barandilla e inclinó su rostro, no pudo evitar sentir vértigo ante la inmensa altura en la que se encontraba.

Desde ahí se dio cuenta por primera vez en su vida, de lo insignificante que era.

Ya nada tenía sentido.

Absolutamente nada.

“¿Qué vamos a hacer?”

Se cuestionó, bloqueando el escándalo que Mason tenía en el interior de la presidencia.

Ya era problema para él cuando su madre entrara y viera los destrozos que había hecho.

Típico de él.

“Voy a acabar contigo, Guillermo de la Vega, lo juro”

Lo escuchó gritar.

“Vas a llorar lágrimas de sangre”

Aseguró.

Guillermo ingresó a su oficina más relajado, sonrió al ver a Isabella leyendo, sabía que estaba estudiando, estaba por tener exámenes.

“¿Quieres que te ayude en algo?”

Indagó.

“Lo tengo todo bajo control”

Sonrió.

“No lo dudo”

Expresó sonriente.

“Estoy seguro que lograrás todo lo que te propongas, eres muy inteligente”.

Isabella sonrió al escucharlo.

“Me ha ayudado trabajar tan cerca de ti”

Expresó.

“Vengo de hablar con los Weber”.

El semblante de ella cambió al instante, la piel se le erizó con tan solo escuchar que los nombraba.

“¿Qué decisión tomaste?”

Indagó.

“No”

Respondió.

“Aunque debo confesarte que me moría por tomar el control”

Manifestó.

“Pero están en juego María y tú y no las pondré en riesgo”.

Suspiró profundamente ante sus palabras.

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