Capítulo 94:

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“Estoy enterado de que despediste a Maritza, me gustaría saber… ¿Por qué?, su padre es uno de mis mejores amigos, me ha dicho que la has tratado muy mal, dijo que… la has lastimado, que te desconocen por completo”.

“Estoy segura que tiene que haber un malentendido, yo no eduqué a un patán”

Virgine intervino.

“¿Verdad que tengo razón?”

Presionó con fuerza sus puños, e inhaló profundo.

“Mañana a primera hora, estaré en la casa para de una vez por todas, aclaremos el tema”

Las mejillas de Melisa ardieron ante aquella observación que era cierta.

Iba a la ducha, y no a la salida del gym.

Estaba tan embobada con la imponente presencia de aquel hombre que lo había olvidado por completo.

Un punto más para que comprobara su retraso mental.

Se reprendió.

“Olvidé que tengo que ver a mi mamá en casa”

Mintió para intentar salvar su reputación sobre su salud mental.

“Tengo que irme”

Explicó y antes de que saliera se detuvo unos instantes ante su curiosidad.

“¿Eres nuevo?, nunca te había visto”.

“Sí, lo soy. Un par de amigos me recomendaron este gimnasio y quise darle una oportunidad”

Mintió.

“Espero volver a encontrarte por aquí”

Sonrió sabiendo que había caído.

Una vez más se comprobaba a sí mismo, que no perdía su encanto.

Se sentía todo un playboy.

Inhaló profundamente al escucharlo, parecía que estaba interesada en ella y eso la hizo sentirse feliz.

Deseaba volver a verla.

En su interior gritó de felicidad.

“Seguramente así será”

Intentó modular el tono de su voz, para no demostrar que por dentro brincaba de emoción.

“Suelo venir en el mismo horario de siempre”

Explicó.

“Espero que la próxima vez, entrenemos juntos”.

Sujetó su mano deslizando con la yema de sus dedos, acariciándola.

Se dio unos segundos para mirarla a los ojos, poco a poco se fue acercando hacia ella, hasta depositar un beso sobre su mejilla, para despedirse.

Dejándola sin aliento, lo pudo percibir, y eso fue algo que le gustó más de lo que esperaba.

Por fin había encontrado a la mujer perfecta, para poder intentar sentar cabeza.

Como le exigía su mamá.

En vista de que algo le decía que Guillermo de la Vega, no aceptaría hacer negocios con ellos, había decidido tomar un atajo al mandar a investigar a su familia, entonces supo por dónde llegar, al ver un destello de inocencia en las fotos que le mandaron de su única hermana.

Ladeó los labios sonrientes al salir de ahí.

Días después.

Ingresó a la espaciosa oficina de Oliver, en tamaño, era muy similar a la de él, pero no en gustos, el interior daba un aire de ser un lugar de gente mayor, debido a que todo el mobiliario era de estilo tradicional.

Imaginó que se debía a que había pertenecido a su padre y que la dominante Victoria Flores, no permitió cambio alguno; quizás estaba exagerando en sus deducciones, pero no podía evitar pensar, que no estaba tan alejado de la realidad.

Con pasos firmes, ingresó a la oficina, observó a Oliver sacudir su rostro, y ponerse de pie acercándose a él.

En ese momento entró detrás de él, Mason.

“Perdón la demora”.

En cuanto Guillermo lo escuchó, no pudo evitar cuadrar sus hombros, haciendo notar su gran altura, imponiendo su presencia.

“Acabo de llegar”

Respondió tomando asiento en la sala, sintiendo la mirada inquisitiva de ambos.

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