Capítulo 98:

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“¿Me estás mintiendo?”

“Sí”

Respondió divertido.

“En las últimas semanas, has estado con antojos, hace un rato llegué a pensar que estabas embarazada”

Bromeó.

“Pero ya me hubieras dirías si tienes algún retraso en tu período, ¿Verdad?”

Isabella abrió los ojos de par en par ante su comentario.

Sus palabras retumbaron en forma de eco.

¿Cuándo le tocaba su periodo?

Tenía tantas cosas que hacer.

Entre la escuela, su trabajo, su pequeña y su novio, que no lograba recordar la fecha exacta, pero de una cosa estaba segura, ya tenía que haber pasado.

Con la respiración agitada, se puso de pie, entonces un fuerte remolino, agitó su estómago, provocando que corriera con rapidez al sanitario, y de un azotón, cerrara la puerta.

La manera con la que se movilizó hizo que Guillermo y María quedaran como un par de espectadores.

La pequeña dio un pequeño brinco al escuchar aquel golpe de puerta, giró su rostro hacia Guillermo, sin comprender.

Él se puso de pie y la tomó entre sus brazos, llevándola hacia la sala, para esperar a que saliera.

“¿Se siente mal mamá?”

Indagó la niña.

“No lo sé”

Respondió con sinceridad y se acercó a la puerta.

“¿Necesitas algo?”

Indagó; sin embargo ella no respondió, por lo que tuvieron que sentarse en la sala a esperar.

Durante el tiempo estuvieron sentados, María comenzó a quedarse dormida al sentir la forma tan tierna en la que acariciaba las sedosas hebras de su cabellera.

Finalmente, Isabella salió con la mirada vidriosa, además de verse algo pálida.

Guillermo se puso de pie y caminó con rapidez hacia ella.

“¿Te sientes mal?”

Preguntó.

“Se me revolvió el estómago”

Contestó mirándolo a los ojos con nerviosismo.

La tomó entre sus brazos y la dirigió al sillón.

“Recuéstate”

Indicó.

“Voy a prepararte un té”

Mencionó viéndola con preocupación, al percibir la palidez en su piel.

Al regresar la observó sentada sobre el sillón, jugando con su larga cabellera, además que no dejaba de mover una de sus piernas.

“Te traje un té de manzanilla”.

“Gracias”

Sostuvo la taza con las manos temblorosas, de inmediato dio un par de pequeños sorbos, disfrutando de la sensación caliente que llegaba a su estómago.

“¿Te habrá caído mal la cena?”

Retiró un par de mechones de su cabellera.

“Comí de más”

Respondió sin atreverse a mirarlo, notoriamente pensativa.

“¿Qué te ocurre?”

Cuestionó al verla comportarse de manera extraña.

“¿Por qué no me miras a los ojos?”

No tuvo más remedio que dirigir su mirada hacia él.

“Hay algo que tengo que decirte”

Expresó sin tener la menor idea de cómo decirlo.

Melisa realizaba su rutina de ejercicio, con la ayuda de un par de pesas mancuernas.

Varias gotas de sudor escurrían sobre su frente, al estar realizando una rutina pesada.

Cada que tomaba un par de segundos para descansar, no podía evitar buscar a aquel hombre, que había conocido dos días atrás.

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