Capítulo 9:

🍙 🍙 🍙 🍙 🍙

“Nunca me disculpe por lo que te hice”

Él expresó con voz trémula.

“No debí romper nuestro compromiso”

Dijo lamentándose.

“No debí dejarte por una mujer como… Isabella”

Presionó con fuerza sus párpados.

Su corazón dolía.

Emma suspiró profundo, sus ojos se cristalizaron.

“Sufrí tanto como lo haces en este momento tú”

Respondió aclarándose la voz.

“Se me desgarró el alma, de tal manera que unir las partes me llevó mucho tiempo, pero finalmente lo logré y sobreviví”.

Dijo eso mientras se volteaba para verlo directamente al rostro.

“Estoy segura que también lo lograrás”.

“No sé cómo, no sé vivir sin ella”

Confesó liberando un par de lágrimas.

“Déjame ayudarte”

Emma colocó una de sus manos sobre su cuello y acercó sus labios a los de él, besándolo con un ferviente anhelo.

Con ella fuera del juego, ¡Podía conquistarlo!

San Francisco, California.

Vestido de negro, Guillermo de la Vega, observaba a través de sus gafas oscuras, como un par de hombres cubrían con tierra, en donde reposaban los restos de la mujer quien fuera su esposa.

Se acercó dando un par de pasos pequeños, presionando la última rosa que sostenía entre sus dedos e inhaló profundo cerrando sus ojos, rememorando las últimas palabras que escuchó de los labios de Iris.

‘Gracias por seguir a mi lado, hasta el último momento. Prométeme que buscarás ser feliz’.

Abrió sus ojos, y presionó con sus labios, intentando contener el nudo que picaba en su garganta.

“Gracias por todo lo que me diste, descansa en paz…”

Murmuró, dejando caer sobre aquella fría caja, la delicada flor blanca, se giró en su eje y se alejó de todo el mundo.

Deseaba estar solo.

Quería descansar para poder reorganizar su vida.

“¿Te encuentras bien?”

Una mujer movió a Isabella al ver que estaba dormida en la entrada de una vieja hacienda.

Se despertó, y miró a la persona que tenía frente a ella.

“Tengo mucho frío”

Confesó tiritando.

“¿Qué haces aquí?, ¿Pasaste toda la noche aquí?”

Indagó con sorpresa.

“En la madrugada hizo mucho frío”

La recorrió con su mirada, distinguiendo que la bata que llevaba se veía fina.

“¿Te asaltaron?”

Preguntó con preocupación.

La mirada de la chica se llenó de lágrimas.

“No…”

Respondió, colocando sus manos sobre su garganta, sintiendo que dolía.

“No tenía a dónde ir”

Respondió con la voz ronca.

La mujer frunció el ceño, giró para ver hacia los lados, sabía que no era un lugar seguro.

“Acompáñame al cuartito donde me quedo cuando vengo a trabajar”

Señaló hacia el interior.

Isabella se puso de pie y caminó detrás de ella, sintiendo que sus pies ardían, pues la había echado descalza.

Al ingresar observó la cama, una mesa con un par de sillas rústicas de madera, un pequeño refrigerador, y una vieja estufa.

“Tienes suerte de que haya venido, hoy es mi día de descanso, pero olvidé unos documentos”

Dijo la mujer, quien de inmediato, colocó una pequeña olla con agua en la estufa.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar