Capítulo 10:

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Isabella se abrazó a sí misma, pues el lugar estaba muy frío, además que no tenía ánimo para decir una sola palabra.

“Te ves muy cansada, recuéstate”

Señaló hacia la cama.

“Ahorita te llevo un té”

La tomó por el brazo y la guio.

Inhaló profundo y se acomodó.

Esbozó una tímida sonrisa, al sentir que la cubría con una manta.

“Gracias”

Expresó con dificultad.

“No hay nada que agradecer”

Dijo con una sonrisa.

“Hago lo que alguna vez hicieron por mí”

Sonrió.

“El dueño del restaurante, me ayudó al darme este techo y trabajo”.

Liberó un par de lágrimas, al escucharla.

“No sé qué es lo que te ocurre, pero te aseguro que todo estará bien”.

“No tengo a donde ir, mi esposo me echó de su casa. No sé cómo haré para salir adelante…”

Susurró con desolación.

La mujer acercó una taza de té y una pieza de pan que recién había comprado.

“Dicen que las penas con pan son menos”

Expresó con ternura.

“Anda come para que te calientes un poco, te ves muy pálida, estás muy fría”.

Tocó sus mejillas.

Con sus manos temblorosas, bebió un par de sorbos pequeños de aquella infusión, haciendo que su cuerpo comenzara a recuperar su temperatura.

“Tengo que irme”

Expresó la mujer.

“Hay comida en la nevera, toma lo que desees, veré si puedo conseguirte algo de ropa y un par de zapatos”

Mencionó con honestidad.

“No le abras a nadie, aunque el lugar es tranquilo, soy muy desconfiada. Mañana que venga el patrón, seguro te encontraremos un trabajo, por lo pronto descansa”.

“Gracias”

Se cubrió con la manta, sintiendo que su cuerpo no dejaba de temblar, por lo que aquella mujer le colocó otra cobija encima.

“Es muy frío el lugar, pero es mejor estar aquí que afuera, en la calle, descansa muchacha, por cierto, soy Leonor”

Dijo antes de salir del pequeño cuarto.

Oliver llegó al comedor en donde se encontraban su madre y su hermana desayunando.

“Buenos días, amor, ¿Descansaste?”

Preguntó Victoria.

“No, ¿En dónde está Mason?”

Preguntó.

“Lo tuvimos que llevar a una clínica, después de…”

Miró hacia la servidumbre y no dijo nada.

“Se quedó internado, tiene un par de fracturas en las costillas”

Se aclaró la garganta.

“No quiero verlo en la casa”

Indicó con resentimiento.

Victoria elevó su mentón y lo miró con seriedad.

“Es mi hijo y tiene el mismo derecho de estar en la casa, al igual que tú”.

“¿Vas a permitir que siga bajo el mismo techo después de lo que me hizo?”

“Él dice que fue tu mujer la que lo sonsacó, y yo le creo, más vale que olviden lo sucedido y sigan cada uno con sus vidas”.

“No puedes hacerme esto”

El aludido bramó rabioso.

“La que no debió ponerlos en contra fue ella, ¿A quién se le ocurre meterse con el hermano de su marido?”

Se mofó.

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