Capítulo 8:

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“¡Lárgate!”

Exclamó lleno de rabia.

“No, por favor no lo hagas, sabes que no tengo a donde ir, yo no hice nada, tienes que creerme”.

“Eso debiste pensarlo, antes de meterte con mi propio hermano”.

“Soy inocente”

Expresó llena de dolor.

“Yo te amo”.

“No vuelvas a repetirlo”

La empujó con fuerza, y la sacó de la casa.

Victoria tomó el botiquín de primeros auxilios y comenzó a limpiar las heridas de su hijo.

“jAuch!, ten cuidado”

Gritó Mason.

“Vaya que te dio duro tu hermano”.

Victoria ladeó los labios sonriente.

“¿Te parece gracioso?”

Refirió el joven, viéndola a los ojos.

“Claro que no, pero me pone de muy buen humor, que por fin nos liberamos de esa arribista, buena para nada”.

Mason inhaló profundo, su mandíbula se tensó.

Se concentró para contener el dolor que sentía.

“Creo que me fracturó las costillas, me duele mucho el costado”.

“Lo mejor será llevarte al hospital, para que te revisen”.

“Sí, eso necesito”

Expresó.

“¿Me vas a pagar el dinero que me prometiste?”

Mason preguntó.

“Por supuesto que sí, tengo mis ahorros y después de que me ayudaste a separarlos, te lo mereces”

Dijo con una sonrisa.

Había logrado su objetivo.

¡Al fin se había librado de esa sucia interesada!

La mirada de Isabella, se llenó de lágrimas, su corazón se estrujó ante la fuerza en la que azotó la puerta.

“No lo hagas”

Suplicó, llorando con desespero.

Giró en su eje y con su temerosa mirada divisó a su alrededor, sabía que no le abrirían a la puerta y que tenía que pensar en donde podría refugiarse, por lo que caminó se limpió los ojos y caminó por hacía el camino que alumbraban las mamparas, buscando llegar al pueblo.

Cerró su bata y buscó protegerse del frío, pero no lo consiguió

Sus dientes tiritaban sin cesar.

Hasta que luego de veinte minutos llegó al pueblo, se acercó hacia la iglesia.

Pero estaba cerrada.

Ella se pegó a la vieja madera de la puerta y se dejó caer al suelo.

“Algún día te darás cuenta de la verdad, y lleno de arrepentimiento, me pedirás perdón de rodillas”.

Dijo en voz baja.

“Disfrutaré de ese momento…”

Se abrazó así misma, intentando mitigar el frío que se sentía.

Oliver regresó a la casa y se dirigió al estudio.

Tomó algo de la licorera y bebió directo de la botella.

“Maldigo el día en que te conocí”

Expresó con el rostro lleno de lágrimas.

“¿Puedo pasar?”

Emma tocó a la puerta.

“No es un buen momento”

Oliver respondió.

“A mí me parece que sí”

La joven cerró la puerta y se acercó a él.

“Vine a ofrecerte mi apoyo y mi consuelo”

Acercó una de sus manos a su mejilla y lo acarició con ternura.

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