Capítulo 89:

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Guillermo desvió su mirada, harto de tenerla frente a él, entonces observó hacia el lugar de Isabella, sintió que se le helaba la sangre al ver que no estaba en el cubículo.

Era evidente que había estado en primera fila presenciando aquel desagradable espectáculo.

Era inminente cerrar el caso, con aquella mujer.

Ya había un motivo sólido para hacerlo.

Ella solita se había puesto de pechito.

“Yo no te he pedido nada”

La miró con severidad.

“En vista de que no podemos seguir trabajando juntos, quiero tu renuncia sobre mi escritorio en una hora”

Ordenó.

No podía creer lo que estaba escuchando, parpadeó un par de veces para que sus empañados ojos pudieran enfocarlo.

“No puedes hacerme esto”.

“Claro que sí y porque puedo, quiero te vayas de mi firma”

Se dio la media vuelta para salir.

“No hagas las cosas más difíciles, avisaré a seguridad, que ya no podrás ingresar a partir de este momento”.

Al saber que había tomado un taxi, dedujo que se había ido a su departamento, por lo que de inmediato salió en su vehículo a buscarla.

Se sentía preocupado de que malinterpretara lo ocurrido, sabía que le costaba confiar y Maritza se había pasado de lista.

Sacó la llave que le había dado e ingresó con rapidez, resopló al ver su bolso sobre uno de los sillones.

“lsa”.

Se dirigió hacia su habitación.

Frunció el ceño al percibir cómo su pecho subía y bajaba agitado, por lo que de inmediato se acercó a ella.

Deslizó la yema de sus dedos, al ver varias lágrimas sobre sus mejillas.

“¡No!”

Guillermo escuchó a Isa quejarse, por lo que la movió con firmeza para que abriera los ojos.

“Amor, despierta”

Le habló con calidez, sujetándola por los hombros.

Isabella despertó de golpe, abriendo los ojos con rapidez, percibiendo que su corazón latía agitado, intentando calmar su respiración.

Sin embargo, su mirada se ensombreció al notar que la sujetaban, sin pensarlo, cerró su puño y le soltó un golpe sobre el pómulo de aquel individuo.

“¡No me toques!”

Exclamó empujándolo con todas sus fuerzas.

Al sentir el firme impacto sobre su rostro, Guillermo la liberó de su agarre y colocó una de sus manos sobre la nariz, cubriendo al instante el sangrado que comenzó a fluir.

La miró completamente desconcertado, y se movilizó a tomar un pañuelo desechable intentando detener la hemorragia nasal.

“¿Qué te ocurre?”

Indagó acercándose con lentitud a ella.

¿Lo golpearía por lo ocurrido con Maritza?

Era algo que jamás se hubiera imaginado, no entraba en su lista de posibilidades, la había imaginado molesta, pero no al grado de agredirlo de esa forma.

Isabella sujetó una almohada y se aferró a ella, sujetándola con todas sus fuerzas.

“Eres un malnacido”

Expresó con la voz fragmentada.

Ladeó su rostro al observar la forma en la que actuaba, con lentitud la escudriñó, dándose cuenta que en ningún momento lo había mirado a los ojos, además que en su mirada no había molestia, sino temor.

“Isa me escuchas?, soy Guillermo”

Se acercó con cautela y se flexionó sobre su cama, buscando encontrarse con sus ojos.

“Mírame”

Solicitó con voz firme, acunando su mejilla.

El contacto con la calidez de su piel, la hizo elevar su humedecida mirada, sacudió su rostro, enfocando su mirada en él.

“¿Qué te ocurrió?”

Indagó que intentaba detener el sangrado de su nariz, entonces sus ojos se abrieron tan grande como pudo, al caer en cuenta que ella había sido la causante.

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