Capítulo 85:

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“Eres el mejor hombre que conozco”

Manifestó con voz temblorosa.

“Eres todo para mí, te necesito a mi lado”

Pronunció con dificultad.

“También te necesito”

Expresó buscando volver a mirarla.

“Es tu amor el que me hace fuerte. El que me detuvo de hacer una tontería al estar frente a ese maldito”.

“¿Qué es lo que estás buscando con ellos?”

Preguntó.

“Deseo cobrarles todo el dolor que te hicieron pasar. Estando a la cabeza de su firma, me convertiré en su peor pesadilla”.

Su mirada se ensombreció.

Mientras tanto en otro lugar.

Mason elevó el mentón con altivez ante el cuestionamiento de Victoria, la mujer que le había dado la vida y la que le había enseñado todo lo que sabía para obtener lo que quería, así que, ¿Con qué autoridad podría reclamarle algo en ese momento?

Que no se atreviera a darle lecciones de moral o a intentar reprenderlo, porque estaba muy lejos de parecerse a la madre Teresa de Calcuta.

Eso o a una buena madre preocupada porque su hijo estaba en malos pasos.

Que no viniera a darse golpes de pecho, que no le quedaba.

La conocía mejor que nadie.

“No hice nada de lo que me pueda arrepentir”

Le recordó aquellas palabras que usó, cuando siendo un adolescente, la encontró pasada la medianoche saliendo de la alcoba del hermano menor de su padre, en bata de dormir.

Las mejillas de Victoria se enrojecieron, y su respiración se agitó.

No necesitó averiguar más, para saber que entre Emma y él había sucedido algo más, para no errar buscaría a esa mujer para que le diera una explicación.

“Tengo que irme, ya no puedo más”

Expresó con indignación, huyendo a grandes pasos de ahí.

“¿Por qué tienes que entrometerte en mi vida?”

Oliver cuestionó mirándolo con frialdad.

“No me meto en tu vida”

Respondió con cinismo.

“Eres tú quien me da entrada a tus mujeres en bandeja de plata”.

Ladeó los labios, sonriente.

Estaba orgulloso.

Orgulloso de humillar a su hermano de esa manera.

“¿Buscas venganza?”

Isabella preguntó sorprendida, pues lo había aprendido a conocer bien y sabía que él no era de esas personas.

Era un hombre íntegro.

Él era reconocido por ser un abogado que siempre buscaba la justicia.

Dejó caer su cabeza sobre el respaldo del sillón.

“No, quiero justicia”

Confeso.

“Hacer pagar a todos y cada uno de ellos, Deseo que sufran como te hicieron sufrir a ti. Empezando por el imbécil de Oliver que no supo cuidarte y protegerte”.

La estrechó con fuerza.

“Para seguir con ese infeliz que te dr%gó y se aprovechó de ti, quiero que pague, pero lentamente que sienta que el agua lo ahoga y poco a poco se va quedando sin oxígeno”.

“No por favor, te lo suplico, no hagas que nada se interponga entre el amor que nos sentimos, el odio y la venganza, lo único que hacen es envenenar el alma y eso, no permite que las personas sean felices, te lo digo porque durante mucho tiempo viví deseándoles el mal a todos ellos, y eso no me permitía avanzar, estaba llena de amargura, no deseo que pases por eso. Lo único que me importa es ser feliz a tu lado y que nada me pueda separar de mi hija”.

Aquellas palabras hicieron un fuerte eco en su interior, haciéndolo cuestionarse ¿Qué pesaba más el odio o el amor?

Su dulce mirada lo desarmaba, no podía sostenérsela luego de escuchar sus firmes argumentos.

“Quiero una vida plena a tu lado”

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