Capítulo 83:

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Pasó saliva intentando hacer pasar aquella picazón en su garganta.

“Necesito un poco de agua”

Solicitó ella.

De inmediato se puso de pie y sirvió un vaso con agua, y se lo entregó, se asombró al ver que lo bebía de hilo.

“¿Por qué no me dijiste que te interesaba hacer negocios con esa familia?”

Reclamó con voz temblorosa.

“Si lo hubiera sabido, jamás me habría acercado a ti”

Lo miró a los ojos sin ocultar su dolor.

“Porque había perdido todo interés con la firma”.

Retiró un par de mechones de la larga cabellera de ella, al tener tan cerca su mano del rostro de su chica.

Colocó su palma sobre su mejilla y la acunó con ternura, para que lo mirara a los ojos.

“Jamás haría algo que te lastimara, me conoces bien. Deseo lo mejor para ti y María, lo sabes”.

Varias lágrimas escurrieron sobre sus mejillas.

“Esa familia me destruyó la vida, no deseo que estén cerca, sabes muy bien que me pueden quitar la custodia de María, si se enteran que tuve una hija. No resistiría ni un solo minuto sin mi princesa”

Se puso de pie, siguiendo un fuerte impulso.

“Lo mejor será que esto se acabe aquí y yo siga protegiendo a mi hija”

Camino hacia la puerta.

“¿En verdad deseas protegerla huyendo toda la vida?”

Su pregunta taladró con fuerza su pecho, haciendo que ardiera de dolor.

Mientras tanto en la sala de juntas de las firma Weber, la tensión se podía respirar en el ambiente, con Oliver deseando desintegrar de las faz de la tierra a su hermano menor, quien a su vez, lo veía como se ve a una presa que se está acechando.

Bastaba con que diera un paso en falso y saltaría directo y sin escala hacia la yugular, buscando acabar con rapidez con él.

Ambos hermanos se miraron a los ojos.

Estaban sintiendo que sus torsos subían y bajaban, llenos de furia, bastaba con que cualquiera encendiera la mecha para que ambos respondieran a la menor provocación.

Después de escuchar las duras palabras de su madre, Oliver intentaba disipar aquella gran sensación de resentimiento que recorría todo su torrente sanguíneo.

Ya no podía con el odio que sentía hacia su hermano.

Sabía que tarde o temprano las cosas acabarían mal entre ellos, tal y como ocurrió entre Caín y Abel, y él no estaba dispuesto a morir a manos de Mason.

“En vista de que ninguno está dispuesto a ceder por mí. Voy a pedir a seguridad que vengan y los saquen de la firma, no voy a permitir que pongan un pie, hasta que hayan arreglado esa absurda rivalidad que se tienen”

Informó Victoria.

“Todo por una mujer, como si no hubiera más en este mundo”.

“Dos”

Corrigió Oliver.

“Ahora son dos”

Enfatizó y volvió a encarar a su hermano.

Victoria arrugó la frente al escucharlo.

Enfocó su mirada en su primogénito al no poder entender sus palabras.

Al ver la manera en la que observaba a su hermano, lo comprendió todo.

¿Qué había hecho?

Se dio cuenta una vez más del gran error que había cometido al haber involucrado a Mason para separar a Isabella de Oliver.

Era la primera vez después de tantos años que se le habían salido las cosas de control.

“¿Qué fue lo que hiciste Mason Weber?”

Preguntó fulminándolo con su verdosa mirada.

En el momento en el que Isabella, sujetó el picaporte de la puerta, observó cómo temblaban sus manos, ante las palabras de Guillermo.

¿Acaso esa era la vida que deseaba para María, ocultándose siempre?

Dándole un nivel de vida precario, sin tener los suficientes ingresos para poder sacarla adelante, sin un buen servicio médico.

¿Y ella deseaba renunciar al amor?

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