Capítulo 79:

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Entonces sus ojos se abrieron de forma desorbitada al ver a Guillermo de pie, fulminándola con su profunda mirada, al grado que se le erizó la piel.

Las piernas temblaron, cuando sintió su mano sobre su antebrazo, dirigiéndola al estudio, ni siquiera se atrevió a poner resistencia.

Cada que lo tenía tan cerca a ella, perdía el control de su cuerpo.

Ese era el efecto que le provocaba.

La desestabilizaba completamente, estaba perdidamente enamorada de él, era su debilidad. Se volvía un corderito, ante un feroz cazador.

Entró al estudio y se arrinconó como cuando era niña y se había portado mal.

Estaba sintiéndose pequeña ante la imponente presencia de Guillermo, apretó con fuerza sus puños, tensa.

Sabía que había desatado su ira y esta vez no se lo perdonaría.

“Ya es tiempo de que aclaremos las cosas”

Guillermo la soltó de su agarre y cerró la puerta colocando el pasador.

“¿Quién te dio el derecho de entrometerte en mi vida?”

Preguntó furioso.

Ella había cruzado la línea.

La había cruzado y todavía se creía que no le iba a pasar nada.

¿Confianza?

“Ya te lo había advertido y parece que no comprendiste nada”.

“No te enfades, lo hago por tu bien”

Se defendió mirándolo a los ojos.

“Lo hago porque me importas, más de lo que te imaginas”.

Se excuso.

Le dolía que él la mirara así.

“No merezco que me trates así, cuando se quiere a alguien, se busca lo mejor para esa persona, y tú…”

Lo señaló con su dedo índice.

“Te estás equivocando, terriblemente; no puedes ver con claridad, porque estás embrujado por esa trepadora…”

“¡Basta! Ya no sigas más”

Habló con seriedad.

¿Cómo se atrevía a insultarla así?

“No voy a permitirte ni una más. A partir de este momento nuestra relación, será estrictamente laboral, evita que te rescinda de tus servicios, si te vuelves a atrever a traspasar esa línea en la empresa, ni tú, ni nadie se va a meter en mi vida privada y tampoco la vas a venir a insultar en mi presencia”

Advirtió.

Un sudor helado la recorrió.

Por un momento no supo qué hacer, pero reaccionó sin remedio, no le quedaba de otra más que acatar su decisión.

Estaba más que claro, que la relación que habían tenido, había finalizado.

“Respetaré tu decisión”

Manifestó con los ojos enrojecidos, pero sin llorar.

No le daría el gusto de verla derrotada.

Además, la guerra en contra de esa mujer, apenas estaba empezando, y ella estaba segura que los separaría.

Se retiró sin decir una palabra más.

Después de tomarse unos minutos, para poder estabilizar sus emociones, y sentirse tranquilo, Guillermo se incorporó en la amena charla que estaban teniendo.

Sonrió complacido al ver que tanto sus padres como su hermana, interactuaban alegres con Isa y María.

“¿Ya cenaron?”

Indagó dibujando una pequeña sonrisa.

“Claro que no, te estamos esperando, hijo”

El padre de Guillermo respondió.

“La única que ya lo hizo es mi nieta”

Miró con ternura a María.

Al escucharlo hablar, Isabella dirigió su mirada hacia el padre Guillermo, quien estaba a lado de María, ayudándola con el postre, actuando de forma tan natural, como si aquellas palabras que había usado, las ocupara de manera frecuente, y ni siquiera se había dado cuenta de lo que había dicho.

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