Capítulo 73:

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“Todo está más que bien”

Susurró con la respiración agitada.

“Todo es perfecto”

Isabella acarició con el dorso de su mano sus mejillas.

Sin decir más, Guillermo comenzó con suaves envites, deseando ser cuidadoso y no comportarse como un animal, ante el fuerte deseo que provocaba en él.

Era su primera vez juntos y sabía que tenían que irse acoplando a los deseos de cada uno, para que ambos disfrutaran plenamente de aquel encuentro tan íntimo, en donde sus sentimientos estaban comprometidos más de lo que podían expresarse.

“¿Quieres que vaya más rápido?”

Cuestionó con la voz agitada.

Isabella movió la cabeza afirmando, acercó sus manos a su espalda y deslizó sus palmas, palpando cada parte de su cuerpo.

“Deseo más”

Respondió de manera entrecortada.

En ese momento Guillermo pausó y cambió de posición para que ella tomara el control y llevara el ritmo que deseara.

Entonces sus jadeos fueron más constantes.

Eso hasta que emitió un fuerte gritó y se llevó las manos a sus perfectos y redondos montículos y los presionó.

Además que su espalda se arqueó, haciendo que se detuviera por completo el movimiento de su espesa cabellera rizada, ante las fuertes convulsiones de placer que la inundaron.

“Te amo”

Dijo de forma espontánea.

El corazón de Guillermo henchido de felicidad, se agitó más, acercó sus labios a los de ella y la beso extasiado.

Luego volvió a recostarla.

Después continuó con sus agitados movimientos, hasta que sucumbió ante la pasión desenfrenada que sentía, un par de oleadas electrizantes envolvieron su espina dorsal.

Sus miradas se encontraron, con las pupilas dilatadas de ella.

“También te amo”

Contestó y la besó con pasión.

Oliver estaba encerrado en su habitación, sentado en el suelo.

Bebía su segunda botella de licor.

Varias lágrimas rodaron sobre sus mejillas.

Se había quedado completamente solo.

Emma lo había abandonado.

Además que no respondía a sus llamadas, ni sus mensajes, no leyó ninguna de las mil disculpas que le dio.

Además, que dejó varios mensajes de voz, intentando justificarse, porque no llegó a la cita que tenían.

Su pecho dolió, ya que no sabía estar solo, por eso se había enredado con ella, desde el primer día que corrió a Isabella.

“¿Y ahora qué voy a hacer?”

Se preguntó.

Todo esto era tan doloroso.

Tan injusto.

¿Por qué le pasaba esto?

¿Había hecho algo mal?

“Dónde pueda estar Isabella, ni tampoco Emma, ¿Quién va a ayudarme a quitarme el vacío que siento?”

Dijo arrastrando la voz.

En ese momento, Victoria abrió con la llave que tenía la puerta y encendió la luz.

“¿Qué demonios pasa contigo?”

Lo regañó.

“Estás hecho una piltrafa humana, no voy a permitir que te hundas”.

Se acercó a él y lo abrazó.

“¿Ya me perdonaste por el golpe que te di?”

La mujer rodó los ojos al recordar aquel terrible episodio.

“Ya no me acuerdo de eso, quedó en el pasado, deberías haberlo superado también tú”

Aconsejó.

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