Capítulo 70:

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El hombre no respondió y siguió moviendo sus dedos con agilidad, buscando encontrar aquella información que urgía, mientras Guillermo había cambiado los planes y habían salido a desayunar, al restaurante de la empresa, para ganar tiempo.

Recargó su cabeza sobre uno de los cristales y miró hacia las amplias avenidas de la ciudad, desde la altura en la que se encontraba, las personas se veían tan pequeñas.

“No somos nada”

Respondió presionando el anillo de promesa que llevaba como dije en su cuello.

Sabiendo que no deseaba tener que volver a empezar, y poner en riesgo la estabilidad económica.

El murmullo de las personas que volvían de desayunar comenzó a resonar por el lugar, Maritza, giró su rostro y observó a Isabella mirando hacia la calle, sonrió a saber que estaba preocupada, seguramente temía ante la incertidumbre, prosiguió su caminar hacia la sala de juntas con un par de socios.

Al pasar por ahí, Guillermo observó la expresión corporal de Isabella y se estremeció, continuó directo a la sala de juntas, al no tener material para comenzar, dio paso a Maritza para que hablara de los asuntos de recursos humanos.

Al llegar el turno de Guillermo, sin que la vieran sonrió discretamente sabiendo que no le quedaría de otra más que cancelar y correrla.

Justo cuando estaba por hacerlo, Isabella ingresó corriendo.

“Lamento la demora”

Manifestó agitada, haciendo que Isabella abriera los ojos de par en par, con unos documentos en sus manos.

“¡No puede ser!”

Gruñó bajito.

Seis meses después.

La majestuosa vista que albergaba el parque de Brooklyn por la noche, daba la panorámica perfecta para lo que Guillermo se traía entre manos.

Desde donde estaba parado, observaba la impresionante vista de Manhattan, al otro lado del río.

Además que se podía sentir una especie de atmósfera romántica a su alrededor, debido a los distintos tipos de luces que rodeaba el parque, y también por la iluminación de los altos rascacielos, frente a él.

Una ligera brisa acarició su rostro.

De inmediato sacó un pañuelo desechable para limpiar sus mejillas.

Caminó sobre el firme piso de vigas de madera, y se recargó sobre la barandilla de hierro forjado.

Su mirada se perdió en el icónico puente de Brooklyn, bañado de resplandor, por grandes reflectores.

En verdad que la vista era maravillosa.

Además que la luz de la luna terminaba de complementar el escenario, que había preparado.

En cuanto sintió su móvil vibrar, lo sacó del bolsillo de su pantalón y leyó el mensaje recibido:

‘Vamos en camino’

Esbozó una sonrisa de lado, y su corazón se agitó de felicidad, ahora solo le tocaba esperar a que llegara.

Isabella descendió del auto, ayudada por Bruno, alzó su vestido para poder subir un par de escalones y prosiguió caminando hacia donde el chofer de su novio, le había indicado.

Tuvo que ser cautelosa con sus pisadas, al llevar unos altos tacones de aguja.

Tomó su móvil y presionó sus labios al ver un mensaje de Guillermo:

‘Sigue caminando en línea recta, desde aquí te puedo ver’.

Sonrió con emoción y prosiguió con parsimonia su andar, hasta que por fin se encontró con él.

Tuvo que cubrir sus labios, debido al gran estremecimiento que le ocasionó, al ver lo imponente que se veía, a lado de una mesa perfectamente decorada de manera elegante.

Ahora comprendía porque Melisa, la hermana de él, le había insistido en que se llevara un vestido, que hace poco tiempo había comprado.

Antes de poner atención a cada detalle, lo primero que hizo fue recorrer con su mirada al apuesto caballero que la esperaba, modelando un traje ajustado, en color negro.

“Luces estupendo”

Expresó, al ver que se acercaba a ella.

Un anhelante jadeó.

Se escapó de los labios de él, al verla usar un vestido ceñido a su cuerpo, que le hacía asemejarse a una apasionada sirena, pero en tono celeste.

Se veía radiante.

Su cabello estaba recogido en un moño, no muy alto, permitiendo que su delicado cuello y parte de su escote, sobresaliera, resaltando lo hermosos pendientes de brillantes.

“Te ves increíblemente hermosa”

La tomó por la cintura y besó sus carnosos labios.

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