Capítulo 59:

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Presionó con fuerza los párpados al escuchar unos chirriantes tacones, retumbar por el corredor, sin tener la necesidad de voltear a averiguar de quién se trataba supo que era la gerente de recursos humanos, Maritza.

Inhaló profundamente al saber que iba a buscar a Guillermo, en cuanto la mujer apareció en el umbral de su mirada, sintió un escalofrío al ver la forma tan fría en la que la miraba, lo que le pareció el colmo es que la mujer la ignoró y siguió de largo dispuesta a ingresar, sin que la anunciara, por lo que se puso de pie con rapidez y la alcanzó.

“El licenciado está ocupado”

Indicó interponiéndose en su camino.

Frunció el ceño y miró con desdén.

“Nunca he tenido que anunciarme con él”

Espetó.

“Déjame pasar”.

Presionó con fuerza sus puños, sabiendo que lo hacía porque estaba molesta, por haberla delatado.

“A mí no me ha dado ninguna indicación de que pueda entrar sin ser anunciada”

Isabella respondió sin dejar de mirarla.

“No la puedo dejar pasar. Además, que me dejó indicado que no deseaba ser interrumpido”.

Arrugó el ceño, sabía que era muy pronto para volver a tener un enfrentamiento con él.

“Dile que me llame a mi oficina, ya tengo a los nuevos candidatos para asociados”.

“Así lo haré, licenciada”.

“Disfruta de la suerte que tienes por el momento, te aseguro que no será eterna”.

Isabella sonrió.

“Que tenga un buen día”.

La mujer se giró en su eje y se retiró echando trinas.

Resopló al ver que se iba, no podía creer que había logrado que hiciera su voluntad, por algo Guillermo había solicitado no ser molestado.

Regresó a su cubículo y volvió a revisar la agenda de Guillermo para acomodar algunas reuniones que había solicitado.

Entonces vio que el asociado salió, sonrió al ver que Guillermo se asomó al instante hizo un ademán con la cabeza para que ella ingresara.

Caminó hacia su oficina e ingresó.

“¿Necesitas algo?”

Cuestionó.

“Toma asiento”

Señaló en una de sus cómodas sillas de cuero.

“¿Ocurre algo?”

Preguntó con inquietud.

Se acercó desde la sala donde estaba acomodando unos documentos, en cuanto la tuvo frente a él se los entregó.

“¿De qué se trata?”

Preguntó con extrañeza.

“Se trata de tu libertad, ¿Sabías que desde hace un par de meses estás divorciada?”

Indagó sin dejar de mirarla a los ojos.

En cuanto Isabella escuchó aquellas palabras, comenzó a leer los documentos que le entregó, presionó su labio inferior conforme avanzaba, hasta que dibujó una sonrisa que le llegó hasta sus ojos.

“¡Soy una mujer libre!”

Expresó sintiendo que se le quitaba un peso de encima.

“Lo único que me preocupa es que me puedan quitar a María, son una familia muy poderosa la tomó por ambas manos y la miró a los ojos”.

“Ya no estás sola, me tienes a mí, no lo olvides”

Se acercó a ella y la abrazó.

“Tienes razón, ya no estoy sola, cuento contigo”.

“Eres mi ángel”.

Expresó con sentimiento.

“Tengo tanto que agradecerle, al haberte conocido, más feliz, no puedo ser”

Susurró.

“Tampoco yo”

Sujetó con ambas manos sus mejillas y acercó sus labios, para robarle un beso.

“Hay algo que tengo que decirte”

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