Capítulo 56:

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“¿Qué se podía esperar de una mujer tan insignificante?”

Cuestionó disfrutando de leer lo que había sufrido.

Conforme avanza, el hombre se tensó.

‘¿Qué clase de reacción tendría cuando se enterara de lo demás’

La duda comenzó a inquietarlo.

Inhaló profundamente al percibir el calor en la calidez de su pecho.

Estar entre sus brazos le hacían sentirse segura.

Estaba en una atmósfera desconocida en la que solo existían ellos.

Eso era algo que provocaba que su ritmo cardiaco se disparaba, y sintiera una extraña sensación en su estómago.

Un fuerte revoloteó que le encantaba.

Le hacían sentirse viva, como mujer.

“Soy un hombre diferente a los que conoces”

Volvió a decir.

Quería dejar claro su punto.

“Comprendo el temor que tienes con María, pero yo no tengo problema con que seas madre soltera, María me encanta, es una pequeña adorable”

Susurró con sinceridad.

Su corazón se agitó al escucharlo, provocando que se estremeciera, era como volar entre estrellas, y que la luz de cada una la llenaran con ganas de arriesgarse, de vivir, de soñar.

“Está bien”

Isabella respondió.

“Acepto que nos demos una oportunidad, pero vayamos con calma”

Solicitó elevando su mirada para verlo a los ojos y poder reflejarse en ellos.

Guillermo sonrió, su mirada se llenó de un brillo especial.

Sus manos tomaron sus mejillas y se acercaron para probar una vez más la dulzura de sus labios.

Isabella se estremeció ante aquella demostración de afecto, sus manos abrazaron su cuello, dejándose guiar por él.

“Tengo algo para ti”

Comentó y la tomó de la mano para llegar a la sala en donde sacó un estuche y lo abrió.

Separó los labios, y emitió un pequeño jadeo ante la sorpresa, por su parte tomó la cadenita y la colocó sobre la palma de la mano de ella.

“¿Qué significa?”

Indagó al ver que el dije era un anillo en tono plateado, un corazón con un pequeño diamante colgando en medio.

“Es un anillo de promesa”

Refirió, tomando la cadenita para colocarla en su cuello.

“¿Qué promesa?”

“Que yo no te fallaré”

La miró a los ojos con seguridad.

“Siempre contarás conmigo, Isabella Rodríguez, estaré a tu lado para acompañarte en tus buenos días y los malos”.

Tomó una de sus manos y besó su dorso.

Isabella lo miró a los ojos.

Su mirada se rozó ligeramente.

“Nunca nadie había hecho algo así por mí”

Expresó con emotividad.

“Me haces sentir que soy una persona especial…”

Suspiró profundo.

“Lo eres”

Aseguró estrechándola entre sus brazos.

“Soy un hombre afortunado al haberte encontrado en mi camino”

Murmuró sintiendo que su corazón se agitaba con bravura, como hacía mucho tiempo no lo hacía, más de lo que su esposa llevaba fallecida.

Victoria soltó varias carcajadas al proseguir leyendo el informe.

“Estuvo hospitalizada por haberse quemado con agua caliente, vaya que esa muchacha es una inútil, buena para nada”

Expresó sonriente.

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