Capítulo 54:

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“No me gustaría tener hijos, lo sabes”.

“A mí, sí”.

Dijo con una sonrisa.

“Deseo ser abuela y más vale que te vayas dando prisa, porque quiero verlos crecer”.

Rodó los ojos.

“Voy a descansar”

Besó su frente y subió las escaleras.

Estaba pensativo, sabía que, si era ese el deseo de su madre, tendría que hacer todo, para cumplir su sueño.

Isabella y Guillermo ingresaron al departamento, aprovechando que la Señora Leonor, la mujer que había ayudado en el pasado a la joven, había salido a dar una vuelta con María, y uno de los choferes.

Ambos ingresaron a la cocina para cocinar juntos.

Durante el camino de regreso, ella no se había atrevido a preguntarle nada sobre lo ocurrido con Maritza, no se sentía en confianza para hablar delante de Bruno, ahora que habían llegado lo haría.

Guillermo sacó de la nevera una bolsa de vegetales para hacer una ensalada, mientras Isa preparaba un par de emparedados.

“¿Quieres una copa de vino?”

Preguntó él.

“Solo un poco, hace mucho que no bebo nada”

Explicó y continuó colocando el jamón serrano y el queso de cabra.

Después de los besos que se dieron hace más de una semana, no lo habían vuelto a hacerlo por petición de ella, pues no deseaba que las cosas se malinterpretaran.

Le había pedido ir más despacio, cuando ambos estuvieran listos, ser más que amigos, si lo deseaban.

“Estás muy callada”

Expresó él.

“Me gustaría saber, ¿Qué te dijo la licenciada Maritza?”

Presionó su labio inferior, acto que no pasó desapercibido por él, su mirada se perdió en aquel movimiento.

“Solo marque límites entre ambos, nos conocemos desde niños, por eso se siente con derechos, pero ya aclaré las cosas, no se volverá a meter contigo, porque si lo hace, no me tentaré el corazón y se irá de la firma”.

Abrió los ojos de par en par, sintiendo un escalofrío al escucharlo.

No se lo podía creer.

¿Había hecho eso?

¿Por qué?

“¿Tanto así?”

“No permito que nadie se entrometa en mi vida privada y menos con la mujer que me interesa cortejar”

Ladeó los labios sonriente.

Isabella pasó saliva con dificultad al escucharlo.

“Ya está la cena”

Mencionó, tomando asiento sobre uno de los taburetes.

“¿Acaso no te gusta la idea de tenerme como tu pretendiente?”

Sonrió.

“No solo voy a ser eso, voy a robarme tu corazón. Te lo prometo”

Guiñó un ojo.

“Me parece que no puedes pretender algo así, cuando nos conocemos en tan poco tiempo”.

“Difiero de tu opinión”

Rebatió.

“¿En dónde está escrito lo contrario? Arguméntalo”

¿La retó?

Presionó su labio inferior, separó los labios, como si fuese a decir algo y luego se dio cuenta que no conocía de ningún manual.

Además que era cierto, pues con Oliver había salido por dos años y creyó conocerlo, pero no fue así.

“Tienes razón, no hay nada escrito”

Contestó.

“Y también me gustas, me inquietas, me pones nerviosa cuando estoy cerca de ti”

Se sonrojó al hablar.

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