Capítulo 53:

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Arrastró con fuerza su blanca dentadura.

“Me extralimite, lo reconozco”

Manifestó.

“Lo… siento”

Pronunció intentando sonar convincente.

“No volverá a suceder, lo prometo. Me parece muy extraño que la hayas contratado, a pesar que yo dije que no”.

“Al que le parece extraño, que no hayas la hayas admitido en la firma es mí. Ambos sabemos que Isabella tiene el perfil, para el puesto, y te negaste rotundamente, ni porque te dijo que tenía una hija que depende de ella, no te importó, ¿Qué tienes en el corazón?”

Preguntó.

“Difiero de tu opinión”

Dijo con firmeza.

Requieres a una persona con la experiencia necesaria para el puesto. Eres un hombre muy exigente, al estar en la presidencia, no quiero ni pensar si se llega a equivocar”

Bufó.

Guillermo resopló.

“¿Acaso conoces a alguien que no se equivoque?”

“Claro que no, pero en tu caso es de vital importancia la perfección”

“Tomaré el riesgo”

Se giró en su eje.

“Mantén tu distancia y todo estará bien”

La miró a los ojos con seriedad.

No bromeo.

Maritza alzó sus brazos.

“Está bien tú ganas…”

Guiñó un ojo y agitó su mano despidiéndose, nada convencida de la decisión que tomó.

Oliver regresó a su casa sin decir nada, dejó la mochila que llevaba las raquetas sobre el recibidor y se acercó a su madre.

“Buenos días”

La saludó.

“Hola hijo, ¿Dónde andabas?”

Preguntó Victoria, frotándose su rodilla izquierda.

“¿Te sientes mal?”

Preguntó el hombre sentándose a su lado.

“Cuando se llega a cierta edad, todo te duele”

Refirió con amargura.

“Pero no quieres bajar de peso”

Reprochó.

Victoria frunció el ceño y lo miró con molestia.

“Mi único placer es la comida, ni que estuviera como ballena”

Gruñó.

“No dije eso”

Colocó su mano en su pierna y comenzó a darle un masaje.

“Por eso eres mi consentido”

Expresó bajito.

Oliver ladeó los labios sonriente.

“¿Sabes si Emma todavía sigue dormida?”

“Hace un rato que salió, Mason la llevó a ver a su papá”.

Abrió los ojos de par en par.

“Después de lo que ese desgraciado me hizo, ¿Dejaste que mi mujer se fuera con él?”

Su rostro se puso rojo como una ciruela.

“Si hubieras… estado aquí”

Suspiró profundo.

“Cuídala, hace un rato se mareó en las escaleras, me pregunto… ¿No estará embarazada?”

Oliver se puso de pie, sus manos temblaron.

“No, claro que no”

Respondió.

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