Capítulo 51:

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“¿De dónde sacas eso? ¿Quién se atrevió a decirte algo así?”

Inquirió ofuscado, sabiendo que buscaban lastimarla, y hacerla dudar de el.

“Necesito saber la verdad”

Lo miró a los ojos, sin ocultarle que sentía temor.

“¿Es cierto?”

Preguntó con la voz entrecortada.

“¿Por eso te acercaste a mí?”

Indagó.

“¿La buscas a ella?”

Cuestionó.

‘¿Cómo haces para bajarte las ganas?’

Aquella pregunta que Mason, le hizo retumbó en su cabeza, Emma abrió los ojos de par en par y sus mejillas se tiñeron de rojo carmín.

‘Las duchas de agua fría’

Emma gritó con frustración en su interior.

“Vaya que eres un atrevido, eso es algo que no te importa”

Gruño molesta.

“Mi vida privada es solo mía, no vuelvas a hablarme así”.

Volvió a reír de manera burlona.

“Ese carácter que tienes, es porque mi hermanito no te atiende, yo te puedo ayudar a relajarte, a que te sientas mejor y te liberes”

Manifestó.

“La oferta ya está soltada, pero no dura para siempre”

Expresó.

“Piénsalo bien estos días, si te decides, te invito a pasar la noche fuera de la casa, basta con que le digas a Oliver que estarás con tu papa, y el muy imbécil, seguro te lo cree”.

Presionó con fuerza sus manos, su propuesta era tentadora, pero tenía miedo, nunca había hecho nada incorrecto y esto era algo que la estaba tentando para pecar.

“Ese es el lugar”

Señaló con su dedo índice sin responder nada, En cuanto bajó del auto, se colocó sus gafas y se alejó, los más rápido de él.

Guillermo se tensó ante sus preguntas.

Era obvio que la habían encaminado a hacerle creer que estaba con ella, por buscar reemplazar a Isis, eso lo molestó más de lo que imaginó, la vena de su frente se le marcó.

“No, no es verdad”

Respondió con toda honestidad que pudo y volvió a sentarse frente a ella, tomándola por ambas manos.

“Me acerqué a ti, porque verte con María pidiendo ayuda con tanta desesperación, me conmovió, más al ver que no querían ayudarlas”.

“¿Por qué dicen que me parezco a ella?”

Preguntó con nerviosismo.

“Tenía el cabello rizado, quizás algunos rasgos faciales, en algún momento me la recordaste, es verdad, pero la esencia de ambas es distinta, ¡Créeme!”

“¿No me engañas?”

Indagó.

“No, no tengo porque hacerlo. Tienes que decirme ¿Quién se atrevió a decirte aquellas cosas?, es importante, es obvio, que lo hizo con mala intención”.

Presionó con fuerza sus labios, dudosa.

Sabía que, si decía el nombre de aquella mujer, se desataría una discusión entre ellos y no deseaba estar en medio.

Lo miró a los ojos, dudosa.

“Dímelo”.

Suplicó.

“La licenciada Maritza…”

Confesó.

“Dijo que solo me usas porque te la recuerdo, que cada que estás cerca de mí, es como si la vieras a ella”.

Guillermo presionó con fuerza sus puños, su mirada se ensombreció.

“Esta mujer me va a escuchar”.

“No, por favor no lo hagas, no le reclames, sabrá que te conté, no quiero tener problemas”.

“No hay porqué tenerlos”

Indicó.

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