Capítulo 44:

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Hace tanto tiempo que no besaba a nadie que se sintió torpe.

Aun así, correspondió lo mejor que pudo.

Después de un par de minutos que permanecieron juntos, se separaron, cuando la falta de aire se hizo presente.

“No me lo esperaba…”

Confesó sin dejar de mirarlo.

“Tampoco yo”

Respondió con sinceridad.

“Hay algo en ti que me atrae, me hace desear tenerte cerca”.

“¡Hace poco tiempo que nos conocemos! Esto es extraño”

Se retiró un par de mechones de su larga cabellera.

“Lo sé, acaso… ¿Hay algún manual que indique cuánto tiene que pasar después de conocer a una persona, para sentir atracción o poder besarla, o vivir juntos?”

Rebatió.

En parte… tenía razón.

Tenía cierto punto que ella no podía debatir.

Y mucho menos ahora que se sentía tan…

¡Extraña!

¡Todo esto era tan extraño!

Con ese argumento la desarmo, haciendo que se quedara pensativa.

¿Acaso alguien conoce un manual para decidir cuándo es el momento para cada cosa?

¿Ustedes lo conocen?

“No, no lo hay…”

Contestó sin dejar de mirarlo.

“No estoy segura de que sea el momento, creo que es algo muy rápido…”

Estaba por seguir debatiendo, pero Guillermo no se lo permitió.

Con agilidad una de sus manos estrecharon su pequeña cintura y la otra la colocó detrás de su nuca.

Y la volvió a besar.

Su corazón estaba henchido de felicidad al sentir que le correspondía de esa misma ferviente manera.

“No puedes ocultar, que también lo disfrutar”

Expresó acariciando su mejilla.

Isabella cerró sus ojos disfrutando de la calidez de su mano.

“No, no puedo negarlo, pero tampoco puedo negar que es arriesgado, no nos conocemos lo suficiente, para hacer lo que hacemos”.

“No es verdad, viviste con un hombre tres años y no te conoció lo suficiente para creer que no serías capaz de engañarlo. A pesar de que lo amabas, te apartó de su vida, te lastimó, ¿Eso es lo que buscas, perder años para intentar conocer a alguien?”

Abrió los ojos tan grande como pudo al escuchar sus cuestiones.

No podía responder ante argumentos que nunca habían pasado por su mente, pero que sonaban muy certeros.

“No sé qué decir”

“No digas nada, solo déjate llevar, permítete sentir y disfrutar de cada detalle de la vida, sin esperar nada a cambio”

Retiró un par de mechones de su castaña cabellera.

“No tenemos nada seguro en este mundo, debemos aprender a escuchar las señales, ¿Acaso crees que encontrarnos de las distintas formas que lo hicimos fue casualidad?”

“No lo sé, nunca había visto las cosas desde esa perspectiva. Sin embargo, de lo que estoy segura es que no deseo ser la aventura de nadie”.

Guillermo sonrió al escucharla.

“Tampoco yo. No soy de esos hombres. Cuando me comprometo lo hago en todos los sentidos, perder a mi esposa, me hizo revirar y cambiar mis prioridades en la vida”

Aseguró.

“Me da miedo volver a confiar”

Confesó.

“Entre Oliver y su familia, los Weber, se encargaron de hacerme la vida miserable, ¿Y sabes que es lo peor?”

Inclinó su cabeza con tristeza.

Frunció el ceño con extrañeza, con una de sus manos elevó su rostro.

“¿Qué?”

Preguntó de forma calmada.

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