Capítulo 38:

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“Lo lamento, no debí preguntar”.

“¿Por qué no?”

Indagó mientras colocaba mayonesa al pan.

“No le encuentro nada de malo”.

Hizo una pausa para explicar mejor su punto.

“Es normal, cuando estás conociendo a otra persona”

Dio unos pocos pasos y se acercó más hacia Isabella.

“¿Acaso no crees que siento esa misma curiosidad hacia ti?”

Le entregó su emparedado.

“¿Desea saber algo?”

Cuestionó ante ese momento de franqueza que ambos estaban teniendo.

“¿Qué fue del padre de María?”

Isabella tomó asiento sobre el taburete, y dio un mordisco al sándwich, estaba famélica y por pena, no se atrevió a decir nada.

“Me echó a la calle, sin contemplación alguna”

Expresó con la voz entrecortada, al tener que recordar lo ocurrido.

Nunca en toda su vida, se había sentido tan humillada.

Guillermo presionó su puño y fijó toda su atención en ella, su semblante era distinto al de hace algunos momentos.

“¿Por qué te hizo algo así?”

Indagó con incredulidad.

Isabella se llevó las manos a su rostro, sintiendo un fuerte nudo en su garganta.

“Porque me encontró en la cama con su hermano”

Narró sin atreverse a mirarlo.

Los ojos de Guillermo se abrieron de par en par ante su confesión.

Bebió de golpe el vaso con jugo que tenía sobre la isla.

La percepción que tenía de ella, era muy distinta a una mujer que engañaba a su esposo con su propio hermano.

‘¿Sería capaz de hacerlo?’

Se preguntó sin atreverse a cuestionarla.

“Me alegra mucho encontrarlos juntos”

Expresó Oliver, mirándolos con profunda seriedad.

“¿Qué sucede?”

Victoria preguntó.

“¿Por qué entras sin saludar?”

Se quejó.

“¿Qué clase de modales son esos?”

Reprochó.

“Traigo en mis manos los estados de cuenta de la firma, la situación es tan caótica, que no tengo tiempo de formalismos, ni actos protocolarios, madre”

Dejó caer los documentos sobre el escritorio de caoba.

Mason miró a su hermano con frialdad, y tomó aquellos papeles.

Sus ojos se abrieron de par en par, al ver la cantidad de deudas que tenían y los pocos ingresos con los que contaban.

“¡Esto no puede ser!”

Exclamó.

“Tiene que haber un error”.

“No lo hay”

Contestó con voz ronca.

Al ver la sorpresa en Mason, Victoria sacó sus anteojos y se los colocó, de inmediato se puso de pie y se acercó a su hijo.

“Esto es muy grave”

La respiración de Victoria se aceleró.

“Estamos peor que hace unos años”

“¿Por qué?”

Preguntó llena de preocupación.

“Hemos perdido clientes importantes, debido a que no se han ganado sus casos, como prometimos”.

Hizo una pausa.

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