Capítulo 35:

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“Tengo treinta y cinco años, ya no soy un niño”.

En ese momento su asistente llamó por teléfono.

“Acaba de llegar su madre, se encuentra en la oficina de su hermano”.

Avisó.

“Desea que vaya para allá”.

“Gracias, enseguida los alcanzo”

Tomó los documentos que analizaba y salió de ahí.

“Últimamente te he notado muy distraido”

Se refirió Victoria.

“¿Te sucede algo?”

Indagó sin quitarle su intensa mirada.

“No, nada”

Mason desvió su vista, de la de su madre y tomó una de las donas glaseadas, que había solicitado, para tomar el café.

“¿Quieres una?”

Preguntó.

Victoria arrugó el ceño.

“No, gracias”

Mencionó con desagrado.

“Mejor hablamos, a eso vine”

Sacó una tarjeta de su bolso y se la mostró.

“No me has dicho sobre las últimas averiguaciones que hizo el investigador, ¿Sabe algo nuevo de Isabella?”

“No”

Su mirada se ensombreció.

“Es como si le hubiera tragado la tierra”.

“Necesito que me digas algo, pero quiero que seas honesto conmigo”

Bebió un sorbo de café.

“Prométemelo”.

Mason la observó con extrañeza.

“¿Qué deseas saber?”

“Después de lo que ocurrió aquella noche en la hacienda, cambiaste mucho, ¿Por qué?”

La pregunta lo tomó por sorpresa, miró a su madre sin decir nada.

“Contéstame”

Solicitó.

“Como tu madre tengo el derecho a saber”.

“Porque después de aquella noche, no puedo sacarla de mi mente, Isabella siempre me gustó, y ahora la traigo tatuada en tomo mi ser”

Confesó con la voz temblorosa.

Victoria separó los labios en una gran ‘O’.

No podía creer lo que escuchaba.

“¿Qué dices?”

Se puso de pie y le dio la espalda.

Estaba sintiendo que le faltaba el aire.

“No te vayas a atrever a decirme que te enamoraste de ella”

Balbuceó.

“Debiste tomarla como una aventurilla, como las que tienes siempre, y ya”

Bramó llena de rabia.

“¿Crees que no lo he intentado?”

Cuestionó sin dejar de mirarla.

“¿Crees que me gusta no poder dejar de pensar en ella?”

Cada vez su voz empezó agarrar más rabia.

“No hay día que no sueñe con Isa, con la tibieza de su piel, su dulce aroma, me tiene embriagado. Me odio por eso”

La encaró.

Estaba molesto.

Molesto con él mismo.

Con ella.

Con todos.

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