Capítulo 31:

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“Me alegra por usted, pero soy la única familia que tiene mi hija, depende de mí para salir adelante, no puedo fallarle”

Pasó sus dedos por sus mejillas, retirando las lágrimas.

En ese momento, la puerta se abrió despacito.

Maritza, la directora de Recursos Humanos dio un par de golpes, posterior a eso.

“¿Se puede?”

Indagó asomando su cabeza.

“¿Qué se te ofrece?”

Cuestionó él.

“No respondes a las llamadas. Te traje a los candidatos para el puesto”

Su expresión facial cambió al ver a Isabella sentada frente él y de inmediato se tensó.

“¿Tienes algún problema con la señorita?”

Indagó.

“No, ninguno contestó”.

“¿Qué haces ahí, ‘acostada’ no se te paga para limpiar?”

Maritza acomodó el ceñido vestido que usaba.

En cuanto ingresó a la oficina, los chasquidos de sus altos tacones resonaron con firmeza, sus mejillas se tiñeron en un ligero rojo carmín, ante su molestia.

Guillermo frunció los labios.

“Voy a solicitar la baja, para que le retiren el acceso”

Indicó Maritza con desagrado.

Su vista se fijó hacia el gran ventanal, que daba al exterior de la ciudad; movió la cabeza en desaprobación al ver el desastre que había en una de las esquinas.

Con aquellos fragmentos de la licorera hecha pedazos, y el whisky regado por todos lados, además, que la aspiradora se encontraba en el centro de la sala, donde Guillermo se reunía con importantes clientes.

Rodó los ojos al mirar uno de los trapos de limpieza en el piso.

“Voy a levantar un reporte, el lugar es un desastre. Necesito saber si la muchacha, fue la culpable, para descontarla de su liquidación”

Agregó con frialdad.

Guillermo arrugó el ceño.

Se giró en su eje poniendo toda su atención en Maritza, estaba por hablar, cuando Isabella los interrumpió.

“Terminaré mi trabajo en este preciso momento”.

Se puso de pie con gran esfuerzo, y tomó la aspiradora.

Se sorprendió al verla de pie, se dio cuenta que estaba más blanca que un papel.

“Por supuesto, que no”

Sujetó con delicadeza la muñeca de Isabella y la detuvo.

“Toma asiento”

Ordenó con firmeza.

“ya hablamos sobre eso”

Recalcó.

“Porque ya lo hablamos, usted sabe la necesidad que tengo de mantenerlo”

Expresó con voz entrecortada.

“Por favor no me corran”

Suplicó.

Sin saber por qué se estremeció al escuchar tanta aflicción en sus palabras.

“No requiero que intervengas”

Indicó a la gerente de Recursos Humanos.

“Isabella puede presentar sola su renuncia”

No pudo evitar ladear los labios al ver el rostro de Maritza, era claro que la había dejado confundida.

“¡Cómo!”

Isabella y Maritza exclamaron a la par, sin comprenderlo.

“De lo que sí, requiero es que te encargues del papeleo para su contratación”

Indicó con firmeza.

“No, comprendo”

Maritza presionó uno de sus puños con fuerza.

“La Señorita Isabella Rodríguez, será mi nueva asistente personal”

Caminó hacia su escritorio y le entregó el currículum de la joven.

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