Capítulo 26:

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Emma presionó sus labios, y contuvo el aire ya que desprendía un fuerte hedor.

“Te prometo que voy a compensarte”

Acercó sus labios a sus hombros y deslizó su lengua sobre su piel.

Sabía que ese era su momento.

Este era el momento para que él no usara preservativo, y sorprenderlo pronto.

“Vamos al jacuzzi”

Sugirió seductoramente.

“Prometo que lo vas a disfrutar más de lo que imaginas”

Acercó su mano hacia su entrepierna y lo acarició.

“Acepto tu propuesta”

Se dejó guiar por la chica, ya que su visión aún estaba borrosa.

Días después.

“Lo lamento Señorita Isabella, pero su perfil laboral, no cumple con los requisitos que se necesita para la vacante que se requiere”

Informó la gerente de la empresa.

“No comprendo porque me dice eso”

Refutó viéndolo a los ojos.

“Claro que cumplo con los requerimientos del puesto”

Expresó con seguridad.

“Hablo dos idiomas”

Tenía que lograrlo.

“Además que estoy estudiando una carrera; en el anunció no dice que se necesita la licenciatura terminada. Si no quiero el puesto de presidencia”

La mujer frunció el ceño.

“Ya le dije que no cubre con el perfil, no insista, yo soy la encargada de las contrataciones, ¿Acaso usted me va a decir cómo hacer mi trabajo?”

Cuestionó con molestia.

“Llevo tiempo buscando una oportunidad, intentando que me tomen en cuenta, pero ustedes se niegan, sin darme la posibilidad de demostrar que puedo hacerlo y muy bien”

Expresó con seguridad.

No podía fallar.

“Hace varios años que no trabaja en un complejo, no tiene experiencia en el puesto ¿Y quiere una oportunidad?”

Se bufó la gerente.

“No me quite más el tiempo, la respuesta es… no”

Dijo en tono serio y despectivo.

No quería perder más tiempo.

“Y por favor, no vuelva a meterse en mi oficina, como lo hizo, porque me veré en la necesidad de pedir que la saquen a la fuerza, además, que me quejaré con la empresa a la que trabaja, y haré que le quiten el puesto”

La amenazó.

Isabella se puso de pie y tomó los papeles que había llevado, elevó su mentón y se giró llena de rabia.

Estaba desesperada, pues le habían subido la renta, tenía la deuda que debía a Guillermo, además, que María estaba creciendo y la ropa ya no le quedaba muy bien.

Qué decir de los tenis que ella llevaba, estaban muy viejos, y le lastimaban, era con los que cada día regresaba caminando hasta su casa, por lo que los pies le dolían horrores.

Del coraje que sentía, tenía ganas de gritar, de llorar, de lanzarle en el rostro a esa mujer, una cubeta de agua sucia, por tener el corazón de piedra, a pesar que, le explicó por la necesidad que pasaba, se resistió a darle una oportunidad.

“¿Qué voy a hacer…?”

Mordió su labio inferior llena de preocupación.

“Oye tú”

El encargado de supervisar al personal de limpieza le gritó.

“Dígame señor”

Contestó la joven.

“Necesito que vayas a presidencia y limpies la oficina de la presidencia, la chica encargada, tuvo una complicación y la tuvieron que llevar a emergencias, ya no tarda en llegar el amo de toda esta firma, así que apúrate”

Le chasqueó los dedos.

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