Capítulo 24:

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“Hola, cariño”

Dijo Isabella con ternura, movió los dedos, saludándola.

Guillermo ladeó los labios y sonrió al verlas interactuar.

“¿Te sientes mejor?”

Preguntó.

“Sí, gracias”

Contestó, y dio un largo bostezo.

Todo estaba bien…

Su cabeza simplemente le había jugado una mala broma.

No todo había salido tan mal como ella creía que había salido.

“Lo lamento aún sigo somnolienta por el medicamento”

Se sonrojó ligeramente.

“Lo entiendo”

Guillermo bebió otro sorbo del café.

“Estoy seguro que pronto pasará el efecto”.

Si bien la situación actual podía verse como algo cómodo, había una realidad que cada vez se le acercaba aún más.

¿Cómo le pagaría?

¿Por cuánto tiempo duraría esta amabilidad?

¿Estaba bien confiar, así como así?

¿Era lo correcto?

“¿Sabe a qué hora me darán de alta?”

Le preguntó dirigiendo su mirada hacia el reloj de pared que había sobre uno de los blanquecinos muros.

“Enrique vendrá más tarde, me avisó que tenía unos asuntos que atender”

Comentó para calmarla.

“Por lo pronto tienes que desayunar”

Acercó la charola que habían llevado.

“La trajeron hace unos minutos”

Expresó.

“Gracias”

Tomó el tenedor y se llevó una pequeña porción de melón a la boca, mientras desayunaba, él se acercó.

“Me haré cargo de cualquier cosa que requieras”

Indicó con seguridad.

“Estoy segura que no será necesario, ya me siento bien”

Mintió.

LA verdad era que no quería endeudarse más.

“Necesito que me den de alta, porque tengo muchas cosas que hacer”

Mordió su labio inferior y comenzó a mover uno de sus pies con impaciencia.

Tuvo que comenzar de cero.

Le fue muy difícil ingresar a la empresa donde trabajaba actualmente, después de que Oliver la echó peor, que a un perro.

Vivió los peores días de su vida.

Tenía miedo de que la fueran a despedir, por no presentarse a laborar, era el único sustento que tenía para sacar adelante a su hija, por el momento.

“¿Te sientes bien?”

Le preguntó al darse cuenta que estaba ausente, distinguió que su mirada se cristalizó, por lo que tomó un pañuelo desechable y sin saber porque, atrapó la lágrima solitaria que corrió sobre su rostro.

Sonrió para intentar disimular el atisbo de tristeza, que la invadió por pequeños instantes.

Aún se seguía preguntando, ¿Por qué aguanto tanto tiempo a lado de Oliver?

¿Por qué no fue ella quién lo dejó antes?

Se hubiera evitado tanto dolor.

¿Por qué duraron tanto tiempo juntos?

“Estoy bien”

Contestó sin poder decir más.

En ese momento ingresó Enrique.

“¿Lista para irte a tu casa?”

“Es lo que más deseo”

Contestó con mayor ánimo la chica.

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