Capítulo 203:

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“María está descansando en la habitación con… Alison”

Comentó intentando escucharse normal.

“Al ver que no llegabas comenzó a preocuparse, por lo que la invité a cenar, no quiso irse hasta que estuvieras aquí, se quedaron dormidas”

Mencionó.

“Lo comprendo, puedo quedarme en la sala”.

“De ninguna manera”

Contestó Mike.

“Yo me quedaré ahí y tú en mi habitación”.

Isabella estaba por retirarse, y se detuvo, presionó sus labios, había algo que deseaba saber, la curiosidad le picaba.

“¿Puedo hacerte una pregunta?”

“Claro, lo que sea”

Respondió caminando a la sala.

“Te gusta Alison, ¿Verdad?”

El pelirrojo no pudo evitar dibujar una enorme sonrisa, volteó a mirarla con asombro.

“Dije que podías preguntar, pero no que respondería”

Comenzó a reírse.

“No es necesario que digas nada, con ver tu reacción lo dijiste todo”

Se dio la media vuelta satisfecha, pues ahora que analizaba todo hacían una buena pareja.

Se retiró a descansar, pues en unas horas todo cambiaría.

“Gracias al apoyo de Mike y Alison”

Isabella ingresó a la residencia de la Familia de la Vega, con la camioneta de unos amigos arquitectos, quienes también se encargaban de remodelaciones, imaginaron que de esa manera no llamarían la atención.

No sabían si los seguían vigilando.

Tanto Isa como María, iban en la parte de atrás, recostadas, para no ser vistas, además que un par de mantas las cubrían por completo.

“Mamá, esté juego ya me aburrió”

María susurró.

“Resiste un poco, sino perderemos y Mike y Alison nos ganarán”

Respondió de forma ingeniosa Isabella.

Hasta que no estuvieron completamente seguros de que no los acechaban, salieron.

Isabella tomó de la mano a su hija, se despidieron de sus amigos e ingresaron a la casa.

La mirada de María recorrió el interior, desde que estaba en el jardín se le hizo familiar.

Arrugó el ceño al ver aquel lugar, quedándose pensativa.

“¿Reconoces este lugar?”

Indagó Isabella sin dejar de mirarla.

“Creo que sí”

Respondió dubitativa.

Ambas inhalaron profundamente percibiendo el aroma a madera de los pisos y los muebles, era como si el tiempo no hubiera pasado en aquella casa.

Todo seguía igual.

María caminó hacia uno de los muebles de la sala en donde había un par de fotografías familiares y luego volteó a mirar a su mamá.

“¿Ya sabes en dónde estamos?”

Isa cuestionó dándole tiempo a que por ella sola lo reconociera.

María se llevó las manos a su pecho

Su corazón se sacudió.

“Sí, en la casa de los abuelos”

Respondió con emoción.

“Así es, mi niña”

Virgine se asomó desde la cocina, en donde salió sosteniendo una charola, su mirada irradiaba alegría, una que desde hace mucho tiempo no tenía del todo, en seguida acomodó sobre la mesa el delicioso pastel, que ella misma había preparado.

“¡Abuela!”

Gritó María llena de felicidad, y corrió hacia ella.

“Mi niña hermosa”

Contestó la mujer abrazándola con todo su cariño.

“Bienvenida a tu casa”.

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