Capítulo 20:

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Enrique abrió la puerta hacia el consultorio donde estaba Isabella.

Isabella estaba acostada, esperando a que el analgésico comenzara a hacer efecto para poder irse a su casa.

Le preocupa que se hiciera más noche y tuviera que caminar con María en brazos.

“¿En cuánto tiempo nos podremos ir, doctor?”

“Hasta que te sientas mejor”

Respondió Guillermo, mirándola a los ojos.

“Enrique desea que estés bajo observación, por lo menos esta noche”.

“No puedo quedarme, tengo que cuidar de mi hija”

No pudo evitar bostezar al sentir que sus ojos comenzaban a pesar.

“Le pedí al doctor que no me pusieran ningún medicamento, para no sentirme así”

Se quejó.

“¿Deseas que llame a algún familiar para que venga por la niña?”

El corazón de Isabella se agitó al escucharlo, no pudo evitar sentir temor, al no saber nada sobre la vida de Guillermo, pues las circunstancias la habían hecho no confiar en nadie.

“No”

Respondió con determinación.

La joven se flexionó para tomar asiento.

“Yo me haré cargó de mi hija”

Contestó intentando salir de la cama, a pesar del mareo que tenía.

Guillermo se acercó a ella y la sujetó por su pequeña cintura, para evitar que cayera. Isabella presionó sus ojos para intentar controlar aquel vértigo que no la dejaba tranquila.

“No estás bien”

Dijo preocupado.

“Tienes que descansar”.

“No, no entiende”

Habló de forma pausada, con dificultad.

“María…, solo me tiene a mí”

Respondió luchando por no cerrar sus ojos.

“Tranquila, te prometo que, de aquí, no me moveré, estaré pendiente de tu hija”

Sonrió al ver que se había quedado dormida.

Tomó el cobertor y las cobijó a ambas.

Dio un ligero masaje sobre sus hombros y se acomodó, cubriéndose con su chaqueta, decidió a dormitar un poco, para estar pendiente de la pequeña.

Mientras tanto en otro lugar.

“No quise se importuno. Tu…, mamá me pidió que viniera a buscarte”

Emma argumentó al escuchar la manera que le hablaba.

“Iré a tomar una ducha, y dormiré en la habitación de huéspedes, para no molestarte”

Se acercó a su cajonera y tomó su camisón de seda.

Oliver se reprendió mentalmente por su forma de hablarle.

“Perdón”

Dijo poniéndose de pie con rapidez.

“No te vayas, por favor”

Suplicó.

“No merezco que me trates así”

Respondió Emma.

“Desde que llegué aquí, lo único que he hecho es preocuparme por ti y no solo eso, ayudarte a pesar de que mi papá está en contra de lo nuestro, por lo que me hiciste, y, por haberme convertido en tu…”

Amante.

Pronunciar esas palabras eran dolorosas, pero era la verdad.

La cruel verdad.

“Lo sé, no mereces que te trate mal, perdóname”

Manifestó preocupado.

“No soporto la presencia de Mason en la casa, le pedí a mi madre que lo corriera, pero no quiere”.

“Ambos son sus hijos, ¿Le darías mayor apoyo a uno?”

Cuestionó ella.

“Todos sabemos que fue tu ex esposa quien se emborrachó y lo provocó”.

Explicó molesta.

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