Capítulo 21:

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Esta situación era muy tonta.

¿O tal vez ella era la tonta?

Oliver trago saliva con dificultad al escucharla, presionó con fuerza sus dientes.

“No quiero hablar de eso”

Dijo en voz baja.

“Mejor vamos a ocupar nuestro tiempo en algo más importante que no sea… eso”

La miró a los ojos, y de pronto a quién vio fue a Isabella.

Era la mujer que no se podía sacar de la cabeza.

Sin pensarlo un segundo, la besó de forma apasionada, como nunca antes lo había hecho.

Quería borrar a Isabella.

Estaba desesperado.

Al sentir la forma tan desesperada en la que la besaba, ella correspondió a su besos.

Su cuerpo estaba ávido por que la hiciera suya.

Deseaba que la amara con bravura.

Con intensidad.

Cosa que no había logrado en el tiempo que llevaban juntos.

Con rapidez se despojaron de sus prendas.

La pasión entre ellos estaba despertando.

Recorrió con su lengua cada parte de su cuerpo, hasta asentarse en la calidez de su parte intima.

Regocijándose de aquel néctar que manaba. Cada jadeó que escuchaba, lo encendía más y más, que no pudo resistirse.

Y la hizo suya.

Sin tiento, con gran desespero por tomarla, acariciando con sus grandes manos sus perfectos senos.

Emma jadeaba con fuerza, estaba por llegar la cúspide.

Su corazón latía agitado.

Deseaba más, hasta que lo escuchó hablar.

“Te deseo tanto, Isabella”

Oliver pronunció, sin dejar de darle fuertes envites.

“¿Cómo me llamaste?”

La joven preguntó sintiendo que la sangre le hervía.

Lo había dicho.

¡Él lo había dicho!

Aún en este momento lleno de pasión él todavía la recordaba.

O mejor dicho….

¡Ella era invisible para él!

Solo era algo que estaba usando por despecho.

“Necesitamos hablar”

Victoria ordenó a Mason, sosteniendo los papeles que le había lanzado Oliver.

Mason arrugó el ceño, lleno de molestia.

“Vamos a mi habitación, que ya estoy muy cansada”

Refirió la mujer.

Al llegar al corredor donde estaban las habitaciones, los fuertes jadeos de Emma comenzaron a resonar por todo el lugar.

La mujer abrió los ojos de par en par y movió la cabeza negando.

“Ahora voy a tener que mudarme de mi propia habitación”

Gruñó.

Mason ladeo los labios sonriente.

“Tal parece que sigue al pie tus consejos”

Se mofó.

Victoria lo golpeó con los papeles.

“¡Cállate, insolente!”

Estaba molesta.

“¿Acaso no tienes deseos de buscarte un hombre con quien pasar tus últimos años de vida?”

“¿Me estás llamando vieja?”

Lo fulminó.

“No, mamá, claro que no, eres una mujer joven, por eso me pregunto si no tienes la necesidad de tener un hombre que te haga gritar como a mi cuñada”

Carcajeó.

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