Amor después del matrimonio
Capítulo 198

Capítulo 198:

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“Te tendieron una trampa, ¿Acaso no te das cuenta?, ¿Cómo es que llevaba una cámara entre su ropa?, ¿Cómo pudo grabarte? ¡Piensa!”

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Colocó su dedo índice sobre su sien y dio pequeños golpecitos.

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Mason arrugó el ceño.

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Era verdad.

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No había pensado en eso.

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¿Quién podría estar detrás de todo esto?

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¿Quién?

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“Quien quiera que esté detrás de todo esto, firmó su sentencia de muerte”.

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Victoria presionó con fuerza su puño.

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“Deja de decir sandeces, es evidente que tienes un enemigo peligroso, desea acabar contigo”

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Pronunció con nerviosismo.

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“Tienes que irte con cuidado”.

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Mientras tanto en otro lugar…

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El sábado por la mañana, aprovechando que María se había ido con Mike al centro en donde atendía en sesiones de grupo a personas con problemas legales y emocionales, Isabella salió hacia una tienda de ropa, que se encontraba en el suburbio, no había prendas refinadas, ni elegantes, pero buscando cuidadosamente, encontró un vestido sencillo, en color gris, suelto, en cuello redondo y un par de bolsas al frente, nada llamativo.

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Era para lo único que ajustaba su presupuesto.

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Después de ducharse, se sentó sobre la cama y volvió a leer ese artículo, no podía dejar de pensar en todo lo que había leído.

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No podía sacarse de la cabeza tantas coincidencias.

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Al colocarse el vestido, no pudo evitar dibujar una escueta sonrisa, hacía tanto que no usaba uno, ni tampoco se arreglaba ni un poco.

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Su vida se había vuelto en una que ni ella se reconocía a sí Misma.

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Moldeó su rizada cabellera en una alta coleta, dejando un par de mechones sueltos, rizó sus espesas pestañas y aplicó máscara, un poco de labial, fue lo mejor que pudo hacer.

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Colgó su bolso y dejó una nota sobre la mesa, explicando a Mike, que tenía un asunto importante por arreglar.

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El lugar estaba retirado, por lo que tuvo que tomar el autobús, el cual tardó en llegar.

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Sus piernas temblaron al descender del bus, y su corazón latía aceleradamente.

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¿Y si se estaba equivocando?

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¿Y si todo era en vano?

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No deseaba volver a sufrir más.

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No deseaba crearse falsas esperanzas, la vida había sido muy dura con ella y ya dudaba de todo, estuvo a punto de volver, pero algo en su interior, le decía que tenía que salir de dudas.

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Ingresó al parque de Brooklyn Bridge, viendo que comenzaba a oscurecer, el aire golpeó con fuerza su rostro e hizo que se levantara un poco su vestido, en lo único que no pensó fue en llevar algo con que abrigarse.

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El regreso sería complicado, pues la temperatura por las noches, era fría.

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Pasaban de las seis treinta cuando llegó al punto de reunión, al menos era el que ella creía, sin embargo, imaginó que aquel hombre se había ido, lo lamento profundamente.

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La nostalgia comenzó a embargarla.

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Al recordarlo en ese lugar, lucía tan apuesto con aquellos impecables trajes, que le quedaban justo a la medida.

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Recordó la forma en la que su cabello ondeó ligeramente, y ladeó los labios.

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Ahora fue ella quien caminó por las vigas de madera y se aferró a la barandilla observando el río y la hermosa iluminación de Manhattan.

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No pudo más con el dolor que sentía y se dejó caer, completamente abatida, llena de dolor, sin imaginarse que la profunda mirada de un hombre, había hecho contacto con ella, apenas hace unos segundos.

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Como cada sábado, Guillermo se preparó con aquella máscara realista, hecha especialmente para él.

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Su corazón latía frenéticamente, esperando que llegara tan anhelado momento de su reencuentro con su esposa.

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Desgraciadamente en muchas de aquellas ansiadas noches, regresaba con el corazón hecho pedazos, sin embargo, tenía que reconstruirse cada mañana, para no darse por vencido y pensar qué ese momento llegaría, tarde o temprano.

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Al llegar al parque y ver que aún no eran las seis, se sujetó con fuerza a la barandilla, observando el puente de Brooklyn, esperando para admirar el atardecer, como lo hacía cada ocho días.

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Después de un rato, se alejó y caminó un poco para contener esas ansias, que lo consumían, ante la incertidumbre de no saber qué sucedería.

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