Capítulo 182:

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Al salir de la habitación de UCI, el padre de Guillermo se retiró el cubrebocas que llevaba puesto, y de inmediato caminó a grandes pasos, por el largo corredor, que comunicaba a la sala de espera en donde se encontraba su esposa.

“¡Virgine!”

Pronunció, pero ella no lo escuchó, de inmediato se dio cuenta que su mente se encontraba en algún otro lugar, por lo que se acercó más.

Al sentir que tocaban uno de sus hombros, la mujer se sobresaltó, elevó su mirada reconociendo por el varonil aroma a su esposo.

“Me asustaste”

Contestó y de inmediato arrugó el ceño al ver a su pareja llorar.

“¿Le ocurrió algo a Guillermo?”

Se llevó las manos a su pecho, sintiendo como su corazón latía de manera descomunal.

“¡Respóndeme!”

Suplicó con aflicción, poniéndose de pie.

¿Qué había pasado?

¿Su hijo estaba bien?

¿Qué le había ocurrido?

¿Cómo estaba?

¿Podía hablar con él… una vez más?

El hombre dibujó una sonrisa llena de ternura.

Una que hacía mucho tiempo no mostraba.

“¡Despertó!”

Pronunció sin ocultar la gran emoción que provocaba aquel acontecimiento que llevaban esperando desde hace tiempo.

“¡Por fin!”

La madre de Guillermo se acercó alegre.

Semanas después.

La calidez de las caricias de Virgine, hicieron que Guillermo abriera los ojos lentamente, arrugó el ceño al percibir que la luz que se filtraba a través de las persianas, lastimaba su visión, aún no lograba adaptarla.

“Hora de comer”

Susurró su madre, y tomó la cuchara, para ayudarlo.

“Puedo hacerlo, ya me siento con mayor fuerza”

Sonrió y la tomó de la mano de su mamá.

Era tanta su emoción de Virgine, que lo atendía como cuando era pequeño, se desvivía por él.

“Tienes razón, ya puedes hacerlo solo”.

Tomó asiento en la silla y se dedicó a observarlo, estando pendiente si necesitaba un poco de ayuda, como a limpiar lo que derramaba.

Después de finalizar, Guillermo se enderezó e intentó tomar la andadera que tenía, para poderse apoyar y caminar.

“Necesito saber qué fue lo que me ocurrió, ya ha pasado tiempo, no creas que no me doy cuenta que cuando toco el tema, cambian de tema”.

Virgine desvió su mirada hacia su esposo, quien recién ingresaba.

Tomó un par de pañuelos desechables y limpió las lágrimas que se desbordaban sobre sus mejillas, pensar en aquel infierno que vivieron, desde que les avisaron sobre lo sucedido, era algo que le afectaba más de lo que deseaba.

“Sufriste un atentado”

Pronunció su padre, notando el rostro de aflicción que ponía su esposa.

“¿De qué estás hablando?”

Indagó Guillermo, caminando a pasos lentos hacia él.

“No, por favor, no digas más…”

Suplicó Virgine, tenía miedo de que se pusiera mal su hijo y complicara su recuperación.

“Tranquila mujer, acabo de hablar con el médico que lo atiende, él me ha autorizado”

Mencionó el padre, ya que había tomado en consideración eso.

“Ya es hora que Guillermo esté al tanto de todo”.

Ver el rostro lleno de miedo de sus padres hablaba por sí solo.

A pesar de que todo era confusión para él, aquellas quemaduras que tenía en su espalda, hablaban por sí solas.

Además, que según le explicaron había estado en algunas cirugías, para recibir injertos en algunas zonas, lo corroboraba todo.

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