Capítulo 18:

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Era algo que no podía evitar.

Pero lo cierto es que no tenía dinero para pagar otra consulta médica.

Aquel gesto que tuvo con ella en el hospital, la hizo aceptar su ayuda.

Caminó hacia su camioneta e ingresó aún con las piernas temblorosas, y el corazón acelerado.

Guillermo seguía sin poder creer lo que había ocurrido.

Frunció el ceño pensativo.

Hacía más de cuarenta minutos que ella había abandonado el hospital, y seguía caminando con su hija.

Se reprochó mentalmente al recordar que no tenía dinero para pagar la cuenta del hospital, lo más seguro es que tampoco tenía para usar el transporte.

“¿Te sientes bien?”

Le preguntó.

“Isabella, ¿Verdad?”

“Sí, ese es mi nombre”

Contestó.

“Estoy bien”

Arrugó el ceño intentando disimular la fuerte punzada que llegó hasta su cadera, su prioridad era su hija, y no le importaba nada más.

Presionó los labios no muy convencido de su respuesta.

Esperaría a lo que le dijera el médico y después verían qué hacer.

Al llegar al consultorio, Guillermo, extendió sus brazos, de la misma forma en la que lo hizo en el hospital y ayudó a llevar a la pequeña.

Isabella no pudo negarse, ya que aquel dolor aumentó un poco más.

Mientras Guillermo esperaba, su chofer salió a buscar algo para comer, entonces recibió la llamada de su asistente.

“Buenas noches, señor ¿Se encuentra bien?”

Preguntó la joven.

—Sí, todo en orden, ¿Por qué tu pregunta? —

indagó con curiosidad.

“Me llamaron de la firma para indagar porque no llegó a la cita, ni tampoco la canceló”.

Guillermo se llevó las manos a la cabeza, al recordar aquella importante reunión que ya anteriormente por cuestiones de tiempo había pospuesto.

“Tuve un contratiempo, estoy en el hospital”

Dijo lo más rápido posible.

Lo había olvidado por completo.

“Me olvidé de cancelar todas las citas, a primera hora, avísales por favor”

Ordenó.

“En cuanto pueda agendaré una nueva reunión”.

“Así lo haré, buenas noches”.

Guillermo recargó su cabeza sobre el respaldo del sillón y cerró sus ojos, se sentía agotado, pero sobre todo preocupado por la salud de Isabella y su hija.

“No puedo creer que no haya llegado a la reunión…”

Victoria lanzó sobre uno de los sillones su bolso.

“Pero que falta de respeto tan grande, no tiene ni la menor idea de todo lo que invertimos para recibirlo”

Dijo molesta.

“Tampoco lo puedo creer”

Mason se dirigió a la cantina y sacó la licorera.

“¿Será que no le interesa unir fuerzas con nosotros?”

Indagó con nerviosismo.

“Espero que no sea así”

Oliver se acercó y lo miró con dureza.

“Si las cosas han vuelto a empeorar es porque despilfarras el dinero, lo gastas a manos llenas, como si fueras un rey, además de hacer malos negocios que, no nos convienen”

Reclamó, lanzando los estados de cuenta que llevaba entre sus manos.

Mason frunció el ceño y lo miró con desprecio.

“Eso no es cierto, trabajo tanto como tú”

Lo señaló con su dedo índice.

Oliver se tensó al escucharlo y se acercó a él, mirándolo con resentimiento.

“¡Mentira!”

Exclamó agitado.

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