Capítulo 17:

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“Lo mismo de siempre, que para nosotros no es importante tener un papel, que nos acredite como marido y mujer”

Suspiró profundo.

“Él no está convencido, pero respeta nuestra decisión”.

“Es lo mejor que lo haga, nosotros somos felices y es lo que importa”

Intento sonar convincente.

Emma acomodó su rostro sobre su pecho, al percibir cierta inestabilidad.

“Es verdad, somos muy felices”

Una lágrima solitaria rodó por sus mejillas, sabiendo que ala única que intentaba engañar era a ella misma y no lo conseguía del todo.

Él todavía amaba a la otra.

Si bien no lo había dicho explícitamente se notaba.

¿O tal vez era una sensación?

¿Su aura?

Guillermo, subió a la parte trasera de su auto y sacó su móvil para revisar algunos asuntos, mientras su chofer conducía, durante unos minutos, por las calles de la oscurecida ciudad.

En ese momento respondió a una llamada.

Giró su cabeza para mirar hacia el exterior.

El hombre al frente del volante, buscó algo de música instrumental, para acompañar el viaje que los llevaría a la residencia de su jefe.

“¿Desea que lo lleve a buscar algo para que cene?”

El chofer preguntó y miró por unos segundos el espejo retrovisor.

Guillermo giró su rostro para verlo, en ese momento sus ojos se abrieron de par en par al observar que estaba por pasarse la luz roja del semáforo.

“¡Para!”

Ordenó al ver que estaba a punto de atropellar a una mujer.

Su chofer pisó a fondo el freno, rechinando al instante las llantas.

Guillermo distinguió con claridad el rostro de aquella joven que sostenía entre sus brazos a una pequeña, la cual cayó al suelo, sin soltar a su hija.

El corazón de Guillermo retumbaba con fuerza al salir del vehículo corriendo.

“Creo que sí”

Isabella respondió con nerviosismo, sintiendo que su corazón latía desbocado, sus manos estaban aferradas a su pequeña, protegiéndola, entonces escucharon que comenzó a llorar.

“Será mejor que las llevemos al…”

Guillermo estaba por sugerir ‘el hospital’, pero entonces recordó lo sucedido.

“Llama a nuestro médico de cabecera”

Solicitó a su chofer.

“Lo lamento tanto, señorita”

Expresó el hombre afligido.

Guillermo se acercó a ellas, con cuidado separó de sus brazos a la niña.

“¿Te duele algo?”

Indagó con preocupación.

Isabella dirigió su asustada mirada hacia su hija, ante el temor de que estuviera lastimada.

“Mi mamá me apretó”

Sollozó con sentimiento.

La chica resopló, no pudo evitar sonreír.

“Lo lamento princesa”

Se disculpó, deslizó la yema de sus dedos sobre su pequeña frente, retirando unos mechones de su cabeza.

“Será mejor que vayamos a casa”.

El joven se puso de pie y la ayudó a pararse.

“No puedo dejar que te vayas sin que te cheque un médico. Es nuestra culpa, tienen que revisarlas”

Solicitó.

“Ya…”

Respondió Enrique.

“Nos espera en su consultorio”.

“Vamos, por favor”

Guillermo solicitó con amabilidad.

La chica lo miró con desconfianza.

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