Capítulo 177:

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“Gracias”

Miró su reloj.

Entonces observó que María ingresaba de la mano de Bruno, sosteniendo un batido de fresa y su muñeca favorita.

“Es hora de irnos”

Pronunció, sin imaginar que en unos cuantos minutos, todo estaba por cambiar para ellos. Nada bueno sería.

Guillermo sostenía al pequeño, Isabella vigilaba que María no jugara con el tablero del ascensor, al tiempo que Bruno sonreía al ver que la pequeña tenía toda la intención de jugar con aquellos brillantes botones.

“Solo una vez…”

Pronunció y con rapidez presionó varios de ellos, aprovechando que Isabella miraba su móvil, al recibir un mensaje.

Sacudió su rostro al escuchar la risa de María, sin embargo, estaba extraña, su mirada lo decía todo.

“¿Qué te ocurre?”

Preguntó Guillermo.

Extendió su mano y le mostró aquel mensaje, estaba pálida.

[Todo tiene un tiempo y el de ustedes ya se acabó].

“¿Qué demonios?”

Arrugó la frente y de inmediato marcó al personal de seguridad, solicitando que redoblaran la vigilancia, ya que estaban por salir.

Al llegar al estacionamiento, Guillermo abrazó a su hijo y tomó de la mano a María, sabía que tenían que caminar con rapidez, para llegar al auto, si lo que ese hombre buscaba era ponerlos nerviosos, lo había conseguido.

Al dar varios pasos, observaron que el equipo estaba listo para salir con ellos.

Al subir a la camioneta, lo primero que hizo fue asegurar la silla de su hijo, y luego ellos se colocaron los cinturones.

Ambos se miraron a los ojos llenos de nerviosismo, en ese momento, Guillermo envió un mensaje a uno de sus amigos, para solicitar ayuda.

“Vamos a estar bien”.

Besó la frente de Isabella y entrelazó sus dedos a los de él.

“Algo trama”

Pronunció con nerviosismo.

“Tenemos que estar preparados”

Pegó su frente a la de ella.

Entonces sintieron la necesidad de comenzar a orar juntos, justo ahí las camionetas donde ellos iban y las del personal de seguridad, se empezaron a mover de ahí.

Estaban por tomar una intersección, para salir de la ciudad, no podía dejar de observar atento por el espejo retrovisor, mientras que el copiloto, estaba atento ala radio, y a cualquier cosa que pudiera acontecer.

Separó los labios en gran ‘O’, al ver qué, metros delante de él, caía algo, por lo que tuvo que acelerar para esquivarlo.

“¿Es una bomba?”

Preguntó frenando de improviso, al sentir que eran lanzados con fuerza ante la inminente explosión.

Las llantas derraparon, tuvo que maniobrar con el volante.

En cuanto sintieron que el vehículo comenzaba a girar, Guillermo se quitó el cinturón, y protegió con su cuerpo a su hijo. Provocando que se golpeara en repetidas ocasiones. No podía hacer más. Eso lo hizo sentirse miserable.

Isabella por su parte, abrazó a su hija como pudo, fueron los minutos más largos de su vida, instantes después varios estallidos, se volvieron a escuchar.

Elevó su rostro para averiguar cómo estaban los demás, entonces sintió que un líquido caliente le escurría sobre su rostro.

“¡Estás sangrando!”

María señaló su frente, sin poder dejar de llorar.

Al ver hacia el interior del auto se dio cuenta que estaban inconscientes los agentes.

“Tenemos que salir de aquí”

Pronunció aturdida, giró su rostro buscando a Guillermo, su barbilla tembló al ver que no se movía.

“Mi amor…”

Pronunció.

“Hay que irnos”.

Guillermo presionó con fuerza sus párpados, su cuerpo dolía, más de lo que imaginó, estando sobre la parte del techo.

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