Capítulo 178:

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En ese momento otro de los hombres de seguridad, desde el exterior, rompió uno de los cristales, que ya se encontraba fracturado.

“Los voy a sacar de aquí”

Pronunció y se metió al auto, para poder ayudarlos.

“De inmediato”

Isabella quitó el cinturón de María y dejó que aquel hombre la tomara y se la entregara a otro compañero.

“Es su turno”

Solicitó a ella.

“No, mi hijo primero o mi esposo, está herido”

Su voz tembló.

“Ve”

Guillermo se enderezó con visibles golpes, y sangre por algunas partes de su cuerpo, sin perder tiempo, se acercó a su pequeño.

“Yo me haré cargo de él”

Manifestó.

“No podemos permanecer muchos aquí”

Hizo una pausa.

“Sal de aquí, ve con María que está muy asustada”.

Observó al exterior, entonces se percató de su llanto, además de que afuera había un gran alboroto, no tenía la certeza de lo que estaba ocurriendo, por lo que comenzó a moverse hacia la ventana.

Al intentar quitar el cinturón de la silla, Guillermo se dio cuenta que no podía sacarlo, su corazón se agitó al ver que el pequeño no daba señales de vida.

“Mi amor”.

Acunó sus mejillas con sus grandes manos.

“¡Reacciona!”

Suplicó.

Isabella estaba por salir, logrando escuchar aquellas desgarradoras palabras de su esposo, giró su ensangrentado rostro, con la mirada cristalizada.

“¡Mi hijo!”

Su corazón se agitó, sintió que la respiración le faltaba.

En ese instante, sintió como la sacaban de la camioneta.

“¿Qué le ocurre?”

Gritó con desesperación.

El rechinido de algunas llantas, marcaron la presencia de hombres que no iban a auxiliarlos, desde el interior, Guillermo se dio cuenta que salía Mason de uno de ellos.

“Tienes que irte, aleja de aquí a María”

Guillermo gritó.

La mirada de Isabella se llenó de terror, pues los autos que estaban delante de ellos, también habían sido volteados, solo estaba el hombre que los estaba ayudando.

“¡Váyase, corral”

El hombre tomó su arma.

Isabella miró hacia el interior, gruesas lágrimas cayeron sobre su rostro, su pecho dolió al ver que su hijo seguía sin moverse.

“¡Búsquenla!”

Identificó la voz de Mason con claridad.

“Tenemos que irnos”.

Tomó de la mano a su hija y comenzó a movilizarse entre los autos que había detrás de los de ellos, cuidando de no ser vista, mientras se movilizaba, las lágrimas no cesaban.

Al llegar a los edificios, se llenó de terror al darse cuenta de los derrumbes que había provocado ese monstruo.

La ciudad se había convertido en una locura, capas de polvo los rodeaba por todos lados.

La gente que estaba en las calles, corría sin parar llena de terror, por lo que ella se unió con un grupo de personas, imaginando que eso evitará que las identificaran, al menos la gente de Mason.

Luego de alejarse varias calles, otro fuerte estallido, hizo que gritaran asustados, al girar su rostro, lograron ver humo, casi podía asegurar que se trataba del puente donde se encontraba Guillermo y su hijo.

Abrazó a María y comenzó a llorar, ya no podía más.

“¿Tiene a dónde ir?”

Una mujer preguntó, señalando hacia un camión que estaba esperando a que lo abordara.

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