Capítulo 144:

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Isabella no pudo evitar sonreír al escucharla y luego ver todo lo que hacía para comunicarse con su hermanito.

En verdad, le robaba el corazón.

Era una pequeña tan despierta.

A sus casi cuatro años, había desarrollado habilidades que no se imagino, sobre todo desde que convivía con Guillermo.

Era más parlanchina, además que demostraba grandes habilidades motrices, y se veía más segura de sí misma.

Se sentía tan segura de ella.

“Estoy segura que te escucha”

Isa mencionó colocando las flores sobre uno de los jarrones que tenía cerca.

“¿Cómo sabes?”

María giró para verla a los ojos y alzó sus manitas.

“Mira como se agita cuando estás hablando”

Señaló los movimientos que tenía en su v!entre.

María dio un par de saltitos llena de emoción.

“¡Es por mí, ¡Es por mí!”

Exclamó llena de felicidad.

“Sabe que estoy aquí”.

Guillermo sonrió al ver su emoción.

Había estado en el umbral de la puerta, espiándolas un poco.

Le encantaba la espontaneidad de María y también saber que deseaba estar al pendiente de su mamá.

Eso lo tranquilizaba un poco, pues sabía que cualquier cosa que sucediera mientras trabajaba en el estudio, la pequeña se lo haría saber.

“¿Por qué tanta algarabía?”

Indagó mientras dejaba su saco sobre uno de los sillones y luego seguía con su par de zapatos colocándolos en el interior del closet.

“Mi mamá dice que mi hermanito siente emoción al escuchar mi voz”

Comunicó la niña, subiendo a la cama, para acostarse en medio de los dos.

“No lo dudo ni un poco”

Expresó Guillermo, ayudando a llegar a la cama.

“Como te expliqué tenemos que cuidarla muy bien, tiene que estar tranquila y descansar”.

“Buscaré mis programas favoritos y los veremos juntas, como siempre, ¿Verdad mami?”

Dijo la niña.

“Sí, cariño. Haremos lo que desees”

Expresó con ternura.

“Voy a la cocina”

Comentó Guillermo.

“Te encargo unas rebanadas de mango con limón”.

Dijo ella.

“Sí, enseguida lo subo”.

Guillermo bajó a preparar las cosas que le solicitaron.

Cuando recibió una llamada de Maritza, arrugó el ceño, imaginando que esperaba que le diera una respuesta.

“¿Qué es lo que deseas?”

Preguntó con seriedad.

“A ti”

Contestó de inmediato y emitió un jadeó, pues su respiración estaba agitada.

Se moría por él, ya no lo podía disimular.

“Eres patética…”

Replicó molestó.

“No quiero que me vuelvas a llamar. En el restaurante no te pude responder, por respeto al lugar en el que nos encontrábamos y tampoco deseaba que mi esposa y mi hija te vieran, ¿Acaso no lo comprendiste?”

“Quise darte un poco de tiempo para que pensaras en la oferta, imagina, podrás tener dos mujeres, ¿Qué hombre podría resistirse ante una propuesta así? La primera es una mujer aburrida y sin mundo, pero la segunda, es una mujer de clase y una fiera en la cama que te hará olvidar hasta su nombre”.

“Me quedo con la primera opción, una mujer que si bien no es de mundo, es pura de corazón, me ama como nadie, además que tiene unas inmensas ganas de superarse y ayudar a sus semejantes. Esa mujer es todo lo que mi corazón necesita, no hay espacio para nadie más”.

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